Por The New York Times | Rebecca Carballo
Stephenie Lucas Oney tiene 75 años, pero aún recurre a su padre para pedirle consejo. Cómo lidió con el racismo, se pregunta. ¿Cómo logró tener éxito a pesar de las adversidades en su contra?
Las respuestas están enraizadas en la experiencia de William Lucas como hombre negro del barrio de Harlem, en Nueva York, quien se ganó la vida como policía, agente del FBI y juez. Pero Oney no recibe la orientación en persona. Su padre lleva muerto más de un año.
En vez de eso, escucha las respuestas, pronunciadas con la voz de su padre, en su teléfono a través de HereAfter AI, una aplicación basada en inteligencia artificial que genera respuestas basadas en horas de entrevistas realizadas con él antes de su muerte en mayo de 2022.
Su voz la reconforta, pero dice que creó el perfil más bien para sus cuatro hijos y ocho nietos.
“Quiero que los niños escuchen su voz hablando de todas esas cosas”, comentó Oney, endocrinóloga, desde su casa en Grosse Pointe, Míchigan, “y no de mi voz cuando trato de parafrasear, sino que lo escuchen desde su punto de vista, su época y su perspectiva”.
Algunas personas están recurriendo a la tecnología de IA como un modo de comunicarse con los muertos, pero su uso como parte del proceso de duelo ha planteado cuestiones éticas y ha dejado intranquilos a algunos de los que han experimentado con ella.
HereAfter AI se presentó en 2019, dos años después del debut de StoryFile, que produce videos interactivos en los que los sujetos parecen hacer contacto visual, respirar y parpadear mientras responden preguntas. Ambas generan respuestas a partir de lo que contestaron los usuarios a indicaciones como “Háblame de tu infancia” y “¿Cuál es el mayor desafío al que te has enfrentado?”.
Su atractivo no sorprende a Mark Sample, profesor de Estudios Digitales del Davidson College, quien imparte un curso titulado “La muerte en la era digital”.
“Cada vez que aparece una nueva clase de tecnología, siempre surge la necesidad de utilizarla para contactar con los muertos”, explicó Sample. Destacó el intento fallido de Thomas Edison de inventar un “teléfono espiritual”.
‘Mi mejor amigo estaba ahí’
StoryFile ofrece una versión de “alta fidelidad” en la que un historiador entrevista a alguien en un estudio, pero también hay una versión que solo requiere una computadora portátil y una cámara web para empezar. Stephen Smith, cofundador, hizo que su madre, Marina Smith, educadora sobre el Holocausto, lo probara. Su avatar StoryFile respondió a las preguntas en su funeral en julio.
Según StoryFile, casi 5000 personas han creado perfiles. Entre ellos, el actor Ed Asner, que fue entrevistado ocho semanas antes de su muerte en 2021.
La empresa envió el StoryFile de Asner a su hijo Matt Asner, que se quedó atónito al ver a su padre mirándolo y, al parecer, respondiendo preguntas.
“Me sorprendió muchísimo”, afirmó Asner. “Me pareció increíble cómo podía tener esa interacción con mi padre, que era relevante y significativa, y era su personalidad. Este hombre al que extrañaba mucho, mi mejor amigo, estaba allí”.
Matt puso el archivo en el funeral de su padre. Algunas personas se emocionaron, aseguró, pero otras se sintieron incómodas.
“Hubo gente a la que le pareció morboso y le dio miedo”, dijo Asner. “No comparto esa opinión”, añadió, “pero puedo entender que digan eso”.
‘Un poco difícil de ver’
Lynne Nieto también lo entiende. Ella y su marido, Augie, fundador de Life Fitness, fabricante de aparatos de gimnasio, crearon un StoryFile en febrero antes de su muerte en febrero a causa de esclerosis lateral amiotrófica (ELA). Pensaron que podrían utilizarlo en el sitio web de Augie’s Quest, la organización sin ánimo de lucro que fundaron para recaudar fondos para la investigación de la ELA. Quizá sus nietos quisieran verlo algún día.
Nieto vio el archivo de su marido por primera vez unos seis meses después de su muerte.
“No voy a mentir, fue un poco difícil de ver”, dijo, añadiendo que le recordó a sus charlas de los sábados por la mañana y fue una experiencia un poco fuerte.
Esos sentimientos no son poco frecuentes. Estos productos obligan a los consumidores a enfrentarse a aquello en lo que están programados para no pensar: la mortalidad.
“La gente es aprensiva ante la muerte y la pérdida”, afirmó en una entrevista James Vlahos, cofundador de HereAfter AI. “Podría ser difícil de vender porque la gente se ve obligada a enfrentarse a una realidad en la que preferiría no participar”.
HereAfter AI surgió de un chatbot que Vlahos creó de su padre antes de su muerte por cáncer de pulmón en 2017. Vlahos, especialista en IA conversacional y periodista que ha colaborado con The New York Times Magazine, escribió sobre la experiencia para Wired y pronto empezó a recibir noticias de personas que le preguntaban si podía hacerles un bot de su madre, su esposa, etc.
“No pensaba en ello de una manera comercializada”, explicó Vlahos. “Y, entonces, se hizo ciegamente obvio: esto debía ser un negocio”.
Una cuestión de consentimiento y de perspectiva
Como ocurre con otras innovaciones de la IA, los chatbots creados a semejanza de alguien que ha muerto plantean cuestiones éticas.
En última instancia, se trata de una cuestión de consentimiento, señaló Alex Connock, profesor de la Escuela de Negocios Saïd de la Universidad de Oxford y autor del libro “The Media Business and Artificial Intelligence”.
“Como todas las líneas éticas en la IA, se va a reducir al permiso”, aseguró. “Si se ha hecho con conocimiento de causa y de manera voluntaria, creo que la mayoría de los problemas éticos pueden resolverse con bastante facilidad”.
Los efectos sobre los supervivientes no están tan claros.
David Spiegel, catedrático adjunto de Psiquiatría y Ciencias del Comportamiento de la Facultad de Medicina de Stanford, dijo que programas como StoryFile y HereAfter AI podrían ayudar a la gente a procesar el duelo, como cuando se revisa un viejo álbum de fotos.
“Lo crucial es mantener una perspectiva realista de lo que estás examinando: que no es que esa persona siga viva, comunicándose contigo”, dijo, “sino que estás viendo lo que dejó”.