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Tecnología

Por The New York Times

¿Qué fue de la Watson de IBM?

Hace una década, la confianza pública de IBM era innegable. Su supercomputadora Watson había derrotado a Ken Jennings, el mejor jugador humano de todos los tiempos

19.07.2021 09:36

Lectura: 10'

2021-07-19T09:36:00-03:00
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Por The New York Times | Steve Lohr

Hace una década, la confianza pública de IBM era innegable. Su supercomputadora Watson había derrotado a Ken Jennings, el mejor jugador humano de todos los tiempos en el programa de televisión “Jeopardy!”, lo que mostraba el poder de la inteligencia artificial. Esto era solo el comienzo de una revolución tecnológica que estaba a punto de extenderse por toda la sociedad, prometió la compañía.

IBM declaró en un anuncio publicitario el día después de la victoria de la Watson: “Ya estamos explorando formas de aplicar las habilidades de Watson a los ricos y variados lenguajes de la atención médica, las finanzas, el derecho y el ámbito académico”.

Sin embargo, el científico estrella detrás de la Watson dio una advertencia: cuidado con lo que prometes.

David Ferrucci, el científico, explicó que se diseñó a la supercomputadora Watson para identificar patrones de palabras y predecir respuestas correctas para el juego de trivia. Dijo que no era una caja de respuestas para todo lista para conquistar el mundo comercial. Podía reprobar un examen de comprensión de lectura de segundo año de primaria.

Su explicación fue escuchada por algunos de sus colegas en la empresa, pero nada más.

“No fue el mensaje que transmitió la mercadotecnia”, recordó Ferrucci, quien salió de IBM el año siguiente.

No obstante, fue un mensaje premonitorio.

IBM destinó muchos millones de dólares durante los siguientes años para promover a la Watson como un asistente digital benevolente que ayudaría a hospitales y granjas, así como a oficinas y fábricas. IBM sugirió que los usos potenciales eran ilimitados, desde detectar nuevas oportunidades de mercado hasta combatir el cáncer y el cambio climático. Un informe de IBM la llamó “el futuro del conocimiento”. . En tanto que las acciones de esas tres corporaciones han multiplicado varias veces su valor, el precio de la acción de IBM ha bajado más del 10 por ciento desde el triunfo de la Watson en “Jeopardy!” en 2011.

Los pasos erróneos de la compañía con la Watson comenzaron con el énfasis temprano en iniciativas grandes y difíciles que tenían el objetivo de generar reconocimiento y grandes ganancias para la empresa, según muchos de los más de doce gerentes y científicos actuales y antiguos de IBM que fueron entrevistados para este artículo. Varias de esas personas solicitaron que no se les nombrara porque no tenían autorización para hablar o todavía tenían relaciones de negocios con IBM.

Manoj Saxena, un ex gerente general de la división a cargo de la Watson, dijo que el objetivo original de hacer una labor pionera que fuera buena para la sociedad era loable, pero simplemente no era realista.

“Los desafíos resultaron ser mucho más difíciles y consumían más tiempo de lo previsto”, dijo Saxena, quien ahora es el presidente ejecutivo de Cognitive Scale, una empresa emergente de inteligencia artificial de la que IBM es inversionista. Personas vinculadas con IBM actualmente y en el pasado destacaron que la cúpula de mando de la compañía estuvo dominada hasta hace poco por ejecutivos con experiencia en ventas y servicios en lugar de por expertos en productos tecnológicos. Afirman que especialistas en productos podrían haber comprendido mejor que la Watson se había construido específicamente para un programa de preguntas y respuestas con una tecnología poderosa pero limitada.

IBM describe a la supercomputadora Watson como una experiencia de aprendizaje para la compañía. Ha habido decisiones equivocadas y contratiempos, asegura IBM, pero eso ocurre cuando se trata de comercializar tecnología innovadora.

