Esta semana la prestigiosa revista Nature destaca en su espacio "Where I Work" a la científica e investigadora de la Facultad de Ciencias Fernanda Cerdá, y el trabajo que realiza para construir celdas solares utilizando pigmentos naturales extraídos de la flora autóctona. El artículo en cuestión se titula "Power plants: making electricity from flowers and fruits" y habla sobre el trabajo de Cerdá y las condiciones en que lo realiza.
Cerdá, es docente investigadora en el Laboratorio de Biomateriales del Instituto de Química Biológica de la Facultad de Ciencias. Se ha especializado en el área Fisicoquímica y desde 2013 trabaja en celdas solares basadas en pigmentos naturales. Estas celdas sensibilizadas por pigmentos son conocidas como "celdas de Grätzel" en honor al investigador Michael Grätzel, que reportó por primera vez esta posibilidad y lideró el desarrollo de esta idea en Suiza.
En diálogo con Montevideo Portal, la investigadora contó cuáles fueron sus sensaciones al leer el artículo de la revista científica y dio detalles sobre en qué consiste su área de investigación.
"La revista tiene una sección que interpreto, porque no lo dice, donde se busca promover algún tipo de figura científica que cierra con lo que están buscando en ese momento. Supongo en este caso buscaban a alguien de esta zona del mundo, del sur del Ecuador, y que fuera mujer. Pero no tengo ni idea por qué me eligieron (risas)", reconoció Cerdá.
"Quien escribió el artículo es una mujer que vive en Sudáfrica y tuve dos entrevistas por Zoom con ella, muy largas, donde hablamos de muchas cosas y ella luego redactó el artículo, pero jamás tuve la menor idea de qué iba a redactar", agregó. En ese sentido, Cerdá contó que se imaginaba que la periodista iba a hablar de esta tecnología, pero después "en qué iba a poner los acentos no lo sabía" y comentó que le "sorprendió al leerla la nota porque no sabía por dónde iba a ir". "Ella hizo mucho hincapié en las cuestiones de género y postergación ligadas al género", aseguró y reconoció que le pareció bien ese enfoque.
En relación a su trabajo en Facultad de Ciencias, la investigadora dijo que "las celdas con pigmentos fueron reportadas por primera vez en el año 1991 por Michael Grätzely y llevan su nombre". "30 años en la ciencia es un tiempo muy corto y rápido para muchas cosas. Se pasó de un primer reporte, donde se hablaba de la posibilidad de obtener energía, usando este tipo de sistemas, a hacer construcciones basadas en la generación de energía usando estos paneles", añadió.
La científica señaló que "Grätzely vive en la ciudad de Lausana, en Suiza, y el centro de convenciones de esa ciudad que fue inaugurado en 2014 utiliza estos paneles para generar su propia energía". "Cuando empezamos acá a trabajar en eso, en esa carrera por publicar nuestra investigación nos dimos cuenta de que no podíamos competir con el norte y con el equipamiento que tienen ellos, por lo que buscamos hacer algo que ellos no puedan", expresó.
"Agarramos nuestras flores, frutos, algas que hay en la Antártida y en la que ellos se les complica acceder, para tener un diferencial", agregó.
Cerdá explicó que lo que se sabe al momento "es que se pueden utilizar pigmentos que se sintetizan en el laboratorio o que se sacan de la naturaleza". "Con los pigmentos que sintetizas en el laboratorio, que se diseñan a medida, se han logrado alcanzar paneles de silicio. Su funcionamiento los equipara y en algunos casos los supera", comentó.
Además, con respecto a los pigmentos que se sacan de la naturaleza, la investigadora dijo que "ya se sabe de antemano que el rendimiento va a ser muchísimo más bajo, pero más fácil de obtener". "Sin embargo, también pueden resolver temas accesorios, por ejemplo, ahora hay un tema con las algas marrones en playas de los mares más cálidos como el Caribe. Ahí hay kilos, toneladas de algas, que se les puede sacar el pigmento", dijo Cerdá.
"El pigmento de esas algas también lo estudiamos. Se podría usar esa materia prima y en vez de tirarla extraer los pigmentos y darle una utilidad. Se le puede dar un punto de vista a una tecnología, que ya existe, renfocarla a lo que tengo o a algo que no está teniendo utilidad. Te da un producto adicional que de otra forma se estaría descartando", concluyó la científica.