A la espera de ver el destino que le aguarda al “Giganotosaurus carolinii” en “Jurassic World: Dominion”, la nueva película de la saga, Rubén Carolini —descubridor de este dinosaurio— recuerda, en una entrevista con Efe, el hallazgo de la criatura que lleva su apellido y que encontró casi 30 años atrás por su afición a la paleontología.
El 25 de julio de 1993, Rubén anexaba su nombre a la historia de la ciencia al hallar en la provincia patagónica de Neuquén, al suroeste de Argentina, los huesos de una nueva especie de dinosaurio carnívoro de tamaño superior al del célebre Tiranosaurio Rex.
Hoy, a sus 78 años, lo sorprende la notoriedad que tomó su descubrimiento, algo que manifiesta no ocurrió en ese entonces o incluso hoy en Argentina, donde según él, no se aprovechó.
Sobre el papel protagonista de su criatura en la nueva película de Colin Trevorrow asegura: “Por un lado, me emociona, porque eligieron este dinosaurio para hacer la película, pero hay que ver qué es lo que van a hacer. Algún 'defectito' le voy a encontrar”, comenta jocoso.
UNA AFICIÓN
En la década de los años 70, Carolini —mecánico de profesión— llegó a Neuquén para trabajar en el mantenimiento de los camiones utilizados en la construcción de una represa.
De niño, Rubén tuvo que abandonar la educación formal para trabajar, pero nunca dejó su inquietud por el conocimiento. De alguna forma, así comenzó su afición por la paleontología.
Tanto llamó su atención un hueso con el que se topó durante un paseo por la zona, que se dirigió con él al Museo de la Universidad del Comahue, donde un paleontólogo le explicó que había encontrado la costilla de un dinosaurio: “Eso me entusiasmó, empecé a buscar fósiles como hobby y comencé a tener varios hallazgos, algunos de importancia”, declara.
GIGANOTOSAURUS
Varios años después, al mando de un vehículo arenero que fabricó para sus expediciones por el difícil territorio patagónico, Carolini llegó a una zona que ya había visitado: “Hay ciertos indicios que uno ve en el terreno, hay que conocer por supuesto, y nos dice dónde hay posibilidades de que existan fósiles”.
Durante aquella jornada, su observación no pudo ser más acertada. Había encontrado los restos de un dinosaurio y ya se retiraba cuando algo llamó su atención: “Empiezo a escarbar un poquito, descubro el primer hueso de la pata, que es la tibia (...) vi que era el hueso de un carnívoro y digo: ‘no puede ser porque es muy grande’”.
Con un alambre la midió y regresó a su casa para cotejar en un libro las medidas del Tiranosaurio Rex. En ese momento pensó: “Bueno, he descubierto un dinosaurio carnívoro más grande que el que existió hasta ahora”.
RECONOCIMIENTO
“Loco del diablo, no sabés lo que has encontrado, si están todos los huesos esto va a recorrer el mundo”, recuerda Rubén que el paleontólogo Leonardo Salgado exclamó frente al hallazgo.
Del esqueleto se recuperó el 70 %, y las faltantes eran piezas de los miembros, cuyos pares estaban intactos, por lo que se pudo obtener el tamaño y la forma exacta de todos los huesos.
Con el afán de que el hallazgo permaneciera en el pueblo, Carolini pidió al intendente un espacio para este dinosaurio que habitó la región entre 110 y 90 millones de años atrás, durante el periodo Cretácico: “Es conveniente que se quede en El Chocón porque es una pieza, un 'bicho' único en el mundo”, explicó entonces.
Junto a Salgado y Rodolfo Coria, paleontólogos a cargo del estudio, trasladaron los huesos y comenzaron la tarea: “Lo sacamos, lo limpiamos, porque se saca todo envuelto en yeso y con sedimentos. Pegamos los huesos que estaban rotos, después se hicieron réplicas”, explica.
La noticia despertó interés, comenzó a llegar gente para verlo y Rubén empezó a preparar un museo. Hoy, los huesos, el vehículo arenero con el que fueron descubiertos y una réplica del “Giganotosaurus carolinii” —animal que en vida se estima tenía 5 metros de alto, 12.5 de longitud y 7 toneladas de peso— se exponen en el Museo Paleontológico “Ernesto Bachmann”, de Villa el Chocón, una institución que Carolini impulsó y dirigió por varios años.
UNA AVENTURA
A casi tres décadas de aquel hito, en “El rastreador del tiempo”, libro de su autoría, Rubén relata esa larga aventura, y mientras describe su obra confiesa el anhelo de haber sido más joven al concretar el hallazgo: “Todavía podría estar allí. Tenía muchas ideas para hacer y me hubiera puesto un poco más firme para que me ayuden a hacerlas”.
Sobre lo vivido manifiesta: “Fue mi aventura, haber encontrado algo único en el mundo, no solo por el tamaño, porque ha pasado a ser una especie nueva, no hay ninguno igual a él".
Fuente: EFE
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