El mandatario organizó una rueda de prensa de urgencia en Canberra para advertir a los ciudadanos de los "riesgos específicos" a los que están expuestos.
"Actualmente, hay organizaciones australianas que están siendo blanco [de un ataque] de un actor estatal sofisticado", declaró Scott Morrison, precisando que el ataque afectaba a "organizaciones australianas de toda una gama de sectores, a todos los niveles del gobierno, de la economía, de organizaciones políticas, de los servicios de salud y de otros operadores de infraestructuras estratégicas".
Según los medios australianos, la lista de sospechosos es muy reducida, entre los Estados con experiencia en este ámbito (a parte de los países occidentales, China, Corea del Norte, Irán, Israel o Rusia). Miraban de reojo hacia China, que en mayo impuso aranceles punitivos a ciertas exportaciones australianas.
El gobierno de Morrison causó un fuerte malestar en Pekín al pedir una investigación internacional independiente sobre los orígenes de la pandemia de coronavirus, y al denunciar a la diplomacia china por agresiva y deshonesta.
China replicó desaconsejando a sus nacionales a Australia como destino turístico o para realizar estudios, amenazó con llevar a cabo otras represalias y condenó a muerte a un australiano por tráfico de drogas.
El viernes, Morrison afirmó que había informado a la oposición de esos ataques informáticos "malintencionados" e instó a las instituciones y a las empresas a "protegerse".
No aportó detalles técnicos, pero indicó que no se robaron datos personales de los australianos y que muchos ataques fracasaron.
"Animamos a las organizaciones, especialmente a las de salud, infraestructuras estratégicas y servicios esenciales a recurrir a expertos para poner en marcha sistemas de defensa técnicos", recalcó.
aFP