Por The New York Times | Shira Ovide

Durante casi todos los dieciséis años de su existencia, Twitter ha tenido la reputación de no satisfacer su potencial y de que podría ser mucho más. El dilema de Twitter es que es servicio muy conocido pero no tan usado; es una empresa exitosa en cuestión financiera, pero no mucho; en ocasiones, administrada de manera competente pero también caótica; e influyente de una forma que es emocionante pero también aterrorizante.

La creencia perpetua de que Twitter solo necesita una gran idea para llegar a ser asombrosa ha hecho que muchas personas piensen en comprar la compañía para hacerla brillar, pero es poco probable que alguien en realidad quiera ser su dueño.

Ya sea que estés enganchado con Twitter o te encuentres entre la mayoría de los usuarios del mundo que se mantienen alejados de la aplicación, lo que sucede con esta compañía es importante. Twitter es cada vez más un lugar de reunión digital que líderes mundiales temen y quieren controlar, y donde funcionarios electos, activistas, periodistas y ejecutivos como Musk difunden sus mensajes y ajustan cuentas.

Musk hizo una propuesta semiformal la semana pasada para comprar Twitter, lo que en efecto le puso un letrero de “Se vende” a la compañía. Nadie sabe qué pasará después.

Tal vez Musk se convertirá en el propietario de Twitter, si se mantiene interesado el tiempo suficiente para encontrar montones de dinero que le ayuden a pagar su oferta de alrededor de 43.000 millones de dólares. Quizás la comprará otro multimillonario, otra compañía tecnológica u otro inversionista financiero. A lo mejor nadie lo hará.

Vivir con un futuro incierto no es nada nuevo para Twitter. Podrías pasar días contando el número de veces que varias compañías consideraron comprar esta plataforma de información o de rumores sobre una posible venta.

Twitter siempre ha estado en venta, en parte por cuestiones técnicas. A diferencia de otras compañías tecnológicas y de medios, incluyendo a Google, Facebook y The New York Times, Twitter no tiene un tipo especial de acciones que les permita a sus fundadores casi vetar una venta.

No obstante, también existe la creencia perenne de que Twitter debería ser algo más de lo que es. Mucha gente cree que lo único que Twitter necesita es un pequeño arreglo (una función para editar los tuits, una nueva administración, un nuevo tipo de tecnología para la estructura principal, un cambio en la estrategia de publicidad, reducir los gastos y modificar la aplicación o reglas más laxas para la libertad de expresión, que es lo que Musk desea).

Políticos y otras personas influyentes, incluyendo a Musk, se quejan con regularidad de que Twitter censura mucho o muy poco. Además, los inversionistas de Twitter siempre afirman que la compañía no genera suficiente dinero.

Si pudiera resumirlo en una frase, Twitter no es Facebook, que genera veintitrés veces los ingresos anuales de Twitter y casi 2000 millones de usuarios diarios en comparación con los 217 millones de Twitter. (Las compañías cuentan los usuarios de maneras un poco diferentes, pero eso te da una idea).

“La influencia cultural de Twitter es tan grande como la de Facebook, aunque apenas tenga una vigésima parte de su tamaño”, opinó Mark Mahaney, quien ha seguido a Twitter durante años como un analista de inversiones que ahora trabaja en Evercore ISI. Eso hace que la gente se pregunte: “¿Qué tiene de malo Twitter?”, comentó.

Aun así, la mayoría de las personas y las compañías que han considerado a detalle comprar Twitter se han espantado y huido. En 2016, Disney retiró su intento de comprarla en parte debido a que a los ejecutivos les preocupaba echar a perder la imagen familiar de la empresa si se convertía en propietaria de una plataforma de información revoltosa. El jefe de Salesforce, Marc Benioff, cambió de parecer cuando los inversionistas de Salesforce odiaron la idea de que una compañía de software de negocios fuera dueña de Twitter.

Lo más probable es que las autoridades gubernamentales no permitirían que compañías que parecen afines a Twitter, como Google y Facebook, la compraran, debido a preocupaciones monopólicas.

Twitter es demasiado grande, pero al mismo tiempo no es suficientemente grande, aunque tampoco es suficientemente buena. No es Facebook, y por eso mucha gente quiere comprarla, pero al mismo tiempo no quiere comprarla por esa misma razón. Twitter podría dar influencia a cualquier dueño, pero también demasiada atención no deseada.

Musk podría ser una de las pocas personas en el mundo que es lo suficientemente valiente (o tonto) para desear comprar Twitter y de verdad hacerlo. Tal vez Musk es la persona que por fin podrá liberar el potencial de Twitter. O quizás, solo terminará por formar parte de la larga lista de personas que alguna vez pensaron que podían hacerlo. La creencia perenne de que Twitter solo necesita una gran idea para llegar a ser asombrosa ha tentado a muchos inversionistas. Sin embargo, casi nadie quiere realmente ser dueño de la compañía. (Sam Wood/The New York Times)