El químico farmacéutico Bernardo Borkenztain entrega el segundo capítulo de su ciclo sobre pseudociencia, que esta vez se mete con el feng shui y otra disciplina bastante más nueva, bajo el título "Feng shui y neuroarquitectura o la diferencia entre vudú y ciencia"
Buscando información acerca del tema, me encuentro con que en 2008 la "Generalitat" de Cataluña pagó un estudio para acomodar a las reglas del feng shui sus oficinas y veo un montón de noticias escépticas (pero no encontré si al final hicieron otra cosa luego de pagar el estudio). Me apropié de joyitas como estas:
"...Los empleados de la nueva sede de Interior deberían trabajar más y, encima, estar contentos. Allí, la energía fluye. Al menos, ésa es la intención de los jefes del departamento, quienes se pusieron en contacto con el Estudio Feng Shui Marian Duran. 'El feng shui es una herramienta, ni psicológica ni religiosa, para determinar la energía y después manejarla para que la gente esté mejor', explica Cipriano Toledo, del Estudio de Marian Duran, perteneciente a la escuela Xuan Kong Cifeixing..."
Si tomamos el feng shui como una disciplina de tipo estético, no tiene nada de malo, ni siquiera como una filosófica, pero no puede permitirse que se invoque a la ciencia para defenderla porque simplemente no lo resiste. Su teoría aparentemente se basa en equilibrar los dos aspectos polares de la energía "chi", el yin (femenino) y el yang (masculino), junto con los cinco elementos: fuego, tierra, aire, metal y madera. Estos siete elementos se balancean fundamentalmente en ciclos de destrucción y creación, y sus combinaciones dan los equilibrios buscados.
Por un lado, en su fundamentación está, -cómo no - esa famosa energía universal que lo imbuye todo, pero de la cual LA CIENCIA NO HA PODIDO ENCONTRAR VESTIGIO ALGUNO, por lo que no puede, insistimos, recurrir a ella para convalidarla. Por otro lado, no pueden invocarse cinco elementos cuando la ciencia tiene una concepción absolutamente diferente. Los criterios del feng shui son, como todo en las pseudociencias, metáforas, algunas de gran belleza, pero que en general son afirmaciones sin posibilidad de corroboración experimental alguna.
Entre las afirmaciones, se invocan cosas como la influencia del agua en el equilibrio del hogar, al punto de recomendar que la tapa del inodoro esté siempre baja para que no se escape la energía por ella. En fin...
Otro ejemplo: se sugiere usar plantas para neutralizar campos eléctricos (todos sabemos que las plantas son ideales para construir jaulas de Faraday) y minimizar unos efectos negativos que, de momento, nadie sabe cuáles pueden ser.
Más sentido tienen las consideraciones acerca de la iluminación o la alineación del edificio (parámetro algo difícil de modificar, salvo con una carpa) en sus influencias sobre los equilibrios buscados.
El tema con el feng shui es que, con los cientos de años que tiene, mediante la práctica del "ensayo y error" debería tener algunos preceptos que sean de tener en cuenta pero que no pasan de meras "reglas de buen cubero".
Neuroarquitectura
Más de nuestro paladar, al menos en su planteo, la "neuroarquitectura" es una disciplina demasiado nueva como para ser madura (desde el punto de vista de la epistemología, al menos) pero que se basa en la medición y estudio para determinar las características de los espacios para adecuarlos a sus funciones, como puede ser fomentar la creatividad, el descanso, etcétera.
Así, se combinan los elementos ambientales con las mediciones antropométricas (como posturas, conductividad de la piel, eelectrocardiogramas) y psicológicas para determinar variables como confort, bienestar, etcétera. Si bien hay que esperar más para el desarrollo de las técnicas, los resultados así obtenidos son pasibles de estudio y de comparar con logros obtenidos en condiciones diferentes.
Y aquí se da el otro problema que se suscita con el feng shui y que es común a todas las pseudociencias, y es la ausencia de un sistema de acreditación confiable; cualquiera puede ser un "especialista" en esa disciplina, pero solamente una universidad certificada puede expedir títulos de arquitecto o ingeniero. Las chantas están a la orden del día y ensucian aún más el panorama.
Veamos un ejemplo: según ambas disciplinas, tanto ver árboles como la iluminación son importantes para el bienestar, pero la neuroarquitectura demostró que en ambientes fríos y de baja iluminación natural (por pocas horas de sol por ejemplo), es muy posible que cerrar y aislar el ambiente haciéndolo "artificial" y "desequilibrado" sea mejor para generar un efecto psicológico de cueva y fuego y por lo tanto mayor confort en sus habitantes. En cambio, ver un bosque en medio de la lluvia podría hacer lo contrario (1).
Vemos que tenemos dos casos interesantes: por un lado el vudú inverificable (lo que no lo hace falso, solamente ajeno a la ciencia) y una nueva disciplina, aún inmadura que, metodológicamente parece hacer las cosas bien.
En fin, esperemos que nuestro intendente no sea tan new age como parece y no trate de corregir a Adeom con incienso y plantas.
(1) Por supuesto que las afirmaciones generales son contrarias a la ciencia, todo esto debe ser estudiado según el caso y en las condiciones concretas para poder sacar conclusiones; en ciencia no existen las reglas de buen cubero si no se las demuestra en su efectividad de manera comunicable y reproductible.
Q.F. Bernardo Borkenztain
@BerBork
[email protected]
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