La semana pasada comenzó a dar la vuelta al mundo un descubrimiento científico realizado en nuestro país, más precisamente en el río Tacuarí en Cerro Largo. Ernesto Pecoits y Natalie Aubet, uruguayos integrantes de un equipo de geólogos de la Universidad de Alberta, Canadá, descubrieron en unas rocas graníticas los rastros de los animales móviles más antiguos que se hayan registrado hasta el día de hoy.
Se trata de unos animales bilaterales similares a babosas, de un centímetro de largo, que se movían por el fondo de una extensión de agua en lo que hoy es Cerro Largo, Treinta y Tres y Rocha.
Hasta ahora, los rastros de animales más antiguos del mundo habían sido descubiertos en Rusia y tenían 555 millones de años, 30 millones menos que los hallados en nuestro país.
Tras participar de una conferencia en Montreal, el geólogo Ernesto Pecoits explicó a Montevideo Portal cómo llegaron a este descubrimiento y cuál es la importancia que tiene en el estudio de la evolución animal.
El doctorado de Pecoits y Aubet en Canadá fue acerca del tipo de rocas en las que fueron halladas las trazas, aunque cuando comenzaron con su investigación (allá por el 2007) se manejaban en áreas más al sur del lugar del descubrimiento.
Pecoits cuenta que en su momento el suceso no fue inmediato, ya que se creía que las rocas eran mucho más jóvenes de lo que realmente son. El descubrimiento de una roca volcánica que atravesaba las muestras con las trazas fue lo que permitió acotar la edad mínima del material (suceso ocurrido en el 2008).
El geólogo aclaró a Montevideo Portal que la importancia del descubrimiento no radica en que se trate de los rastros de vida animal más antiguos que se hayan encontrado, porque de hecho eso no es así. "La evidencia animal más antigua se reportó hace poco en Australia y en Omán, pero pertenece a esponjas, a animales muy simples. La importancia de nuestro descubrimiento es que son los primeros animales capaces de moverse por sí mismos. Son nuestros ancestros más primitivos y más directos", explica.
A diferencia de las esponjas, estos son animales bilaterales (al igual que nosotros), porque tienen bien diferenciada una parte de arriba, otra de abajo, de atrás y adelante. "Son los primeros organismos en los que se ve un salto importante evolutivo, en el que se empiezan a parecer a las formas de vida que conocemos hoy en día. A partir de este organismo se desarrollan los tipos conocidos del reino animal", puntualiza el geólogo.
Las esponjas halladas en Australia estaban datadas en 635 millones de años y los animales más complejos encontrados hasta el momento eran de hace 555 millones de años, por lo que en medio quedaba un hueco en el que no se sabía qué pasaba, en el que "se iba de una forma de vida muy simple como una esponja, que no tiene nada que ver con nosotros, al primer organismo con simetría bilateral y capaz de moverse".
"Teníamos evidencias a través de análisis filogenéticos, llamados análisis de relojes moleculares, que en teoría el origen de los animales con simetría bilateral debió darse hace cerca de 600 millones de años, no 555, algo que se comprobaría con esta evidencia fósil", explica Pecoits.
"Esa ventana que había entre los organismos esponja y bilaterales se achica ahora enormemente. Lo que nos dice esto es que en un período relativamente corto, de unos 50 millones de años, estamos teniendo un salto evolutivo importantísimo, yendo de formas primitivas a otras bastante complejas", aclara.
Cédula de identidad histórica
¿Cómo saber que las trazas halladas en la roca pertenecen a este tipo de animales, que supuestamente se arrastraban en el fondo del mar buscando material orgánico con el que alimentarse?
"Se usa lo que se llama paleontología o geología comparativa, en el sentido de que se compara lo que ve en el registro geológico con cosas que se pueden testear hoy en día. Si uno va a la playa, puede ver huellas de este tipo, con las mismas características, y a partir de los análisis comparativos se puede inferir la morfología del organismo que la realizó, el tamaño y las características que tenía para dejar ese tipo de traza", aclara Pecoits.
Las trazas tienen una suerte de crestita a los costados del surco dejado por el organismo. "Esa característica da evidencia de la conducta del animal al moverse en el sedimento, como por ejemplo la presencia de musculatura", agrega.
Pecoits explica que 40 millones de años más tarde de la aparición de los organismos bilaterales descubiertos en Uruguay, hace 542 millones, comienza a darse lo que se conoce como la explosión de vida cámbrica, en la que aparecen en el registro fósil una variedad de formas de vida que es de donde surge la mayoría de animales que existe hoy en día. "En su gran mayoría descienden del organismo hallado en Cerro Largo, que es el ancestro más directo de las formas de vida que conocemos hoy en día", cuenta.
"Trabajábamos con otros colegas del Uruguay, que fueron los que empezaron de alguna manera a llamarnos la atención sobre el tipo de rocas halladas y la edad que tenían. A partir de ahí fuimos a Uruguay, que fue donde se confirmó. Durante los trabajos estuvimos martillando rocas, que salían como lajas, y en esas superficies encontramos este tipo de rastros. Al principio se encontraron sólo en una localidad pero luego aparecieron incluso en seis lugares distintos", narra Pecoits sobre el proceso del descubrimiento. Los geólogos volvían dos veces por año para tomar nuevas muestras y realizar confirmaciones, acompañados de varios expertos canadienses.
Para Kurt Konhauser, geo-microbiólogo que integra el equipo, el descubrimiento no sólo abre preguntas sobre el ritmo de la evolución animal, sino también sobre las condiciones ambientales en las que evolucionaron. El desafío, ahora, es "descubrir cómo estos animales evolucionaron al punto en el que fueron capaces de moverse y cazar en busca de comida"