Por The New York Times | Gautham Nagesh
Es una tarde cualquiera en Manhattan y tienes que tomar un avión en el aeropuerto Kennedy International. En vez de aguantar dos horas de tráfico en plena hora pico, te trasladas a un estacionamiento cercano; ahí, abordas una aeronave eléctrica que despega en línea vertical de la azotea del edificio y te deja 20 minutos después en el aeropuerto Kennedy, casi por el mismo costo de un viaje compartido de lujo. Tomas tu vuelo a tiempo.
Si bien esta situación hipotética puede sonar exagerada, varias empresas afirman estar a punto de poder ofrecer una opción segura, barata y limpia de transporte en aeronaves eléctricas que les permita a los pasajeros recorrer distancias de entre 3 y 240 kilómetros sin necesidad de una pista convencional. Expertos tanto del sector público como del privado están convencidos de que la tecnología podría crear un mercado masivo que contribuya a reducir los congestionamientos y cambiar la forma en que las personas se desplazan en las principales áreas metropolitanas.
Aunque los viajes aéreos urbanos por el momento no estarían al alcance de la mayoría de los clientes (imaginen un “Uber Copter”), los avances en la tecnología de las baterías han abaratado el costo de desarrollar aeronaves propulsadas con electricidad que sean viables para el transporte urbano de pasajeros. Estas compañías, que le han apostado a poderles ofrecer transporte eléctrico aéreo urbano y regional a las masas, están desarrollando nuevas aeronaves para competir por una parte de este nuevo mercado en los próximos años.
“Queremos crear algo que esté disponible para muchas personas, que pueda funcionar como un tren de alta velocidad, pero sin necesidad de la infraestructura”, comentó Daniel Wiegand, director ejecutivo y fundador de Lilium, con oficinas en Alemania. “No podremos ofrecer el mismo precio que un tren de alta velocidad en Alemania desde el primer día, pero si no lo logramos en 15 años, consideraría nuestra misión como fallida”.
Los fabricantes afirman que estas aeronaves eléctricas tienen muchas ventajas en comparación con las convencionales, en especial con los helicópteros, que son caros de mantener y operar, ruidosos y tienen asociados riesgos de seguridad, como evidenció el accidente que le costó la vida a Kobe Bryant y a otros ocho pasajeros.
La nueva aeronave eléctrica utiliza una quinta parte de la energía que requieren los helicópteros convencionales. A diferencia de las aeronaves tradicionales de alas fijas, no necesitan pistas de despegue o aterrizaje. A diferencia de los helicópteros, el ruido que generen casi no será perceptible desde tierra firme, y tendrán varios rotores y sistemas de respaldo, por lo que serán mucho más seguros.
Adam Goldstein, director ejecutivo conjunto de Archer Aviation, señaló que su empresa espera ofrecer tarifas de entre 2 y 3 dólares por kilómetro recorrido. A esos precios, el viaje de Manhattan al aeropuerto Kennedy, un trayecto de 27 kilómetros, costaría entre 50 y 80 dólares. Varios expertos predijeron que el precio de los vuelos regionales será aproximadamente igual al del servicio de automóviles de lujo Uber Black.
“Lo más costoso son las baterías”, explicó Goldstein, que son “caras, pero se abaratan a diario” (no quiso ser más específico en cuanto a los proveedores o los costos de las baterías). Las empresas más establecidas en este espacio, como Joby Aviation y Volocopter, prometen tener aeronaves en servicio para 2024, una ambiciosa meta que dependerá en gran medida de que obtengan autorización de los reguladores.
El área de inversión más amplia son los vehículos eléctricos de despegue y aterrizaje vertical, como los helicópteros o jets Harrier. Conocidas como vehículos eléctricos de despegue y aterrizaje vertical, o eVTOL (por su sigla en inglés), estas aeronaves por lo regular tienen capacidad para transportar entre dos y diez pasajeros en recorridos de hasta 320 kilómetros, por lo que son ideales para atravesar un área metropolitana o conectar dos ciudades.
