Por The New York Times | David Yaffe-Bellany y Mike Isaac
A principios de abril, Brian Armstrong, director ejecutivo de la casa de cambio de criptomonedas más grande de Estados Unidos, viajó al otro lado del mundo para hacer un anuncio: Coinbase iba a llevar las criptomonedas a la India.
En un auditorio en Bangalore, Armstrong, que llevaba un tipo de camisa holgada con botones que es popular en la India, informó que Coinbase planeaba establecer una sede con 1000 empleados allí para finales de este año. La compañía invertiría en empresas emergentes indias y les permitiría a los clientes locales comprar y vender monedas digitales en su plataforma. Para Coinbase, era una oportunidad para transformar las finanzas en un país con más de mil millones de habitantes, y atraer nuevos clientes de toda Asia.
“Namasté. Venimos con humildad y respeto”, afirmó Armstrong.
Pero esa semana, Coinbase recibió malas noticias. Un grupo respaldado por el gobierno indio emitió un comunicado en el que dejó entrever que la compañía no iba a poder utilizar una plataforma de pagos crucial, un sistema que se suponía les iba a permitir a los clientes de Coinbase convertir sus rupias en monedas virtuales como Bitcoin y Ether. Poco después de su gran inauguración, Coinbase detuvo gran parte de su servicio comercial en la India.
Coinbase saltó a la fama como una de las primeras empresas importantes de criptodivisas, una puerta de entrada al caótico mundo de los activos digitales para inversores aficionados. Pero a medida que ha pasado de ser una osada empresa emergente a una compañía que cotiza en la bolsa, su estatus como líder de la industria se ha visto amenazado por una serie de errores y una fuerte caída en el mercado de las criptomonedas en los últimos seis meses.
El accidentado comienzo de Coinbase en la India, un mercado que las criptomonedas no han explotado en su mayor parte, fue un gran ejemplo de las fallas que han inquietado a los empleados y que han desplomado el precio de las acciones de la compañía. En junio, Coinbase despidió al 18 por ciento de su personal.
Durante años, Coinbase ha aspirado a convertirse en el Google de las criptomonedas, como dicen algunos empleados. Ha buscado ser un negocio que cambie el mundo con un alcance global y una amplia gama de productos. En cambio, la compañía está en riesgo de desperdiciar su ventaja inicial, ya que competidores más ágiles como FTX y Binance continúan expandiéndose a pesar de la recesión, según entrevistas con expertos en criptodivisas y 23 empleados actuales y antiguos de Coinbase.
“Se ha vuelto una situación algo caótica para ellos”, afirmó Dan Dolev, analista de la firma financiera Mizuho, la cual analiza a Coinbase. “Es la tormenta perfecta”.
Algunos expertos atribuyen los problemas de Coinbase en parte a los errores estratégicos que han cometido los ejecutivos a quienes Armstrong recurrió para convertir a la empresa en un gigante de las criptomonedas. Cuando los precios de las criptomonedas se incrementaron, Coinbase contrató a miles de empleados nuevos, lo que provocó gastos excesivos y saturación.
Algunos reclutas vinieron de titanes de Silicon Valley como Google y Meta, incluidos altos ejecutivos. Actualmente, según los empleados, la empresa es irreconocible en comparación con la que dominó los primeros años de la criptoindustria, y tiene a algunos líderes que no tienen mucha experiencia significativa en la industria.
A pesar de su buen arranque, Coinbase nunca ha tenido un fuerte control sobre el mercado internacional, el cual está dominado por Binance. La compañía ingresó a la India a pesar de la incertidumbre generalizada sobre cómo reaccionaría el gobierno, una estrategia que los expertos de la industria consideraron insensato.
Luego, en la primavera, Coinbase presentó su producto más publicitado del año, un mercado de tókenes no fungibles, los coleccionables digitales conocidos como NFT. Pero el mercado no atrajo mucho interés y fue criticado por los aficionados de los NFT.
No todos los problemas recientes de Coinbase son de su propia creación. La fuerte caída en los precios de las criptomonedas ha provocado un desplome de las operaciones comerciales, que representan la gran mayoría de los ingresos de la compañía. Al ser la empresa de criptomonedas más grande en el mercado público, Coinbase carga con la peor parte de los problemas más generales de la industria: el precio de sus acciones fluctúa en paralelo con el bitcóin y otras criptomonedas volátiles. (La compañía recibió un impulso esta semana, cuando anunció una asociación con BlackRock, el administrador de activos más grande del mundo. Sus acciones subieron casi un cinco por ciento al cierre de las operaciones del jueves 4 de agosto).
Armstrong se negó a ser entrevistado, pero cinco de sus ejecutivos principales defendieron el desempeño de la compañía. En una serie de entrevistas, afirmaron que Coinbase estaba desarrollando una variedad de productos relacionados con las criptomonedas, algunos de los cuales podrían tardar un poco en popularizarse, y enfatizaron que la compañía ya había superado recesiones anteriores.
