Por The New York Times | Sabrina Imbler
Tal vez esta no sea la peor época, pero desde luego que no es la mejor. El fin de la pandemia no está cerca. El mundo se está calentando, el nivel de los mares está subiendo y los osos polares se acercan a la extinción de manera acelerada. También están los impuestos, la semana de trabajo de 9 a 5, la renovada amenaza de una guerra nuclear.
Mientras la gente buscaba a quién culpar además de a sí misma y a la humanidad entera, apareció un culpable en forma de pez, en concreto, el Tiktaalik de 375 millones de años de antigüedad. Los argumentos eran que nuestras desgracias actuales jamás habrían existido si nuestros antepasados nunca hubieran salido del agua. Los cuatro esbozos de extremidades del Tiktaalik convirtieron a este pez en un blanco fácil.
En 2006, la artista Zina Deretsky elaboró una ilustración científica del Tiktaalik para la Fundación Nacional de Ciencias. En fechas más recientes, su imagen del Tiktaalik como un pez que parece estar pensando a punto de salir del agua ha dado lugar a una gran cantidad de memes.
En uno de ellos, el pez se topa con premoniciones y puntas de lanza medievales: “Si ven evolucionando a un monstruo espantoso, HAGAN QUE REGRESE”. La idea de los memes era ahuyentar al Tiktaalik con un periódico enrollado o un palo… con cualquier cosa que lo hiciera regresar al agua e impedir que nosotros tuviéramos que ir a trabajar para pagar la renta.
La primera vez que Deretsky vio uno de los memes con comentarios humorísticos de su ilustración del Tiktaalik, sintió que podía empatizar. “En estos momentos, nuestro mundo es un poco difícil”, comentó.
Es posible que los científicos nunca sepan con exactitud por qué algunos peces como el Tiktaalik y los primeros tetrápodos (vertebrados con cuatro extremidades) llegaron a la tierra, señaló Alice Clement, una paleontóloga y bióloga evolutiva de la Universidad Flinders, en el sur de Australia. “¿Fue para buscar más alimento, huir de sus depredadores en el agua, hallar un refugio seguro para sus crías en desarrollo?”, se preguntaba Clement.
De todas maneras, su legado es enorme. El grupo de peces que llegó a la tierra dio origen a casi la mitad de los vertebrados actuales, entre ellos, todos los anfibios, los reptiles, las aves, los mamíferos y nosotros. Y pese a que tal vez no podamos remontarnos en nuestro árbol genealógico directamente al Tiktaalik, “un animal muy parecido al Tiktaalik fue el ancestro directo de los seres humanos”, aseveró Julia Molnar, una biomecánica evolutiva del Instituto Tecnológico de Nueva York.
Si el Tiktaalik es nuestro ancestro, quizás el hecho de responsabilizarlo por el caos que provocó sea una manifestación de amor.
‘La era de los traspiés’
La primera vez que supimos de la existencia del Tiktaalik fue en 2004, cuando, en lechos fluviales ancestrales del territorio Nunavut del Ártico, aparecieron cráneos y otros huesos de al menos diez ejemplares. El equipo de paleontólogos que los descubrió, en el cual estaban Neil Shubin, de la Universidad de Chicago, Ted Daeschler, de la Academia de Ciencias Naturales en Filadelfia, y Farish Jenkins, de la Universidad de Harvard, escribió acerca de sus hallazgos en dos artículos publicados en 2006 en la revista científica Nature.
El equipo consultó con un consejo de ancianos de la localidad conocido como el Qaujimajatuqangit Katimajiit inuit y este fue quien lo bautizó como Tiktaalik, que en el idioma inuktitut significa pez grande de agua dulce que vive en aguas superficiales. Desde entonces, los fósiles se han regresado a Canadá.
Durante décadas, los investigadores habían estado buscando un fósil como el Tiktaalik, una criatura a punto de tener extremidades. Y mientras que había dudas con respecto a otros fósiles, la clara anatomía del Tiktaalik —un pez (casi) con patas—, lo convirtió en el ícono perfecto de la evolución, ubicado de lleno entre el agua y la tierra.
Aun así, este fósil tocó una fibra sensible de la población porque llegó inmediatamente después de un proceso judicial en Pensilvania que falló en contra de hablar sobre el creacionismo como una alternativa de la evolución en la enseñanza de la biología a nivel bachillerato. Para Shubin, el deseo colectivo de la sociedad de regresar al Tiktaalik al agua es casi un alivio: solo si creemos en la evolución querríamos botar al pez, “lo que para mí es algo hermoso”, comentó.
Cuando Deretsky hizo la ilustración del Tiktaalik, lo dibujó con la parte de atrás sumergida en el agua y en ese momento no se sabía cómo era la mitad posterior. Pero desde ese entonces, los científicos han recopilado más de 20 muestras y visto más partes de su anatomía, como la pelvis, la aleta posterior y las articulaciones de su cráneo.
En especial, las imágenes obtenidas por tomografía computarizada tomadas por Justin Lemberg, un investigador que trabaja en el laboratorio de Shubin, les han permitido a los científicos mirar la roca por dentro para ver los huesos que están ahí. Con las imágenes se generaron modelos en tercera dimensión de las partes del Tiktaalik que no se veían. Algunas imágenes revelaron que el Tiktaalik tenía caderas inesperadamente voluminosas y una aleta pélvica muy grande. Parecía que el pez, en vez de arrastrarse solo con sus aletas anteriores, como una carretilla, usaba las cuatro aletas para trasladarse, como un jeep.