A Wiegand, de Lilium, se le prendió el foco en 2014 cuando vio un video en el que una aeronave militar despegaba en dirección vertical; se le ocurrió que una versión eléctrica podría resolver todos los problemas tradicionales del uso de aeronaves en áreas de gran densidad urbana, pues eliminaría el ruido, la contaminación del aire y la necesidad de pistas. Wiegand, que en ese momento todavía estudiaba en la Universidad Técnica de Munich, armó un equipo y comenzó a trabajar para desarrollar el motor que en la actualidad propulsa el jet eléctrico de siete asientos de su empresa.
Cree que la tecnología de jet de su compañía escala mejor que otros diseños basados en hélices, e insistió en que conforme aumente la capacidad, se reducirán los costos hasta un nivel costeable para los clientes de clase media.
Otra empresa que sigue un enfoque distinto es Volocopter, fundada en 2011 y con oficinas en Munich; en este momento cuenta con dos vehículos en desarrollo avanzado. Uno de ellos es el llamado “multicóptero”, un helicóptero con 18 paletas de rotor llamado VoloCity. La aeronave de dos asientos tiene un alcance de 35 kilómetros y, según Florian Reuter, su director ejecutivo, gracias a esta característica es más fácil certificarla que a otras aeronaves eléctricas de mayor alcance, además de hacerla ideal para recorridos urbanos, en que la gran mayoría de los viajes son entre 16 y 32 kilómetros. Volocopter también está desarrollando una aeronave de cuatro asientos con un alcance de 160 kilómetros más enfocada al viaje regional.
“Somos una de las pocas empresas que reconocen que hay misiones distintas, así que se requieren distintos tipos de vehículo para cada una de ellas”, enfatizó Reuter.
Volocopter se encuentra en trámites para obtener autorización de la Agencia Europea de Seguridad Aérea y espera tener su aeronave en operación para 2024.
Joby, cuyas oficinas principales se encuentran en Santa Cruz, California, tiene una meta similar que pretende alcanzar con otro enfoque. Su aeronave totalmente eléctrica, que tiene asientos para cuatro pasajeros además del piloto y un alcance de 240 kilómetros con una sola carga, ha realizado más de mil vuelos de prueba. El nombre de la empresa llegó a los titulares en diciembre pasado, cuando la gigante de los viajes compartidos Uber le entregó a Joby su producto de viajes aéreos compartidos en áreas urbanas, Elevate, e invirtió 75 millones de dólares adicionales en la empresa, lo que pareció indicar que los dos servicios estarán totalmente conectados.
Las ciudades se preparan para la inclusión de aeronaves eléctricas en sus sistemas de transporte, ya agobiados. El alcalde de Los Ángeles, Eric Garcetti, constituyó Urban Movement Labs en 2019; en la actualidad, la organización se concentra en los preparativos para la certificación de aeronaves eléctricas de uso público por parte de la Administración Federal de Aviación (FAA, por su sigla en inglés), lo que podría ocurrir muy pronto, en 2025.
Aunque la FAA no aceptó varias solicitudes de una entrevista, sí comentó que evalúa de manera individual las aeronaves eléctricas. Sam Morrissey, director ejecutivo de Urban Movement Labs, aclaró que lo más probable es que la aeronave solo se utilice en un principio en los aeropuertos comerciales y rutas de vuelo existentes, en tanto los funcionarios determinan cómo será posible añadir las nuevas ubicaciones de despegue y aterrizaje sin causar interrupciones en otros modos de transportación (Joby y Archer ya iniciaron el trámite de certificación conforme a las normas existentes aplicables a aeronaves de alas fijas).
“El reto, si van a llegar, es lograr tener todo listo para que no solo los ricos puedan aprovecharlas”, dijo Morrissey. Varias compañías le están apostando a poderles ofrecer transporte eléctrico aéreo urbano y regional a las masas, posiblemente en unos cuantos años. (Matt Williams/The New York Times)