“La innovación siempre es un proceso”, mencionó Rob Thomas, el ejecutivo a cargo de la división de la Watson en los últimos años. Thomas, quien hace unas semanas recibió el nombramiento de vicepresidente sénior de ventas globales, ve tres etapas en el desarrollo de inteligencia artificial en IBM: el logro técnico con “Jeopardy!”, los años de “experimentación” con grandes contratos de servicios y, ahora, el cambio a una división de producto.

IBM insiste en que su estrategia de inteligencia artificial modificada, con una ambición disminuida y menos deseosa de cambiar al mundo, está funcionando. La tarea de revivir el crecimiento fue asignada a Arvind Krishna, un informático que se convirtió en el director ejecutivo el año pasado, tras liderar la reciente renovación de las operaciones de computación en la nube e inteligencia artificial de IBM.

Sin embargo, las grandes visiones del pasado se han ido. En la actualidad, en lugar de ser un referente de proeza tecnológica, la Watson sobresale como un ejemplo aleccionador de las trampas de las expectativas tecnológicas exageradas y la arrogancia en torno a la inteligencia artificial.

Al parecer, la incursión de la inteligencia artificial en la economía tradicional será más bien una evolución paso a paso, no una revolución cataclísmica.

Una nueva ola a la cual subirse

Una y otra vez durante sus 110 años de historia, IBM ha dado entrada a nueva tecnología y la ha vendido a corporaciones. La compañía dominó a tal grado el mercado de unidades centrales de computación que fue objeto de un caso federal antimonopolio. Las ventas de las computadoras personales realmente despegaron cuando IBM ingresó en ese mercado en 1981 y promocionó el uso de esas pequeñas máquinas como herramientas esenciales en las oficinas corporativas. En la década de los noventa, IBM ayudó a sus clientes corporativos tradicionales a adaptarse al internet.

Los ejecutivos de IBM llegaron a ver a la inteligencia artificial como la siguiente ola a la cual subirse.

Ferrucci presentó por primera vez la idea de la Watson a sus jefes en los laboratorios de investigación de IBM en 2006. Pensó que construir una computadora que pudiera participar en un juego de preguntas y respuestas podría hacer avanzar la ciencia del campo de la inteligencia artificial conocido como procesamiento del lenguaje natural, en el que científicos programan computadoras para reconocer y analizar palabras. Otro objetivo de la investigación era lograr avances en las técnicas de búsqueda de respuestas automatizada. Cuando la Watson triunfó en “Jeopardy!”, la reacción fue abrumadora. Los clientes de IBM clamaban por tener una. Los ejecutivos vieron una gran oportunidad de negocio.

Era claro que existía un mercado para la supercomputadora Watson, pero había un problema: IBM tenía poco que vender.

Una ‘apuesta’ al cuidado de la salud

Los ejecutivos se pusieron a trabajar para averiguar cómo convertir en negocio a su nueva estrella. Una posibilidad destacaba entre las demás: la atención médica.

El cuidado de la salud es la industria más grande de Estados Unidos y el gasto en él se está elevando en todo el mundo. Es un campo rico en datos, el combustible esencial para los programas modernos de inteligencia artificial. Además, el beneficio social es innegable: la promesa de una vida más larga y más saludable.

Ginni Rometty, directora ejecutiva de IBM en ese entonces, describió la gran apuesta por la atención médica como el siguiente capítulo del legado de la compañía de acometer grandes retos, desde contar el censo hasta ayudar a guiar la misión Apolo 11 a la luna.

“Nuestra apuesta será el impacto que tengamos en la atención médica”, señaló Rometty. “Estoy completamente segura de ello”.

IBM comenzó con el cáncer. Buscó centros médicos en los que los investigadores trabajaran con grandes cantidades de datos. La idea era que Watson los revisaría y le daría sentido a toda la información médica para mejorar los tratamientos.