Otras imágenes revelaron los delicados huesos de su aleta pectoral. A diferencia de las rayas simétricas de las aletas del pez, los huesos de las aletas del Tiktaalik eran muy asimétricas, lo que permitía que las articulaciones se doblaran en una dirección. “Creemos que eso era así porque estos animales interactuaban con el suelo”, explicó Thomas Stewart, un futuro biólogo evolutivo y del desarrollo de la Universidad de Pensilvania.
Las aletas del Tiktaalik tienen un atractivo especial para los científicos que investigan las bases genéticas de nuestras propias manos. Tetsuya Nakamura, un biólogo del desarrollo evolutivo que desea manipular genéticamente un pez cebra para que le crezcan dedos, colgó en su laboratorio ilustraciones de la aleta del Tiktaalik como ejemplo: “Esa es la imagen ideal que queremos crear en nuestro laboratorio”, comentó Nakamura.
La existencia del Tiktaalik era ideal de otras maneras. Este pez se desplazaba con torpeza en el Devónico Tardío, una versión feliz de la Tierra que ahora envidiamos en la cual el clima era agradable y templado y los mares estaban llenos de peces. Tal vez el Tiktaalik pasaba sus días paseando por las orillas de los ríos y los pantanos repletos de plantas, señaló Daeschler.
Según Ben Otoo, un estudiante de posgrado en la Universidad de Chicago que estudia a los primeros tetrápodos, ser un vertebrado en ese periodo de la Tierra era ridículo. A los vertebrados que se arriesgaban a salir a la tierra apenas les estaban saliendo las patas para andar por la tierra. “Esto implicó muchos movimientos torpes, serpenteos, deslizamientos, resuellos, resoplidos, caídas”, aseveraron. “Literalmente es la era de los traspiés”. Otros peces que tenían curiosidad por la tierra o primeros tetrápodos no se veían menos ridículos. Antes del Tiktaalik, en las aguas superficiales nadaba el Panderichthys de cráneo plano. Después, el Acanthostega ostentó un conjunto de extremidades reconocibles, pero insignificantes. Y el Elpistostege, un pez muy parecido al Tiktaalik, también borró la línea entre la aleta y la mano.
Entonces si los seres humanos modernos quieren echarle la culpa de todas nuestras desgracias al Tiktaalik, sería justo que también culpáramos a otros incipientes habitantes de la tierra —los que conocemos y los que estamos por descubrir— por marcar el inicio de la autoconciencia y los formularios de impuestos.
El pez que generó 1000 memes Para ser justos, ni siquiera el Tiktaalik adulto pudo haber previsto nada de esto; no tenía ningún plan especial de colonizar la tierra. “No es algo como que si el pez haya dicho: ‘Es que las extremidades son mejores’”, comentó Daeschler. “Ni que los animales hubiesen visto cosas sobre la tierra y pensaron: ‘Me urge evolucionar’”.
También es exagerado decir que los peces acuáticos caminaron sobre la tierra de una manera provechosa. Más bien, insinuó Daeschler, el Tiktaalik estaba explotando nuevas oportunidades ecológicas en la orilla del río y se deslizó por las aguas superficiales donde los peces sin extremidades no podían andar.
Además, los críticos potenciales del Tiktaalik deben ser conscientes de que un simple palo no habría sido suficiente para disuadir a un adulto. Pese a que, según las reconstrucciones, su rostro parece “bobo e inocente”, señaló Stewart, este pez era tan grande como una persona. “Eso cambia lo que pensamos al respecto; de una cosita tipo pez a un animal más imponente dentro del agua”, comentó Stewart.
El arte no tiene que reflejar la realidad para transmitir una verdad. Los memes del Tiktaalik no solo nos dan un chivo expiatorio para los males modernos, sino que también nos piden que imaginemos un pasado, presente y futuro diferentes. ¿Qué sucedería si pudiéramos volver a trazar el curso de la historia evolutiva?
“En realidad es un pensamiento poderoso y no creo que haya nada inevitable sobre la trayectoria que ha seguido la evolución”, dijo Molnar con respecto a los memes. “Si regresamos el reloj, terminaríamos en un lugar completamente distinto”, añadió, parafraseando al biólogo Stephen Jay Gould.
Así que, si el Tiktaalok implica pesar, también implica una opción radical. Para Otoo, el fósil evoca un optimismo utópico, un recordatorio de que la Tierra ha tenido muchas identidades anteriores y que tendrá muchas más.
“Tendemos a concebir el mundo natural como algo muy inmutable y estático: vemos las cosas y decimos ‘bueno, así son las cosas’”, afirmaron. Pero hace 300 millones de años, los continentes estaban unidos en uno solo. Incluso la Tierra puede reestructurarse con el tiempo.
Otoo considera que, si la Tierra puede cambiar, también podemos hacerlo los seres humanos. “Gracias a diversas combinaciones de decisiones, conscientes e inconscientes, hicimos el mundo de esta manera”, señalaron. “Y podemos hacerlo de manera distinta”. Ilustración de Zina Deretsky, de la Fundación Nacional de Ciencias, que ilustra al Tiktaalik roseae, el extinto pez con extremidades que un día, hace 375 millones de años, se arriesgó a salir a tierra. (Zina Deretsky, Fundación Nacional de Ciencias, vía The New York Times) Fotografía sin fecha tomada por Ted Daeschler de algunos científicos en busca de fósiles del Tiktaalik, en la isla de Ellesmere, territorio de Nunavut, Canadá. (Ted Daeschler vía The New York Times)