En una sociedad atribulada por la escasez y mala calidad del agua corriente, preocupada por la violencia callejera y que debate sobre el destino que deba dar al mascarón de proa de un buque de la Segunda Guerra Mundial, se abrió paso un tema inesperado.
Como un cielo de verano, o quizá como el trueno de un tambor, esta semana apareció de la nada una nueva pieza de conversación en redes sociales: un mono tití astuto y esquivo.
Tal como informáramos, el animal fue avistado la semana pasada campando a sus anchas sobre los árboles del barrio de La Unión, un sitio que queda muy lejos de su hábitat y que poco se le asemeja.
Paulatinamente, el animalito acaparó la atención mediática, especialmente luego de los hasta ahora infructuosos esfuerzos para atraparlo. En las últimas horas, se comprobó que el monito entró a una jaula colocada con el fin de atraparlo, y que debería cerrarse una vez que el animal entrara. Sin embargo, el mecanismo falló y —para escarnio de sus perseguidores— el tití se comió la fruta que oficiaba como carnada y se marchó de los más orondo.
Libre, clandestino, cimarrón, prófugo y buscado por las fuerzas vivas, en monito se transformó en inspiración para varios tuiteros. Y entre ellos no faltaron los que lo usaron como arma de sarcasmo político, para señalar presuntas falencias en las políticas de gobierno.