Hace cosa de un siglo florecía en ambas márgenes del Río de la Plata el sainete criollo, género chico dedicado a un público de clase trabajadora que —como lo expresara William Shakespeare— pagaba su centavo para divertirse.
Quizá la pieza emblemática de ese brillante periodo sea El conventillo de la paloma, estrenada por el argentino Alberto Vacarezza en 1929. Como tantas otras obras de su estilo, la composición plasmaba las aventuras y desventuras de obreros, trabajadores, malevos, menestralas y toda la babélica legión de inmigrantes que por entonces desembarcaba en el estuario.
Hoy, los zaguanes tangueros devinieron en estrechos pasadizos que forman parte de ese lugar común que son los lugares comunes de los edificios, y en vez de patios de conventillos gozamos de salones de juegos con amenities y de funcionales cocheras.
Sin embargo, parte del espíritu de esos patios pervive en esos “conventillos virtuales” que son los grupos de WhatsApp. Aunque generalmente baladíes y de poco calado literario, los diálogos que allí se desarrollan amenazan con componer su propio género chico y entronizar el sainete virtual. Y quizá en algún caso esta distinción sea merecida, porque el chisme cuando es jugoso y bien contado puede —parafraseando a Thomas de Quincey— considerarse como una de las bellas artes.
Un buen ejemplo de ese sainete 2.0 circuló en las últimas horas por varios grupos de WhatsApp y, según pudo rastrear Montevideo Portal, surgió ayer de un edificio de apartamentos en el barrio Cordón.
Allí, un incidente menor generó una discusión en la que una vecina añosa se desfogó mediante dos atrabiliarios monólogos.
De acuerdo con lo averiguado por este medio, el problema se suscitó cuando la protagonista del incidente abrió la puerta del edificio para dar paso a un repartidor, quien traía varios bultos para un vecino que no se encontraba presente.
Posteriormente, otra vecina —Viviana— entró al edificio y se topó con el repartidor solo y “encerrado”, ya que carecía de llaves y la persona que lo había hecho pasar no estaba a la vista. Además, comprobó que la mercadería se había apilado en el salón de uso común del inmueble, en clara contravención con el reglamento.
Viviana expuso la situación por escrito en el grupo de WhatsApp de los vecinos, y ese es el momento en el que la protagonista —cuyo nombre no se menciona— se despacha con dos coléricos mensajes de audio que, entre dicterios y manifestaciones de xenofobia— revelan un rencor anterior al incidente.
“Siempre la misma, venenosa, Viviana, tenés un veneno adentro que reventás de venenosa”, dice la mujer, quien narra su versión de los hechos y acusa a su vecina de mentir. “Estás inventando y calumniando. Yo no pagué 120 mil dólares al contado para tenerte a vos de sinvergüenza atrás mío”, añade.
Luego el tono de la airada señora sube aún más, y llegan los insultos y la xenofobia: “¿Por qué no te vas a tu país? Andate a la Argentina, que están todos muertos de hambre y pagate el apartamento que tenés. Si no sabés las cosas, no digas nada. Atorranta, sos una atorranta que te vivís metiendo conmigo, atrevida de mierda”, explota.
Después, en un segundo audio, insiste en que solo dejó al repartidor desatendido porque “tenia la comida en el horno”, y añade que el trabajador, en lugar de llamar a su timbre “hizo lo que se le antojó” . Luego, retoma una vez más el tortuoso camino del agravio, y sus palabras permiten deducir conflictos anteriores entre ambas residentes.
“Sos una atorranta, te lo digo mil veces más, atrevida de mierda, que te vivís metiendo conmigo, cuando no es por la ropa es por otra cosa. Andate a tu país, andate a la Argentina que están todos muertos de hambre”, insiste.
Tras la catarsis de la anciana, en el grupo de WhatsApp llegaron mensajes de apoyo para con la “extranjera” y también algunas bromas.
Poco después, uno de los participantes tuvo la singular idea de someter a plebiscito la permanencia o no de la díscola vecina en el grupo. El impeachment prosperó por 11 votos contra uno. Sin embargo, la decisión no sería vinculante, ya que según pudo comprobar Montevideo Portal, la señora sigue formando parte del grupo.
Rato más tarde, cuando todo parecía haberse calmado, llegó el broche de oro que la pieza de arte merecía. Mediante tres mensajes de audio, la “doña” relató al vecino dueño de la mercadería en cuestión, y al que quiso ayudar, su parecer sobre todo lo que acababa de suceder. Sin embargo, y como si se tratara de un truco de un comediógrafo dado a los golpes de efecto, envió los mensajes al grupo entero.
“¿Qué te parece? Me desprestigió, me dejó por el piso, y vos no te das cuenta o te haces el bobo”, reclama.
“Quiero que entiendas, yo no me voy a pelear contigo, pero quiero que entiendas esta mujer me degradó, eso quiero que entiendas, me degradó la yegua esta, por eso la insulté”, argumenta, y se explaya al respecto. “Le dije porque es una atorranta que está esperando el mínimo para achacarme a mí cosas de otro, para achacarme a mí, es una hija de puta. Por eso le dije todo lo que le dije, porque es una sinvergüenza y les mandé por privado a los dos, a ella y al marido, y ninguno de los dos me contestó”, revela, sin saber que todo el edifico la estaba escuchando.
“¿Entendiste? Ella me agravió primero, razoná lo que escribió, me degradó, me dejó allá abajó, y yo no soy ninguna loca. Yo soy una señora de bien que vivo de mis sueldos y de lo mío, lo que mi marido me dejó”, concluye.
Acerca de los comentarios
Hemos reformulado nuestra manera de mostrar comentarios, agregando tecnología de forma de que cada lector pueda decidir qué comentarios se le mostrarán en base a la valoración que tengan estos por parte de la comunidad. AMPLIAREsto es para poder mejorar el intercambio entre los usuarios y que sea un lugar que respete las normas de convivencia.
A su vez, habilitamos la casilla [email protected], para que los lectores puedan reportar comentarios que consideren fuera de lugar y que rompan las normas de convivencia.
Si querés leerlo hacé clic aquí[+]