CRISPR es una técnica de edición genética revolucionaria, que se usa para diagnosticar enfermedades, controlar la actividad de genes o editar el material genético de cualquier ser vivo con gran precisión y facilidad.

Tal es su impacto que en 2020 esta aplicación fue reconocida con el Nobel de Química, informó el Institut Pasteur de Montevideo.

Todo empezó de manera mucho menos rutilante, en los 90s, cuando Francisco Mojica (Elche, 1963) estudiaba unas intrascendentes bacterias que habitaban suelos salinos y detectó que tenían un sistema de defensa de características muy llamativas.

Su curiosidad por el conocimiento tuvo recompensa varios años después, cuando constató la relevancia biológica de su hallazgo y permitió el surgimiento de una de las principales revoluciones científicas del momento.

El próximo lunes 25 de abril, Mojica dará una charla sobre CRISPR en el Auditorio Vaz Ferreira a partir de las 9.30 horas.

Quienes deseen asistir deben completar el siguiente formulario: https://docs.google.com/forms/d/e/1FAIpQLSdCfLM00QuYx4G8JD2fFisrifIzlREwy6dyIOzlRiebF-H7lw/alreadyresponded

Sobre Mojica

Francisco “Francis” Mojica (Elche, 1963), microbiólogo de la Universidad de Alicante (España), es pionero en la identificación y estudio de las secuencias genéticas repetidas que, gracias a sus aportes durante 20 años, permitieron el desarrollo de la técnica que reinventó la edición genética: CRISPR-Cas.

La historia de esta herramienta —capaz de “cortar y pegar” secuencias de ADN, repararlo o modificarlo— comenzó mientas Mojica terminaba su doctorado y realizaba posdoctorados en las universidades de Utah (EEUU, 1993) y de Oxford (Reino Unido, 1995-96). Fue entonces cuando la curiosidad lo llevó a analizar las bacterias halófilas que habitan las salinas de Santa Pola (Alicante), capaces de sobrevivir en ambientes con altísima concentración de sal.

Mojica observó que estos microorganismos tenían una secuencia genética que se repetía a intervalos regulares. Halló también que esta cualidad formaba parte de un mecanismo del sistema inmune de esas bacterias, para protegerse de invasores, con el añadido de que esa secuencia además se transmitía a la siguiente generación actuando como una vacuna genética.

Sus resultados se publicaron en 1993 y desde ese momento Mojica se ha dedicado a entender estas secuencias. En 1995 propuso que esa estructura del genoma estaría vinculada a la replicación del genoma, y en 2001 sugirió el acrónimo CRISPR, del inglés Clustered Regularly Interspaced Short Palindromic Repeats: CRISPR (en español: Repeticiones Palindrómicas Cortas Agrupadas y Regularmente Interespaciadas).

En 2005 fue el primero en proponer que los sistemas CRISPR de células procariotas constituían elementos de un sofisticado sistema inmunitario, y sus hallazgos incentivaron a que otros científicos en el mundo se sumaran al estudio de CRISPR.

Y en 2012 algo cambió. Como es habitual en la dinámica de la generación de conocimiento, sobre la base de las observaciones de Mojica, ese año las investigadoras Emmanuelle Charpentier (Francia) y Jennifer Doudna (EEUU) anunciaron que habían logrado transformar CRISPR en lo que es hoy: una herramienta que abre la puerta a un sinfín de aplicaciones en el campo de la edición genética. Pronto su uso se popularizó en los laboratorios del mundo y comenzó a aplicarse desde la desde la medicina —para buscar la cura o tratamiento de enfermedades de origen genético— hasta en agronomía y veterinaria.

Tal es la importancia de CRISPR que en 2020, la Academia Sueca de Ciencias decidió otorgar el Premio Nobel de Química a quienes hicieron posible “el desarrollo de un método de edición genómica”. El reconocimiento fue solo para Charpentier y Doudna; Mojica no fue incluido a pesar de que internacionalmente se lo considera “el padre de CRISPR”.

Más allá de lo que se considera una gran omisión (su nombre sonaba como candidato al Nobel desde hace años), el investigador ha recibido el Premio Albany (el más prestigioso reconocimiento en biomedicina de EEUU); el Premio “Rey Jaime I” de Investigación Básica (España); el Premio Fronteras del Conocimiento en Biomedicina en 2017 de la Fundación BBVA, y varios Doctor Honoris Causa de universidades a nivel internacional.

Hoy Mojica —que estudió ciencias como alternativa a la fábrica de zapatos de su padre— sigue en actividad, como investigador y profesor titular del Departamento de Fisiología, Genética y Microbiología de la Universidad de Alicante.