Emilie Choi, directora de operaciones, afirmó que el modelo de negocio de Coinbase —en el que las comisiones por operación mantienen a la compañía en funcionamiento mientras se desarrollan otros proyectos— era similar a la estrategia de las principales empresas de tecnología como Meta, las cuales dependen de los dólares obtenidos de anuncios publicitarios para financiar apuestas a mayor plazo.
“La forma en que operamos es la manera en que siempre vamos a operar”, aseguró Choi. “Un enfoque a largo plazo en el futuro”.
Coinbase fue fundada en 2012 por Armstrong y Fred Ehrsam, un excorredor de Goldman Sachs que en la actualidad dirige una empresa de inversión de criptomonedas. En una industria plagada de fraudes, Coinbase se ganó la reputación de ser una plataforma segura y sencilla para la compraventa de criptomonedas. Pero a medida que el negocio creció, el liderazgo de Armstrong provocó en ocasiones disidencia interna: en 2020, un grupo de empleados negros se quejaron de recibir un trato discriminatorio.
En abril de 2021, Coinbase salió a bolsa con una valoración de 86.000 millones de dólares, lo que convirtió a Armstrong en uno de los ejecutivos de criptomonedas más ricos. La compañía se convirtió en un referente de la industria, y se popularizó en parte por su memorable anuncio publicitario del Supertazón que mostraba un código QR que rebotaba como el clásico protector de pantalla de DVD.
Pero a medida que Coinbase fue creciendo, a algunos empleados les comenzó a preocupar que no se estuviera haciendo lo suficiente para competir con FTX y Binance en el mercado internacional, sobre todo ante la posibilidad de que los reguladores estadounidenses tomaran medidas enérgicas contra la industria.
En 2019 y 2020, los ejecutivos de Coinbase contemplaron la apertura de una sede internacional en Singapur, según tres personas familiarizadas con las conversaciones. La compañía reconoció la necesidad de competir con Binance al ofrecer una gama más amplia de tókenes, así como productos comerciales derivados que estaban prohibidos en Estados Unidos. Sin embargo, el proyecto nunca se concretó.
Los esfuerzos más recientes de expansión internacional han fracasado. En la India, Coinbase aseguró que se conectaría a un popular sistema de pagos respaldado por el gobierno llamado Interfaz de Pagos Unificados (UPI, por su sigla en inglés). Pero poco después del anuncio de Coinbase, la Corporación Nacional de Pagos de India, un grupo híbrido público y privado que administra UPI, tuiteó que no estaba “al tanto de ningún mercado de criptomonedas que utilizara UPI”.
Poco después, Coinbase cortó el acceso en la India; los clientes locales todavía pueden utilizar la plataforma para cambiar un tipo de criptomoneda por otro, pero no pueden comprar activos digitales con moneda tradicional. En un reporte de ganancias en mayo, Armstrong contó que la compañía había enfrentado una “presión informal” por parte de las autoridades indias. El mercado de las criptomonedas colapsó en mayo, lo que provocó que el precio de las acciones de Coinbase se desplomara cerca de un 60 por ciento. En el primer trimestre, los ingresos de Coinbase se redujeron un 27 por ciento con respecto al año anterior, a 1170 millones de dólares, incluso cuando sus gastos se incrementaron más del 100 por ciento, a 1720 millones de dólares.
Al parecer, a sus competidores les está yendo mejor. Sam Bankman-Fried, director ejecutivo de FTX, afirmó a través de un correo electrónico que sus resultados financieros habían sido “bastante similares” a los del año pasado, cuando la compañía registró ganancias de aproximadamente 350 millones de dólares. Binance, la casa de cambio más grande del mundo, se negó a revelar cifras de ingresos. Pero en junio, el fundador y director ejecutivo Changpeng Zhao anunció que estaba contratando empleados para 2000 nuevos puestos.
Ese mes, los empleados de Coinbase hicieron circular una petición en la que exigían la destitución de varios altos ejecutivos. Armstrong respondió de manera agresiva en Twitter, y les pidió a los empleados descontentos que renunciaran. Pero en una reunión de personal, tanto él como otros ejecutivos adoptaron un tono más conciliador: afirmaron que los empleados debían tener fe en las criptomonedas, y aseguraron que la compañía saldría fortalecida del tumulto, según dos personas que asistieron.
Pocos días después, la compañía despidió a 1100 empleados. En poco más de un año, la casa de cambio de criptomonedas más grande de Estados Unidos pasó de una oferta pública triunfal a un “criptoinvierno” repleto de reducción de costos y despidos. (Beatrice Sala/The New York Times). En poco más de un año, la casa de cambio de criptomonedas más grande de Estados Unidos pasó de una oferta pública triunfal a un “criptoinvierno” repleto de reducción de costos y despidos. (Beatrice Sala/The New York Times).
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