Hasta 70 países reunidos este domingo en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2023, o COP28, reconocen que los esfuerzos para generar “resiliencia” climática están “insuficientemente adaptados” a las necesidades y los retos de las personas más afectadas por los conflictos y las catástrofes ligadas al cambio climático.
Así figura en la Declaración sobre el Clima, el Socorro, la Recuperación y la Paz, que respaldaron 70 países y 39 organizaciones y en la que asumen que deben incrementar la financiación para satisfacer las necesidades humanitarias en los países más vulnerables a la crisis climática.
En su exposición de motivos, el escrito recuerda que “la fragilidad y los conflictos aumentan la vulnerabilidad y la exposición de las personas a los riesgos climáticos e impiden la capacidad de afrontamiento y las opciones de adaptación”.
Al mismo tiempo, señalan que “el cambio climático afecta negativamente a las vidas, los medios de subsistencia, las infraestructuras, el agua, el capital humano, los alimentos, la salud, la identidad cultural, la educación y los asentamientos humanos, entre otros ámbitos, exacerbando las necesidades humanitarias y constituyendo un reto significativo y creciente para la estabilidad”.
También inciden en los “efectos desproporcionados e interrelacionados del cambio climático, los conflictos, la fragilidad y/o las crisis humanitarias sobre las mujeres y las niñas, los niños y los jóvenes, los pueblos indígenas y las comunidades locales, las personas con discapacidad, las personas mayores, y sobre los refugiados, otras personas desplazadas y sus comunidades de acogida, entre otras poblaciones”.
Así, se comprometen a incrementar los recursos financieros para la adaptación climática, así como a trabajar en mejorar los sistemas de alerta temprana y de respuesta y a dar prioridad al liderazgo local y a las necesidades locales, entre otros mandatos.
También se presentó este domingo en la COP28 la Carta sobre Financiación y Gestión de Riesgos, que fija una serie de principios para mejorar la respuesta en países más perjudicados por la crisis climática y anticiparse a los desastres naturales.
“Las estimaciones sugieren que los costes anuales por pérdidas y daños asociados al cambio climático oscilarán entre 290.000 y 580.000 millones de dólares de aquí a 2030. Estas pérdidas son más devastadoras en los entornos de bajos ingresos, donde una media de 189 millones de personas al año se ha visto afectadas por fenómenos meteorológicos extremos desde 1991”, señala el texto.
Así, los firmantes prometen que pasarán a actuar antes de las catástrofes para reducir los riesgos, adaptarse, anticiparse a éstas “cuando sea posible” y “garantizar que los fondos lleguen tan pronto como sea necesario”.
Se comprometieron también a colaborar en la planificación a largo plazo para garantizar “una financiación coherente y coordinada entre la adaptación al cambio climático, el desarrollo y el ciclo de gestión del riesgo de catástrofes”, y a maximizar sus esfuerzos agilizar la ayuda y que sea “más fiable y esté mejor orientada”.
EFE
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