Después de que el último agricultor se marchara en octubre, los activistas del clima son los únicos que quedan en el pueblo de Luetzerath (Alemania), donde intentan evitar la ampliación de una mina de carbón viviendo en cabañas colgadas en los árboles.
En sus casas de madera y chapa metálica colgadas de los árboles, dicen ser capaces de resistir varias semanas si las fuerzas de seguridad intentan expulsarlos para permitir la extensión de la mina.
¿Cuándo será "el día X"? Nadie lo sabe pero todos se están preparando, en un momento en que Alemania necesita carbón para alimentar las centrales cuyo funcionamiento tuvo que prolongar para compensar la escasez de gas ruso ante la llegada del invierno.
Símbolo de la lucha contra los combustibles fósiles, Lützerath, en el oeste de Alemania, acogió el sábado a más de un millar de manifestantes, según los organizadores, que también exigen más ambición por parte de los responsables internacionales reunidos en la COP27, la cumbre sobre el clima que se celebra en Egipto.
Muchos manifestantes se maquillaron la cara con la inscripción "Alto al carbón". Una gran cruz amarilla, símbolo de la oposición al carbón, fue desplegada en el suelo.
"No sabemos cuándo tendrá lugar la evacuación", explica Alma, una francesa que habla bajo su seudónimo de activista. "Es una cuestión de responsabilidad difícil, porque la operación movilizará a varios miles de policías durante un período de tiempo considerable", afirma la joven de unos treinta años.
Para evitar ser desalojados por la policía, los ocupantes de Lützerath colocaron sus viviendas a seis metros de altura, en los árboles, circulando de una a otra gracias a una red de cables. Aseguran poder vivir en autonomía durante varias semanas.
Traicionados
Después de dos maestrías en la universidad, Alma decidió dedicarse a la vida militante a tiempo completo. Fue una de las primeras personas en fundar el campamento de Lützerath hace dos años, donde se le unieron unos cien activistas.
Durante las expropiaciones, varias decenas de habitantes, indemnizados y realojados, abandonaron el pueblo.
Los militantes se sintieron traicionados cuando el gobierno del socialdemócrata Olaf Scholz, que gobierna con los ecologistas, anunció un compromiso con RWE, el grupo que gestiona la mina.
El acuerdo explicita que cinco pueblos de los alrededores escaparán a las excavaciones, pero Lützerath será sacrificado como estaba previsto.
RWE, que durante años fue uno de los mayores emisores de CO2 de Europa, también anunció querer detener la producción de electricidad de carbón en 2030 en la cuenca minera renana, adelantando ocho años sus planes. Pero los activistas no confían en ello.
"Si RWE explota las toneladas de carbón bajo Lützerath, Alemania violará forzosamente el Acuerdo de París debido a las emisiones de carbono de la mina. Así que el pueblo no es solo un símbolo, es un punto crítico en la lucha contra el calentamiento global", afirma Alma.
Al otro lado de la carretera, cerrada por RWE, la mina se abre al borde de un precipicio. En sus dunas de arena dorada y negra, las excavadoras trabajan más profundamente.
El operador asegura que el carbón en los suelos vecinos será "necesario a partir de 2024" para abastecer las centrales, mientras que las otras minas de la región cierran.
Sin embargo, según el instituto alemán de investigación económica, RWE todavía podría extraer 100 millones de toneladas del sitio existente "preservando Lützerath", según un informe publicado en junio de 2021, antes de la invasión rusa de Ucrania, que provocó una crisis energética en Europa.
El mantenimiento en funcionamiento de varias centrales no pone en entredicho el objetivo del gobierno alemán de eliminar totalmente el carbón en 2030.
AFP