En la Facultad de Medicina de la Universidad de Carolina del Norte, una de los socios de IBM, las dificultades pronto se volvieron evidentes. Los oncólogos, que habían visto el desempeño de Watson en “Jeopardy!”, asumieron que era una máquina de respuestas. Los tecnólogos de IBM se frustraron ante la complejidad, el desorden y las brechas en los datos genéticos en el centro oncológico.

“Pensamos que sería fácil, pero resultó ser muy muy difícil”, indicó Norman Sharpless, médico y exdirector del centro oncológico de la facultad, quien ahora es director del Instituto Nacional del Cáncer. “Estuvimos hablando sin entendernos durante aproximadamente un año”.

Finalmente, los oncólogos y tecnólogos encontraron un enfoque apropiado para las capacidades de Watson: leer y digerir miles y miles de artículos de investigación médica velozmente. Al vincular las menciones de mutaciones genéticas en los artículos con el perfil genético de un paciente, la supercomputadora Watson podía a veces señalar otros tratamientos que los médicos tal vez habían pasado por alto. Era una nueva herramienta de diagnóstico potencialmente útil.

Con todo, resultó no ser tan útil o flexible como para ser un producto ganador. A finales del año pasado, IBM descontinuó la Watson para Genómica, creada a raíz de la investigación conjunta con la Universidad de Carolina del Norte. También canceló otra oferta para el cáncer, la Watson para Oncología, desarrollada con otro colaborador inicial, el Centro Oncológico Memorial Sloan Kettering. IBM continuó su inversión en la industria de la salud. Desembolsó miles de millones de dólares en Watson Salud, que se creó como un negocio aparte en 2015, entre los que se cuentan más de 4000 millones de dólares para adquirir compañías con datos médicos, registros de pagos e imágenes diagnósticas de cientos de millones de pacientes. Está claro que la empresa nunca recuperará gran parte de ese dinero.

Ahora IBM está recortando Salud Watson y analizando el futuro de ese negocio. Según un reporte de The Wall Street Journal, una opción que se está explorando es vender Watson Salud.

Vuelta a la realidad Muchos investigadores externos descartaron a Watson hace tiempo al considerarla principalmente una campaña de marca. Sin embargo, algunos de ellos han afirmado que en fechas recientes su tecnología ha dado pasos importantes.

En un análisis hecho para The New York Times, el Instituto Allen de Inteligencia Artificial comparó el desempeño de la Watson en tareas estándar del lenguaje natural como identificar personas, lugares y el sentimiento de una frase con los servicios de inteligencia artificial que brindan las grandes empresas tecnológicas de computación en la nube (Amazon, Microsoft y Google).

El desempeño de Watson fue igual de bueno, y en ocasiones mejor, que el de las tres grandes. “Estaba realmente sorprendido”, dijo Oren Etzioni, director ejecutivo del Instituto Allen. “IBM ciertamente ha corregido el rumbo en estas capacidades”.

El lado comercial de la Watson también muestra señales de vida. Ahora es una colección de herramientas de software que las compañías usan para construir aplicaciones basadas en inteligencia artificial (herramientas que principalmente agilizan y automatizan tareas básicas en áreas como contabilidad, pagos, operaciones tecnológicas, mercadotecnia y servicio al cliente). Es inteligencia artificial de batalla, al igual que la mayoría de la inteligencia artificial empleada de manera comercial en la actualidad. Hace cinco años, la Watson, una voz ñoña sin cuerpo proveniente del futuro de la inteligencia artificial, conversó y bromeó en anuncios publicitarios con la estrella del tenis Serena Williams. En la actualidad, los comerciales de televisión proclaman el potencial de esta tecnología para ahorrar tiempo y trabajo en oficinas y fábricas.

La Watson, asegura un anuncio televisivo, ayuda a las empresas a “automatizar las cosas pequeñas para que se puedan enfocar en la siguiente gran innovación que será tendencia”.

El contraste en cuanto a ambición es sorprendente. Pero eso está bien para IBM. Watson ya no es la siguiente gran innovación, pero finalmente podría convertirse en un negocio sólido para la compañía.