La rana venenosa "Oophaga lehmanni", una especie endémica del Pacífico colombiano, ha pagado por el pecado de su belleza con su casi extinción como especie debido al tráfico de fauna ilegal, un crimen ecológico del que comienza a recuperarse.
Esto se debe a que por primera vez se ha logrado su reproducción y casi una treintena de ejemplares fueron liberados para repoblar su hábitat en el departamento colombiano del Valle del Cauca, indicó EFE.
El tamaño del anfibio es de apenas un par de centímetros, pero sus colores se roban la atención de esta especie: franjas rojas y negras le recorren el cuerpo alertando de lo venenosas que pueden llegar a ser.
Es una especie de rana con veneno de dardo, que secretan en la piel, cuyo hábitat natural es el bosque húmedo subtropical, algo que encuentra en la Cordillera Occidental de los departamentos de Valle del Cauca y Chocó, señaló EFE.
En la zona de Anchicayá, en el municipio de Dagua, la comunidad ha estado cuidando de las ranas, y ahora se encargará de monitorear su evolución una vez liberadas. "Es una satisfacción muy grande soltar esta especie a la que uno ha aprendido a cogerle tanto amor", cuenta Eli López, miembro de la comunidad.
"Cada día le voy cogiendo más amor, lo veo como una misión", agrega López, quien transmite esa pasión por la conservación y el respeto a esta especie tan amenazada a sus hijas, con las que acude a la liberación de estos anfibios.
Esta especie de rana tiene una capacidad bastante alta de toxicidad, "lo utilizan principalmente para repeler los potenciales predadores, los cuales no se atreven a consumirlas porque ya saben que son animales venenosos", detalla a EFE el biólogo jefe de poblaciones de la Fundación Zoológica de Cali Carlos Galvis.
Sin embargo, aclara que "no es un veneno que utilicen para agredir ni causar daño a otros organismos, es solo un mecanismo de defensa". Además, el experto dice que su veneno también tiene un potencial farmacéutico.
Momento histórico
Se trata de un "momento histórico" para ayudar a que "esta especie no desaparezca de la faz de la Tierra", expresó durante la liberación de las ranas el director general de la Corporación Autónoma Regional del Valle del Cauca (CVC) Marco Antonio Suárez Gutiérrez.
Una alianza de varias entidades, entre ellas la CVC, el Zoológico de Cali, la Universidad del Valle y la Wildlife Conservation Society Colombia, con la participación del Ministerio de Ambiente, Parques Nacionales, la comunidad de Anchicayá, la Universidad de Los Andes, el Zoológico de Zúrich y profesionales, han hecho esta reproducción posible.
"No ha sido un proceso fácil, hemos tardado años estandarizando todos los procesos. Finalmente hemos logrado la reproducción de estos animalitos, de esta especie tan especial endémica que no existe ninguna otra parte del mundo. Para nosotros es una felicidad y una satisfacción enorme", manifiesta Galvis.
La ranita y la comunidad
Esta rana está en peligro crítico debido a la gran cantidad de ejemplares que se han extraído para el comercio ilegal, además de las afectaciones en su hábitat. Los traficantes las compran a los habitantes de las zonas donde habitan por 20.000 pesos (5 dólares), para después venderlas en el mercado negro hasta por 5.000 dólares.
Los mismos habitantes de la zona admiten que, a pesar de que conocían su existencia, nunca habían sido conscientes de la importancia de esta especie hasta que se propuso este proyecto, en el que se han involucrado de lleno.
Pero el daño hecho es tan grave que las conclusiones de los expertos determinaron que, aunque se detuviera por completo el tráfico ilegal, la población está tan perjudicada que no lograría recuperarse naturalmente y su existencia se iría apagando hasta desaparecer. De ahí surge la necesidad de lograr su reproducción bajo cuidado humano.
Los habitantes de los caseríos de El Placer y La Cascada participan en la liberación y monitoreo en las zonas donde van a habitar, comenta Freddy Rebolledo, presidente de la Cooperativa Agroindustrial y miembro de la comunidad El Placer.
Rebolledo explica que los primeros ocho días se le hará un monitoreo permanente y se les darán tres comidas al día para luego hacerles un seguimiento cada 15 días.
Las ranitas encargadas de repoblar esta zona son descendientes de unos ejemplares incautados en el Aeropuerto El Dorado de Bogotá, que tenían como destino Europa, pero que acabaron en el zoológico de Cali con la esperanza de ser los nuevos fundadores de una comunidad que garantice su no extinción.
Con base en la nota de Ernesto Guzmán Jr. para EFE
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