Durante el confinamiento por el coronavirus se vieron insólitas imágenes de animales conquistando las ciudades. Un nuevo estudio indica que aquel período alteró algunos comportamientos del movimiento de los mamíferos, que viajaron un promedio del 73% más lejos donde las medidas fueron más estrictas.
La investigación que publica hoy Science en portada contó con la participación de un nutrido equipo internacional de científicos, entre ellos de las universidades españolas de Oviedo y Huelva.
Estas observaciones del comportamiento de los mamíferos, gracias a la reducción del tráfico y la movilidad humana por las restricciones de comienzos de 2020, proporcionan una valiosa información para futuras estrategias de conservación diseñadas para mejorar la coexistencia entre humanos y la vida natural salvaje.
Durante la primera ola de covid-19, se aplicaron en casi todo el mundo medidas de confinamiento que redujeron drásticamente la movilidad humana y el tráfico de vehículos.
Esta “antropausa”, como se denomina, dejó imágenes nada habituales, como los pumas paseando por las calles de Santiago de Chile, pero había que establecer si realmente había pruebas de una mayor presencia animal o si, simplemente, la gente prestaba más atención por la obligación de estar en casa.
El equipo coordinado por Marleen Tucker de la Universidad de Radboud de Nimega (Holanda) compiló datos de seguimiento por GPS de 76 estudios que englobaban 2.300 mamíferos y representaban a 43 especies del mundo.
Así pudieron evaluar cómo cambiaron su comportamiento de movimientos elefantes, jirafas, osos o ciervos, entre muchos otros, de febrero a mediados de mayo de 2020, al compararlo con los mismos meses del año precedente.
Aunque los movimientos y las respuestas de comportamiento de evitar carreteras en los confinamientos variaban según la especie y la región del mundo, el equipo identificó varios efectos en común.
En el caso de confinamientos estrictos, los animales recorrieron distancias un 73% más largas de media en un período de 10 días, lo que sugiere que la mayoría de los mamíferos de esos lugares exploraban más paisaje cuando se reducía el movimiento de vehículos.
Además, se acercaban un 36% más a las carreteras, lo que se debe probablemente a que esas vías estaban más tranquilas durante los períodos de cierre estricto y los animales tenían menos miedo del tráfico rodado o de la presencia humana.
En cambio, en las zonas con confinamientos menos estrictos, los animales recorrieron distancias más cortas, quizás porque se animaba a la gente a adentrarse en la naturaleza, con lo que esas “zonas naturales estaban más concurridas que antes de la covid-19”, según el también firmante Thomas Mueller, la Universidad Goethe de Fráncfort (Alemania).
Gracias a este estudio se pudo observar cómo las actividades humanas constriñen el movimiento animal y cómo reaccionan estos cuando esas labores cesan.
El estudio se centró, entre otros lugares en las vías humanas, que no solo reducen el hábitat y limitan el movimiento, sino que también pueden ser una fuente notable de mortalidad animal por las colisiones de vehículos.
La investigación demostró que los animales pueden responder directamente a los cambios en el comportamiento humano, lo que —según Tucker— ofrece esperanzas para el futuro, porque, en principio, significa que “hacer algunos ajustes en nuestro comportamiento podría tener un efecto positivo en los animales”.
EFE