Tener el récord de la ola más grande jamás surfeada no ha saciado el hambre del alemán Sebastian Steudtner, deportista atípico que se ha metido en la cabeza utilizar la ciencia para superar muros de agua cada vez más altos y potentes.
En el video de su hazaña, realizada el 29 de octubre de 2020, este surfista de cabellera rubia es un minúsculo punto negro delante de un muro de 26,21 metros, célebre desde ese día por convertirse en la persona capaz de surfear la mayor ola jamás medida.
Tres años más tarde, en el mismo punto de la costa portuguesa, Nazaré, la meca del surf, este bávaro de 38 años espera batir nuevos récords.
La temporada de olas gigantes acaba de empezar en esta zona de la costa atlántica portuguesa, provocada por las depresiones invernales, un fenómeno que atrae cada año a los mejores especialistas de la disciplina.
Steudtner se prepara desde hace meses junto a unos compañeros de viaje más acostumbrados al asfalto que al agua: el constructor de automóviles Porsche y el fabricante de componentes para vehículos Schaeffler.
“Fuerza absoluta”
El razonamiento del deportista es simple: “Con la ola del récord del mundo, vi enseguida que alcancé los límites con mi tabla”, explicó a la AFP en un encuentro en Múnich, en su región natal.
“Con Porsche, nos planteamos cómo hacer la tabla a la vez más rápida y más estable”.
La cuestión de la velocidad es determinante para esta práctica extrema del surf “porque cuanto mayor sea la ola, más velocidad tengo que tomar para poder salir”, explica el deportista, quien debería precisar “para poder salir... vivo”, ya que estos monstruos de agua no perdonan la más mínima debilidad.
Durante su récord de 2020, “surfeo la ola a 80 km/h y me concentro en ella al 100%, de manera que no pienso ni en el pasado, ni en el presente, ni en el futuro (...) no tengo tiempo de pensar “¡Guau, esta ola es magnífica!”, recuerda.
“La potencia de la ola, es una fuerza absoluta, es como tener varios inmuebles que te empujan”.
Aumentar la velocidad, es tener la posibilidad de poder desafiar olas aún más grandes. Y la tecnología puede contribuir a ello.
De Baviera a Hawai
Junto a los ingenieros de Porsche han diseñado una nueva plancha. La punta, la cola y los bordes han sido adaptados para sacar partido de la hidrodinámica. Schaeffler se ha ocupado de crear un revestimiento que reduzca la fricción.
Pruebas en un túnel del viento, como si surfeara los monstruos de Nazaré, han permitido a Steudtner adaptar su posición.
“Hemos podido reducir un 20% la resistencia del aire con el diseño de la plancha y la postura de Sebastian, lo que hace la plancha más rápida y más estable a alta velocidad”, explica Markus Schmelz, jefe de proyectos de Porsche Engineering.
Con su nueva tabla, de llamativos colores amarillo y negro, Steudtner buscará ahora LA ola. “Puedo esperarla durante tres meses y, en apenas unos días, tener que dar lo mejor de mí mismo”, explicó el surfista, quien se entrena a diario tanto en el agua como en el gimnasio.
Como él, un reducido círculo de surfistas del extremo persigue olas gigantes durante el invierno en Nazaré. Muchos de ellos son brasileños, estadounidenses, algún europeo y este alemán, nacido más cerca de los Alpes que del océano.
“En mi vida he tomado muchas decisiones que nadie entendía en ese momento”, explica. Una de ellas fue abandonar su Baviera natal y su familia a los 16 años para aprender a surfear, un deporte que descubrió a partir de revistas. En Hawai, Steudtner trabajó durante varios años en el sector de la construcción mientras se formaba con las olas locales.
Un aprendizaje en solitario que forjó su carácter. Después llegaron el reconocimiento y los patrocinadores y actualmente cuenta con un equipo de una treintena de personas, entre ellas médicos militares, que acompañan en la aventura de este apasionado de la técnica de la disciplina que ya tiene un nuevo reto en mente: “Entender el viaje de las olas en el océano”.
Sophie Makris / AFP