Por The New York Times | Becky Ferreira
Cuando nuestro Sol comience el agonizante proceso que culminará con su extinción en unos 5000 millones de años, en un principio incinerará nuestro planeta y, después de una dramática transformación, quedará reducido a rescoldos fundidos, convertido en un tipo de estrella que se conoce como enana blanca. Lo que no se sabe bien es qué ocurrirá con los planetas más distantes, como Júpiter o Saturno.
El 13 de octubre, la revista científica Nature publicó un artículo en el que algunos astrónomos informan haber observado una intrigante imagen que bien podría ilustrar cómo será nuestro sistema solar tras la muerte del Sol: un planeta del tamaño de Júpiter, en órbita alrededor de una enana blanca, a unos 6500 años luz de distancia de la Tierra.
Conocido como MOA-2010-BLG-477Lb, este planeta tiene una órbita comparable a la de Júpiter. Este descubrimiento no solo nos permite visualizar cómo podría ser nuestro futuro cósmico, sino que también demuestra que es posible que la vida en mundos “sobrevivientes” continúe después de la muerte de su estrella.
“Si bien hay muchas pruebas de la existencia de fragmentos rocosos de planetas en órbita alrededor de enanas blancas, hay muy pocos datos acerca de planetas intactos”, explicó Joshua Blackman, investigador de posdoctorado en la Universidad de Tasmania y autor principal del estudio.
“Lo más probable es que el destino de nuestro sistema solar sea similar al de MOA-2010-BLG-477Lb”, agregó en un correo electrónico. “El Sol se convertirá en una enana blanca; entonces, los planetas más cercanos serán engullidos y los planetas con órbitas más amplias, como Júpiter y Saturno, sobrevivirán”.
La primera observación del planeta se logró gracias a efectos de distorsión de la luz causados por su campo gravitacional, un fenómeno conocido como microamplificación. Después de varios años de buscar a su estrella madre con el telescopio Keck II en Hawái, Blackman y sus colegas concluyeron que estaba en órbita alrededor de una enana blanca cuya luz es tan débil que no es posible observarla directamente.
Otros astrónomos, que emplearon un método distinto el año pasado, observaron otro planeta intacto similar a Júpiter, conocido como WD 1856 b, con una órbita muy pequeña alrededor de una enana blanca. En cambio, el MOA-2010-BLG-477Lb se desplaza alrededor del cadáver de su estrella a casi el triple de la distancia entre la Tierra y el Sol, lo que lo convierte en el primer planeta conocido que traza una órbita similar a la de Júpiter alrededor de una enana blanca. El WD 1856 b, en comparación, completa la órbita alrededor de su enana blanca en 1,4 días, lo que parece indicar que se desplazó a su posición actual tras la muerte de su sol, aunque todavía se debate la mecánica exacta de ese desplazamiento.
Andrew Vanderburg, profesor asistente de Física en el Instituto Tecnológico de Massachusetts, encargado del equipo que descubrió el WD 1856 b, afirmó que las conclusiones del nuevo estudio parecen bien fundamentadas. También advirtió que quizás haya un número más abundante de planetas con órbitas amplias alrededor de enanas blancas que aquellos con órbitas pequeñas, pero que estos últimos son más fáciles de detectar.
“Si tuviera que adivinar, diría que su población es mucho más común, porque solo tienen que quedarse donde están y esperar que nada les pase”, comentó Vandenburg. “Me parece que es el resultado más probable, al menos en este momento en la historia del universo”. Las estrellas moribundas emiten radiación dañina durante el paso a la fase llamada gigante roja, por lo que introducen en sus sistemas turbulencia capaz de acabar con la vida. No obstante, existen algunas situaciones hipotéticas en las que los sistemas de enanas blancas podrían seguir siendo habitables.
“Deben combinarse muchos factores precisos”, explicó Vanderburg. Imagina un planeta distante de una estrella gigante roja que se desplaza más cerca después de que la estrella se convierte en una enana blanca y conserva “suficiente agua para posiblemente ser un lugar agradable para vivir” cuando su sol ya es una enana blanca.
Puesto que las enanas blancas son pequeñas y su luz, tenue, un planeta así tendría que desplazarse en una órbita muy cercana para que existiera agua. Sin embargo, si apareciera vida en un mundo como la luna de Júpiter llamada Europa, que tal vez contenga un océano subsuperficial calentado por las fuerzas mareales de Júpiter, sería posible que sobreviviera a una mayor distancia de la estrella.
“Si la humanidad todavía está por aquí en unos 5000 millones de años, quizá tengamos mejores probabilidades de sobrevivir la fase de gigante roja del Sol en una luna de Júpiter que en la Tierra”, dijo Blackman. Ilustración artística de un planeta del tamaño de Júpiter en órbita alrededor de un tipo de estrella llamada enana blanca a unos 6500 años luz de la Tierra. (W. M. Keck Observatory/Adam Makarenko vía The New York Times) Interpretación artística de un anillo de material expulsado del Sol cuando este se comprima y forme una enana blanca en aproximadamente 5000 millones de años. (W. M. Keck Observatory/Adam Makarenko vía The New York Times)
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