Aunque los productos semi sintéticos aparecieron en la vida cotidiana ya en el siglo XIX, no fue hasta después de la Segunda Guerra Mundial que los plásticos comenzaron a cambiar la vida moderna.
Su uso masivo (no acompañado por una gestión de residuos acorde con el crecimiento de la producción del material) implicó que con el tiempo comenzaran a acumularse también en los ecosistemas, convirtiéndose en un grave problema medioambiental.
Desde hace muchos años, los plásticos aparecen en los ecosistemas acuáticos y costeros como las playas, estuarios, lagos y en los océanos. Uruguay no es la excepción, a tal punto que, según la organización Karumbé, se encuentra entre los países con más muertes de tortugas por ingesta de plástico (en relación a la extensión de su costa).
Una especie ideal para analizar el consumo de plástico en animales en el hemisferio sur es la Gaviota Cocinera (Larus dominicanus), que se caracteriza por ser una depredadora generalista. Este animal oportunista se reproduce en ocho islas costeras del Uruguay.
Un grupo de científicos locales se dedica desde el 2011 a estudiar la interacción de la Gaviota Cocinera con las fuentes de basura presentes en el estuario del Río de la Plata y sus consecuencias, un trabajo muy útil para prevenir conflictos ambientales.
Los biólogos Javier Lenzi (Centro de Investigación y Conservación Marina - CICMAR), María Fernanda Burgues y Emanuel Machín (Facultad de Ciencias), Daniel Carrizo (Centro de Astrobiología, España) y Franco Teixeira-de Mello (CURE), estudiaron la dieta de la Gaviota Cocinera a partir de 31 visitas a la Isla de Gaviotas entre el 2011 y 2013 y tomaron 806 muestras de su dieta. El año pasado repitieron la experiencia en la Isla de Flores, y se unieron al proyecto los también biólogos Daniel Hernández e Iván González. Los resultados de estos estudios fueron reveladores y muestran una nueva punta de un problema grande.
Del análisis que realizaron de las 806 egragópilas (regurgitaciones) colectadas en Isla de las Gaviotas , se deduce que los plásticos, entre otros residuos artificiales, constituyen el tercer elemento más frecuente en la dieta de estas gaviotas. En un 55.8% de las muestras aparecen peces, en un 36.4 % residuos orgánicos (como restos de comida) y en el 24.8 % residuos sintéticos. Entre ellos, vidrio, goma, nylon, plástico (tapas, envases), espuma-plast, papel de aluminio, hilo y cuerdas, metal (tapas, clavos, alambre) y papel (envases, cartón).
Residuos sintéticos ingeridos por las Gaviotas Cocineras
El filme plástico fue el residuo sintético más abundante, lo que según los investigadores sugiere que junto a las bolsas es el contaminante plástico primario para la Gaviota Cocinera.
En Isla de Flores, mientras tanto, concluyeron también que una importante proporción de plástico es ingerido por esta especie, y que los pichones incorporan basura a su dieta durante el desarrollo.
Los científicos también equiparon algunos ejemplares con GPS, y descubrieron que suelen visitar los basureros municipales, el puerto de Montevideo y el aeropuerto de Carrasco.
En Isla de las Gaviotas ingieren más alimento natural (mayormente peces) que basura. En Isla de Flores, en cambio, algunos resultados preliminares indican que la basura sería más importante que el alimento natural.
No al bullying en las gaviotas
Javier Lenzi, impulsor del proyecto, dijo a Montevideo Portal que algunas especies de gaviotas representan un problema ambiental cuando sus poblaciones se incrementan sin control, como sucede cuando cuentan con fuentes artificiales de alimento. En varias partes de su distribución geográfica la Gaviota Cocinera ha sido identificada como un problema por varios motivos. El primero de ellos es que son depredadoras de huevos y pichones de otras aves, algunas en riesgo de extinción. "En Uruguay, junto a otros colegas, hemos estudiado este fenómeno en Islas de la Coronilla (Departamento de Rocha) donde la Gaviota Cocinera afectó negativamente la reproducción de otras aves marinas, como el Gaviotín Real y Gaviotín de Pico Amarillo. Este estudio sirvió para que estas especies fueran evaluadas como en Peligro Crítico y Vulnerable, respectivamente, por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN) en Uruguay", contó el biólogo.
