Las casitas con el césped recién cortado no difieren mucho de las de cualquier pueblo texano, pero los grandes murales con la cara de Elon Musk, nombres de calles como Rocket Road y la discreción de sus habitantes los delata: está usted entrando en Starbase, “la última parada antes de llegar a Marte”.
El culto a Musk de este pueblito del sur de Texas, ribereño con el Golfo de México, va más allá del hecho de que SpaceX paga las nóminas al emplear a todos los vecinos en el visionario proyecto del Starship, que esta semana tuvo su primer ensayo exitoso y espera convertirse en unos años en una plataforma de transporte hacía la Luna y Marte.
Un mural sobre la carretera con la cara de Elon Musk marca la entrada al bastión del magnate. Musk comenzó hace años a comprar secretamente terrenos y propiedades en la localidad de Boca Chica, a unos 40 kilómetros de Brownsville, con una decena de habitantes permanentes, y ahora SpaceX es su principal promotor.
La empresa espacial comenzó lentamente a convertir a esta pedanía fronteriza con México en una nueva localidad que pronto espera quedar registrada oficialmente bajo el nombre Starbase, Texas, construida en una realidad apartada: una colección de unas 80 casas, todas de una planta, con diseño moderno, jardines verdes, una cancha de baloncesto, dos pequeños parques y un bar.
Musk, regidor del puerto a las estrellas
El nombre de Starbase (que en inglés significa “puerto de las estrellas”) empezó a utilizarse ampliamente después de que en 2021 Musk anunciara en un mensaje en X que estaba creando, a los pies de la plataforma de lanzamiento de su Starship, un pueblo de trabajadores y soñadores. En ese mensaje de X, añadió: “Desde aquí a Marte, y de allá a las estrellas”.
En las entradas de las casas abundan los Tesla y su más reciente modelo, el Cybertruck (hay incluso una versión en miniatura para los niños), y las señales de tráfico evocan el diseño del logo de SpaceX.
El vecino más insigne y en la práctica el regidor de los designios de este incipiente enclave es Musk, residente en una casa de una sola planta en Memes Street. Su modesta morada tiene un techo forrado con las tejas solares negras de Tesla, uno de los omnipresentes discos satelitales de Starlink y un cohete-columpio para su hijo más pequeño.
En la urbanización también hay espacio para los trabajadores temporales de Starbase, quienes son alojados en alguna de las decenas de caravanas Airstream que cuentan con todas las comodidades para estancias cortas.
Hay un bar y un restaurante cuyo ingreso solo está permitido para los trabajadores de Starbase, la mayoría ingenieros de raza blanca o asiática que pasean por la urbanización en patineta o bicicleta, siempre con algún gadget a la mano, y que cuando la conversación toma un giro demasiado inquisitivo repiten de la misma guisa: “Para esa pregunta, mejor que escriba a este correo electrónico”.
Ingenieros blancos; albañiles hispanos
Al mismo tiempo, cientos de trabajadores de la construcción, en su totalidad latinos, entran y salen de las instalaciones con cascos y con los rezagos de trabajar con el polvo y tierra del constante mantenimiento de la plataforma de lanzamiento del poderoso Starship, el cohete más grande jamás construido.
Clara, quien ha vivido toda su vida en Boca Chica, se coloca todos los días con su camioneta a la salida de los trabajadores de la construcción para venderles comida, aunque hace un mes las autoridades del condado de Cameron le advirtieron que en las próximas semanas tendrá prohibido vender de manera informal.
“El único beneficio que yo le encontraba a este edificio es que podía vender comida a todos los albañiles. El único cambio que yo he visto desde que está esto aquí es que hay más tráfico”, afirma Clara.
Musk tiene planes de ampliar esta urbe e incluir rascacielos y varias zonas para empleados y usuarios de su lanzadera hacia la Luna y Marte.
Starbase está en pleno surgimiento y tras el éxito de esta semana, cuando el Starship consiguió el retorno programado de la primera fase y la reentrada de su módulo operativo, parece destinado a convertir esta remota región de la frontera entre EE.UU. y México en la capital de los viajes interestelares.
Octavio Guzmán para EFE