El hallazgo, basado en observaciones del telescopio espacial James Webb en una protoestrella conocida como IRAS23385, ha identificado desde moléculas relativamente simples, como el metano, hasta compuestos complejos como el ácido acético o el etanol.
La presencia de estas moléculas orgánicas complejas en la fase sólida de las protoestrellas se predijo por primera vez hace décadas a partir de experimentos de laboratorio, y fue confirmada después mediante detecciones provisionales de otros telescopios espaciales.
Ahora, con la "resolución espectral y la sensibilidad sin precedentes" de instrumentos del Webb como el Mid-InfraRed Instrument (MIRI), se ha identificado y confirmado individualmente la presencia de estas moléculas en los hielos interestelares.
El descubrimiento incluye la detección precisa de acetaldehído, etanol, formiato de metilo, y probablemente ácido acético (el ácido del vinagre), en la fase sólida.
"Este hallazgo contribuye a resolver una de las cuestiones más antiguas de la astroquímica, como cuál es el origen de la moléculas clave para la construcción de mundos habitables o en qué fase se producen, gaseosa o de hielo", señala Will Rocha, director del equipo de la Universidad de Leiden, en Países Bajos, en un comunicado de la Agencia Espacial Europea (ESA, por sus siglas en inglés).
La detección de moléculas orgánicas complejas en hielos sugiere que las reacciones químicas en fase sólida en las superficies de los granos de polvo frío puede dar lugar a tipos complejos de moléculas.
Dado que algunas de estas moléculas, incluidas las detectadas en fase sólida en esta investigación, se habían encontrado anteriormente en la fase gaseosa caliente, los científicos piensan que proceden del proceso de sublimación de hielos (por el que estos hielos pasan de sólido a gas sin convertirse en líquido).
Los investigadores creen que este hallazgo abre la posibilidad de comprender los orígenes de otras moléculas aún mayores en el espacio, y de saber si las moléculas orgánicas complejas son transportadas a los planetas, en etapas mucho más tardías de la evolución de la protoestrella, para que en ellos florezca la vida.
Todas estas moléculas "pueden formar parte de cometas y asteroides y, en última instancia, de nuevos sistemas planetarios cuando el material helado se transporte hacia el interior de los discos de formación planetaria a medida que evoluciona el sistema protoestelar", concluyen los investigadores.
EFE