Además, tienen un comportamiento agresivo y territorial: se ha visto que las Gaviotas Cocineras "impiden que otras especies convivan en el mismo hábitat cuando están reproduciendo". "Por ejemplo, en Isla de las Gaviotas, frente a playa Malvín, hemos visto que cuanto mayor es la cantidad de gaviotas cocineras menor es la cantidad de otras especies de aves marinas y costeras que habitan la isla", dijo Lenzi.
El especialista recordó también que son potenciales vectores de bacterias tóxicas (Salmonella, Escherichia coli y Clostridium botulinum) que pueden contaminar aguadas para el ganado y también a las personas.
A ello se suma que cuando las gaviotas se encuentran cerca de aeropuertos son un problema para la seguridad aérea porque incrementan el riesgo de colisión con aviones (como dijimos, los individuos de la colonia reproductiva de Isla de Flores frecuentan el basurero municipal que se encuentra cerca del Aeropuerto Internacional de Carrasco).
Por último, en el sur de Sudamérica las Gaviotas Cocineras se alimentan de grasa y piel de ballenas francas adultas y de sus crías, "lo cual causa laceraciones importantes y afecta negativamente el desarrollo de los cachorros", respondió Lenzi.
"En un contexto donde las poblaciones de gaviotas están creciendo, debido a que les estamos proporcionando fuentes alternativas de alimento, se podrían desencadenar y/o profundizar los impactos ambientales provocados por esta gaviota", apuntó.
Restos de plásticos en la dieta de la Gaviota Cocinera en Isla de las Gaviotas
Plastic world
Pero la superpoblación de estos animales y su efecto en especies amenazadas no es el punto central ni el más preocupante del estudio.
Según explica Lenzi, en el estudio de ingestión de plástico hecho en Isla de las Gaviotas descubrieron que estos animales están ingiriendo plástico en los basureros municipales. "Este hecho podría tener implicancias para otras especies en el sentido de que las gaviotas están transportando plástico desde los ecosistemas terrestres hacia los ecosistemas costeros y marinos, lo que se suma a las vías ya conocidas de entrada de plástico a los ecosistemas marinos y costeros (cursos de agua, actividades recreativas en la costa, tráfico marítimo, etc.)", contó.
Es decir, el plástico sería ingerido en los basurales y regurgitado en la costa. Este fenómeno "se observa de forma más marcada durante la etapa de reproducción, donde los individuos realizan viajes de alimentación hacia los basurales y retornan a las islas costeras donde regurgitan las egagrópilas cerca de sus nidos".
En el estudio registraron que unas 800 egagrópilas pueden contener unos 61 gramos de plástico. "Si bien aún no hemos hecho un estudio para cuantificar la llegada de plástico a la costa por esta vía, si multiplicáramos estos 61 gramos por cientos o miles de gaviotas que se alimentan de basura en el basurero y regurgitan sus egagrópilas en la costa, podríamos hablar de varios kilos de plástico llegando a este ecosistema diariamente. Estos restos de plástico puedan quedar disponibles para ser ingeridos por otras especies, por ejemplo, peces, otras aves, mamíferos marinos, tortugas marinas, entre otros", contó.
En el caso de las propias gaviotas, a diferencia de otras aves marinas no mueren directamente por ingerir plásticos pero "podrían ser afectadas negativamente a través de una falsa sensación de saciedad o una reducción del volumen del estómago, lo que previene la correcta asimilación del alimento que fue ingerido junto con el plástico". A esto se suman los potenciales efectos sobre la salud de estos animales que pueden estar relacionados con los contaminantes orgánicos persistentes que son absorbidos por el plástico, contó el biólogo.
