Describir la diversidad genética de los humanos es esencial para comprender sus enfermedades y distribución geográfica. Ahora, un nuevo estudio arroja luz sobre cómo la antigua mezcla entre neandertales y denisovanos ayudó a las poblaciones del Pacífico Sur a adaptarse a sus entornos insulares específicos.
Esta es la principal conclusión de un estudio publicado este miércoles en la revista Nature, basado en la secuenciación del genoma completo de más de 320 individuos de Taiwán, Filipinas, Archipiélago de Bismarck, Islas Salomón, Islas Santa Cruz y Vanuatu.
Los científicos, del Instituto Pasteur, el Collège de Francia y el Centro Nacional de Investigaciones Científicas (CNRS) galo, han estimado las proporciones de material neandertal y denisovano -parientes de los neandertales cuyo origen se estima en Asia- en los genomas de las poblaciones del Pacífico Sur.
"Nos sorprendió constatar que el legado denisovano varía considerablemente entre las poblaciones, desde un 0 % en Taiwán y Filipinas, hasta un 3,2 % en Papúa Nueva Guinea y Vanuatu", explica el español Lluis Quintana-Murci, jefe de la Unidad de Genética Evolutiva Humana del Instituto Pasteur.
Además, el estudio confirma que los neandertales proporcionaron a las poblaciones modernas mutaciones beneficiosas asociadas a numerosos fenotipos, como pigmentación de la piel, metabolismo y desarrollo neuronal, entre otros.
El hallazgo "más sorprendente", según un comunicado del CNRS, es que la mezcla con los denisovanos aportó "casi exclusivamente" mutaciones beneficiosas relacionadas con la regulación de la respuesta inmunitaria.
Esto sugiere que la herencia denisovana ha sido un reservorio de mutaciones ventajosas que han mejorado la capacidad de estas poblaciones para sobrevivir a los patógenos locales, como el zika, el dengue o el chikunguña.
Así, estos habitantes del Pacífico Sur se beneficiaron de las ventajas otorgadas por la mezcla de humanos arcaicos.
De la misma forma, los científicos han descubierto que el metabolismo de los lípidos -el colesterol en particular- también fue objeto de selección natural entre los pueblos oceánicos.
Este dato podría mejorar nuestra comprensión de por qué los cambios recientes en el estilo de vida de estas poblaciones pueden estar asociados a trastornos metabólicos como la obesidad y la diabetes, subraya la investigación.
Asimismo, los expertos han datado el asentamiento de las diferentes islas de "Oceanía próxima" -Papúa Nueva Guinea, Archipiélago de Bismarck e Islas Salomón- hace unos 40.000 años, confirmando así los registros arqueológicos.
En ese sentido, han demostrado que a este asentamiento inicial le siguió un periodo de aislamiento genético entre islas.
"Nuestros resultados confirman que los humanos fueron capaces de cruzar los mares para llegar a nuevas tierras desde una etapa temprana (...) pero estos viajes fueron infrecuentes en este periodo de la historia", concluye el científico del CNRS Etienne Patin.
No obstante, el estudio pone en tela de juicio la teoría según la cual un grupo abandonó Taiwán hace aproximadamente 5.000 años, pasando por las islas de "Oceanía próxima", para asentarse por primera vez en las islas deshabitadas del Pacífico sur.
Los análisis de estos investigadores sugieren que la salida de Taiwán fue anterior a esos 5.000 años, y que la mezcla entre esos migrantes y las poblaciones de "Oceanía próxima" comenzó 2.000 años después.
Fuente: EFE
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