Por The New York Times | Kalley Huang
En julio, Shay Pierre abrió la aplicación para compartir ubicación Buscar de Apple y notó que un amigo estaba en un edificio de apartamentos desconocido para ella en Fort Lauderdale, Florida.
Pierre, de 23 años, agrandó el mapa para inspeccionar de cerca el edificio y, después, le mandó un mensaje de texto a su amigo con la dirección junto a un mensaje de broma que le preguntaba: “¿Dónde estás?”. Su amigo confesó todo. Había comenzado a salir con alguien y estaba en el apartamento de esa chica. Si Buscar no lo hubiera delatado, Pierre no se habría enterado sobre la relación hasta meses después.
Luego, su amigo reetiquetó el edificio de apartamentos en la aplicación como “¿Qué te importa?”.
A medida que el compartir la ubicación mediante aplicaciones como Buscar ha proliferado en los últimos años, se han vuelto esenciales en algunas relaciones de amistad (aparentemente por seguridad, pero con el efecto secundario de complicar la dinámica entre amigos).
El efecto es notorio sobre todo entre la generación Z y los milénials, las primeras generaciones en pasar a la adultez con la posibilidad de saber donde están sus amigos en todo momento. Compartir la ubicación no es algo nuevo. En 2011, Apple lanzó Buscar a mis amigos. En 2013, el 7 por ciento de los adultos estadounidenses afirmaron que registraron estar en ciertos lugares en las redes sociales o compartieron su ubicación con amistades, según el Centro de Investigaciones Pew. Este año, el 69 por ciento de los integrantes de la generación Z y el 77 por ciento de los milénials aseguraron que activaron funciones de compartir ubicación al menos en algunas ocasiones, en comparación con el 62 por ciento de los adultos estadounidenses en general, según Harris Poll.
No obstante, lo que puede ser alarmante (y más difícil de cuantificar) es la medida en que las personas más jóvenes comparten la información de su ubicación. Algunos indican que rastrean a una docena de sus amigos o más en la aplicación y que esos amigos también los rastrean a ellos.
Esas capacidades no son exclusivas de la aplicación Buscar. Las aplicaciones de citas, entrega de comida y de transporte privado a menudo solicitan acceso a los datos de ubicación. Messenger de Facebook, Snap Maps de Snapchat y aplicaciones de terceros como Life360, dirigida a la familia, ofrecen funciones de compartir la ubicación en tiempo real (todas ellas están disponibles en teléfonos iPhone y Android).
Además, la función de compartir ubicación está integrada en algunos teléfonos inteligentes. A partir de 2015, la aplicación Buscar a mis amigos viene instalada de fábrica en el iPhone. En 2019, esa y las aplicaciones de localización de dispositivos Buscar mi iPhone y Buscar mi Mac se fusionaron en la aplicación única Buscar. Google Maps, que viene preinstalada en los teléfonos Android, tiene una característica similar de compartir la ubicación.
Al igual que cuando registran una visita en Facebook o etiquetan una ubicación en Instagram o Twitter, los usuarios activan el compartir la ubicación en Buscar. Sin embargo, a diferencia de esas funciones, Buscar comparte la ubicación en tiempo real después de que los usuarios aceptan, con las opciones de compartir durante una hora, hasta el final del día o de manera indefinida.
Con Buscar “no eliges de forma activa hacer algo cuando llegas a una ubicación determinada porque estás compartiendo tu ubicación de manera constante”, señaló Michael Saker, un catedrático sénior de Sociología Digital en City, University of London. Agregó que, debido a eso, “hay cierta intimidad implícita en esa acción. Es una verificación de la amistad”.
No obstante, compartir ubicaciones puede causar inquietudes por la privacidad, en especial si los usuarios no están conscientes de con quienes comparten su ubicación o no los autorizan, ni tampoco por cuánto tiempo, mencionó Eva Galperin, directora de ciberseguridad en Electronic Frontier Foundation, un grupo de derechos digitales. Comentó que aun si los usuarios dan su consentimiento al principio, las expectativas de los amigos pueden hacer más complicado salirse.
Galperin añadió: “La gente hace este tipo de cosas de compartir datos de manera indefinida porque está normalizado dentro de su familia inmediata o grupo de amigos. Nadie ha normalizado rechazar el compartir”.
Cuando se le solicitó hacerle preguntas al respecto, un portavoz de Apple nos remitió a una página de soporte técnico de Buscar con instrucciones para compartir y dejar de compartir la ubicación.