Egagrópila de Gaviota Cocinera compuesta 100% por un filme plástico
Que se vaya la cadena
Los plásticos que el ser humano arroja y que las gaviotas ingieren y luego regurgitan en nuestras islas costeras no se convierten solo en un problema de los animales. Como parte de la cadena alimenticia, los seres humanos están tirando un boomerang que puede regresar de muy mala manera. "Una propiedad importante de los contaminantes orgánicos persistentes es que se acumulan en la cadena alimenticia, dado que persisten en el tejido adiposo de los animales ya que son lipofílicos. Esto quiere decir que al menos una parte de estos contaminantes que se encuentran en los tejidos adiposos de las presas pasan y se acumulan en los tejidos de los depredadores", contó Lenzi a Montevideo Portal.
Hay cerca de 1200 tipos de contaminantes orgánicos persistentes. El plástico, al ser hidrofóbico (no puede mezclarse con el agua) sirve como sustrato para muchos de ellos, también hidrofóbicos. Por ejemplo, los ya conocidos DDT y HCB, utilizados en el pasado como insecticida y fungicida, respectivamente, o las dioxinas y los furanos, compuestos derivados de los procesos de combustión, recordó Lenzi.
Por lo tanto, "es esperable que los humanos también estemos ingiriendo estos contaminantes a través de nuestra dieta, en alguna medida, debido a la ingestión de plástico en los eslabones más bajos de la cadena". La evidencia sobre los efectos de estos contaminantes en los humanos está relacionada con alteraciones en el desarrollo neurológico, problemas de tiroides, alteraciones del sistema inmune, malformaciones congénitas, enfermedades respiratorias, bajo peso al nacer, déficit atencional, cáncer, entre muchos otros, señaló.
Para el biólogo, "esto muestra otra dimensión de la contaminación por plásticos, que está muy poco estudiada, y que no solo se relaciona con la salud animal, sino también con la salud y el bienestar humano". Por lo tanto, "es necesario estimular este tipo de estudios ya que hay evidencia de que los humanos ingerimos contaminantes orgánicos persistentes a través del alimento (entre otras vías) y que el plástico, junto con estos contaminantes, está presente en nuestra cadena alimenticia".
Filme plástico encontrado en la dieta de la Gaviota Cocinera
A vuelo de pájaro
El estudio de este grupo de biólogos se suma a otros trabajos motivados por la preocupación de un fenómeno creciente: la ingesta de plástico de animales acuáticos y sus derivaciones en la salud de las especies, incluyendo al Homo sapiens. Los resultados de este trabajo están en manos de la Dirección Nacional de Medio Ambiente y pueden servir de insumo para nuevas regulaciones que enfrenten este problema, como lo fue la llamada Ley de Bolsas.
Según explicó Lenzi, el dato del consumo de plástico de la Gaviota Cocinera no es aislado sino que se suma a otros estudios hechos en Uruguay por un grupo de investigadores de diferentes instituciones (ONGs, universidades, investigadores independientes, institutos de investigación y DINARA) reunidos en torno al grupo denominado Plásticos y otros residuos en ecosistemas acuáticos del Uruguay, perteneciente a la Comisión Sectorial de Investigación Científica de la Universidad de la República.
Este grupo nuclea varias investigaciones sobre la ingestión de plástico en animales acuáticos, como por ejemplo tortugas marinas, aves marinas oceánicas, peces, invertebrados marinos, y también sobre la presencia del plástico y de los contaminantes orgánicos persistentes en playas de Maldonado.
"Problematizar y difundir en la sociedad algunas dimensiones poco conocidas de este tipo de contaminación es muy importante, ya que en general la opinión pública gira en torno a una sola dimensión, el uso de envases plásticos y en particular las bolsas plásticas", concluyó el biólogo.
La Gaviota Cocinera, en este caso, puede hacer de "canario en la mina" y servir de advertencia para enfrentar un problema que por el momento va en aumento.
Martín Otheguy (motheguy@montevideo.com.uy)