Por The New York Times | Shira Ovide
Esta pregunta tal vez suene absurda, pero lo digo en serio: ¿Qué es Facebook?
¿Sabías que Facebook tiene un servicio de citas, bolsas de trabajo en línea, una versión de Craigslist con anuncios clasificados, una nueva colección de pódcasts y salas de chat con audio en vivo, varias imitaciones de Zoom, una sección dedicada únicamente a universitarios, dos páginas distintas para programas de “televisión”, una función parecida a TikTok (pero mala) y un software que los oficinistas pueden usar para comunicarse? El martes, la empresa también esbozó nuevos desarrollos como parte de su iniciativa para lograr que más negocios vendan su mercancía directamente a través de Facebook y las otras aplicaciones de la empresa.
Si ya sabías que Facebook estaba haciendo todo esto… bien hecho, supongo. Pasas demasiado tiempo en internet.
Estos chorrocientos experimentos podrían transformar a Facebook del lugar donde conectamos con otros amantes de la jardinería o gritamos sobre política a… pues, no sé en qué podría convertirse Facebook (puede que ni la compañía misma lo sepa).
Las constantes modificaciones que hace la empresa plantean una pregunta: ¿Facebook se esfuerza tanto porque le emociona lo que viene, o quizá porque, al igual que sus pares, ya no es tan hábil para predecir y luego liderar las revoluciones digitales?
Vale la pena prestar atención a los intentos de reinvención de Facebook, o lo que sea que está tratando de hacer. Tal vez no nos guste admitirlo, pero las decisiones de Facebook reconfiguran la manera en que miles de millones de personas interactúan, las maneras en que los negocios conectan con sus clientes y las estrategias de todas las otras empresas tecnológicas.
Entonces, ¿qué está sucediendo? ¿Por qué Facebook está atiborrando sus aplicaciones con tantas nuevas funciones? En parte creo que estamos viendo un enigma que muchas empresas exitosas están enfrentando: ¿es mejor enfocarse en lo que hizo a la empresa una estrella en primera instancia, pero arriesgarse a que se vuelva irrelevante si no se suma a la próxima gran tendencia? ¿O es más sabio tomar nuevas direcciones, pero arriesgarse a hacer tantas modificaciones que la empresa mate a su gallina de los huevos de oro?
Le pregunté a mi colega Mike Isaac, astuto observador del funcionamiento interno de Facebook, si creía que la empresa estaba probando tantas cosas nuevas por optimismo con respecto a nuevas oportunidades o por preocupación de quedarse quieta. Me dijo que quizá ambas opciones eran la respuesta correcta.
Del lado del optimismo está la realidad de que las empresas exitosas tienen mucho poder para repetir sus éxitos. Tal vez las imitaciones que ofrece Facebook de Zoom, TikTok o Nextdoor no son muy buenas, pero la empresa tiene muchas maneras de alentar a sus miles de millones de usuarios a probarlas, hasta que toda la gente que conocemos esté haciendo llamadas de Zoom por Facebook. Los gigantes tecnológicos operan bajo una especie de doctrina del destino manifiesto: una creencia de que las empresas poderosas pueden y deben ampliar constantemente los límites de su capacidad para seguir creciendo.
Del lado del miedo, quizá parezca ridículo que a una empresa que está siendo demandada e investigada por ser demasiado poderosa le preocupe el fracaso, pero Mark Zuckerberg, al igual que muchos directores de compañías tecnológicas, se obsesiona con la historia de la tecnología en la que los cambios evolutivos en repetidas ocasiones han destruido a los que parecían ser los líderes imparables de la industria.
No hay nada que garantice que Facebook, Instagram y WhatsApp seguirán dominando las opciones de comunicación o entretenimiento para miles de millones de personas. No es para nada una certeza que Facebook, que genera casi todos sus ingresos mediante la venta de anuncios a negocios que quieren captar nuestra atención, logre descifrar cómo generar dinero de verdad a través de pódcasts o al convertir WhatsApp en un medio imprescindible para que una tienda de ropa o un local de frutas vendan sus productos.
Mike también planteó una pregunta profunda sobre Facebook y Google, donde algunos líderes temen que la empresa ya no sea lo suficientemente ingeniosa. ¿Acaso los gigantes tecnológicos se han vuelto tan colosales y exitosos que han perdido su encanto?
Una de las razones por las que Facebook se convirtió en la empresa que conocemos hoy en día es que Zuckerberg y otros ejecutivos comprendieron antes que casi todo el mundo cómo el internet —y sobre todo los teléfonos inteligentes— iban a cambiar la comunicación humana y le darían a Facebook nuevas maneras de generar ganancias a partir de esas interacciones. Los ejecutivos tecnológicos no son oráculos, pero vaya que Zuckerberg acertó en varias predicciones importantes.
Además, lo más probable es que los líderes de Facebook tengan la esperanza de que todos estos inventos le ayuden a la empresa a mantener su popularidad y riqueza durante muchos años más. .