A Jade Calvin-Nau, de 24 años, Buscar la ayuda a mantenerse conectada con sus amistades. En la universidad, usaba la aplicación por protección y también con fines de socialización. Ella y sus amistades la revisaban para asegurarse de que todos llegaran sanos y salvos a casa después de una noche de fiesta o para ver si podían encontrarse en algún punto.
Calvin relató: “Todos sabíamos dónde estaba todo el mundo todo el tiempo. No había razón para que alguien preguntara: ‘¿Dónde estás?’. Simplemente podías comprobarlo tú mismo”.
Tras graduarse, el mapa de Calvin-Nau en Buscar se abrió a una constelación de iconos de contacto esparcidos por todo Estados Unidos. Comparte su ubicación con dieciocho personas. Desde su apartamento en Binghamton, Nueva York, afirmó que habitualmente revisa la aplicación cinco veces al día y juega “un divertido jueguito de adivinanza” de dónde están todos.
Calvin-Nau señaló: “Es como las redes sociales. Entras y revisas. La actualizo al igual que lo hago con Twitter”.
Olive Okoro, de 19 años, usa Buscar para fortalecer sus amistades. Comparte su ubicación con alrededor de una docena de amigos en los que confía por completo. El servicio de mensajes de texto de Apple, iMessage, les indica a los usuarios cuando alguien empieza a compartir su ubicación con ellos y cuando deja de hacerlo, y viceversa.
Okoro opinó que la notificación de cuando alguien comienza a compartirte su ubicación es “un privilegio”, pero manifestó que la de cuando dejan de hacerlo “se siente como una puñalada. En realidad, piensas: ‘No me soportas’”.
Este verano, cuando Okoro se distanció de dos amistades, su primera acción de fin de relaciones digitales no fue bloquear su número telefónico ni dejar de seguirlos en redes sociales, sino dejar de compartirles su ubicación. No quería que supieran si estaba en su casa en Dallas, en la escuela en College Station, Texas, o en cualquier otro lugar.
Okoro expresó: “Cuando una amistad ya no funciona, de inmediato le quito el acceso a mi ubicación”.
Amanda Lenhart, quien estudia la manera en que la tecnología afecta a las familias en la organización sin fines de lucro sobre investigación tecnológica Data & Society, aseveró que el miedo a perderse algo, en general fomentado por las redes sociales, puede extenderse a Buscar porque el compartir la ubicación revela cómo y con qué personas pasamos nuestro tiempo. Puntualizó que ese conocimiento “puede ser problemático y difícil emocionalmente”.
Lenhart precisó: “Si puedes ver dónde están tus amigos y qué estan haciendo, también puedes ver cuando se reúnen sin ti. Nos ofrece la posibilidad que tienen las redes sociales de ver las actividades de las personas que nos interesan, pero esto puede incluir cosas que hacen sin ti”. Karine Irwin, quien vive en El Paso, Texas, y tiene 22 años, ha tenido una relación agridulce con Buscar. En 2019, vio que una examiga estaba en la casa de alguien que le interesaba. Manejó hasta el lugar, escribió una nota que decía: “Adivina quién te vio”, firmó con su nombre y la dejó en la puerta principal del chico. Poco después, Irwin, su examiga y sus amistades en común se dejaron de hablar.
Irwin relató: “No lo habría descubierto si no la hubiera estado usando. Ahora, veo que fue una bendición. Pero en ese momento definitivamente no se sintió así”.
También manifestó que, además de ese incidente, notó en ella otros problemas de conducta causados por Buscar cuando las restricciones pandémicas se relajaron. El hecho de que los cinco amigos con los que comparte su ubicación comenzaron a aparecer en lugares que no eran sus casas la hizo sentirse ansiosa no solo por perderse momentos, sino también por su seguridad. Su terapeuta le recomendó hace poco que eliminara la aplicación Buscar.
Irwin dijo: “Piensa que tengo un poco de obsesión”. Sin embargo, agregó que ella se siente segura sabiendo dónde están sus amigos y que sus amigos también saben dónde está ella.
Concluyó: “No creo poder borrarla”. A medida que el compartir la ubicación mediante aplicaciones como Buscar ha proliferado en los últimos años, se han vuelto esenciales en algunas relaciones de amistad (aparentemente por seguridad, pero con el efecto secundario de desvanecer los límites de la privacidad y complicar la dinámica entre amigos). (Lindsey Balbierz/The New York Times) Jade Calvin-Nau en la aplicación Buscar de Apple, en Binghamton, Nueva York, el 8 de agosto de 2022. (Adrianna Newell/The New York Times)
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