En su ensayo El arte de injuriar, el escritor argentino Jorge Luis Borges analiza el insulto como una forma de literatura, y glosa las más creativas formas de vejar al prójimo sin necesidad de incurrir en el mero exabrupto.

Una de las modalidades citadas por el autor del El Aleph consiste en la inversión incondicional de los términos. “Según esa receta famosa, el médico es inevitablemente acusado de profesar la contaminación y la muerte; el escribano de robar; el verdugo de fomentar la longevidad; los libros de invención, de adormecer o petrificar al lector; los judíos errantes, de parálisis; el sastre de nudismo; el tigre y el caníbal, de no perdonar el ruibarbo”, ejemplifica.

En redes sociales puede apreciarse hoy una forma involuntaria de esa forma de sarcasmo: señalar a un político como adscripto a una ideología que está en las antípodas de lo que profesa, pero no con fines burlescos, sino desde la más obcecada convicción. Un gracioso ejemplo puede verse en este posteo del libertario uruguayo Bautista Gil, en el que intentaba precaver a la ministra argentina Patricia Bullrich de la condición “izquierdista” del presidente Lacalle Pou.

La “magia” de estos agravios es que consiguen la ofensa universal. En este caso, tanto los “zurdos” como el mismo Lacalle Pou tienen derecho a sentirse insultados, al igual que las personas que —más allá de ideologías— abominan de los embustes.

En las últimas horas, en la red social X hicieron su aparición dichos en el mismo registro y también dirigidos contra el presidente en ejercicio. Tales publicaciones surgieron como respuesta al saludo que el mandatario enviara a Yamandú Orsi, flamante presidente electo.

En varios posteos se intentaba achacar al presidente la derrota de su partido. Algunos lo acusaban de “centrista” o “socialdemócrata”, términos que pocos podrían considerar ofensivos, y que dicen más del agraviante que del agraviado.

Varias de las publicaciones provenían de cuentas “libertarias” de Argentina, y le reprochaban a Lacalle no haber actuado como Javier Milei y de propiciar la llegada al gobierno de “el Alberto Fernández uruguayo”.

“Realizar un gobierno socialdemócrata tiene sus consecuencias, Macri 2.0”, “Míster tibio. Gracias por traernos a los zurdos de nuevo”, “Cogido por tibio”, “Ya lo dijo Milei, al zurdo no hay que darle un centímetro de ventaja, y ustedes le dieron un metro, una pena”, expresaban otros tuiteros argentinos.

Pero no solo de la vecina orilla llegaban las acusaciones de “tibieza” y tolerancia con la izquierda.

“Cómo me defraudaste, la tibieza y jugar a izquierdista no iba a traer los votos de los desforestados mentales. Esos serán zurdos siempre. Hospital en el Cerro, a ver, dime quién del Cerro te votó. Casas al pichaje, ¿hubo votos ahí? No, obvio que no. Quizás algún día aprendan”, expresaba una usuaria local.