En la madrugada del lunes, un vuelo de la aerolínea Air Europa que viajaba de Madrid a Montevideo fue sorprendido por una turbulencia sobre el océano Atlántico.
La perturbación atmosférica produjo una repentina pérdida de altitud, caída que sacudió con violencia a pasajeros y tripulantes.
Tras superar el incidente, el aparato se vio obligado a hacer un aterrizaje de emergencia en la ciudad de Natal, en el norte de Brasil, debido a que varios pasajeros habían sufrido heridas. Según se supo más tarde, algunos de los lesionados presentaban cuadros de gravedad.
Esta mañana, el meteorólogo Guillermo Ramis describió las características del tipo de turbulencia que, con toda probabilidad, causó el lamentable episodio, y explicó por qué es una verdadera pesadilla para los pilotos.
“Las turbulencias que han experimentado varios aviones en los últimos tiempos ya eran conocidas en la década del 50 y, por el momento, no hay forma de detectarlas. Se llaman turbulencias de aire claro, CAT, por sus siglas en inglés”, dijo durante su espacio habitual en Informativo Sarandí.
Según explicó el meteorólogo, tal fenómeno se produce cuando “dos masas de aire, una más fría y una más caliente, se encuentran, y se forman esas corrientes que son rotatorias, entonces el avión sube y baja” una y otra vez.
Cuando entran esa suerte de “escalón invisible”, los aparatos “pueden descender cien metros” de una vez. “Es bravo porque [el piloto] no tiene forma de detectarlas, porque no pertenecen a nubes de desarrollo vertical”, por lo que el aviador “no está viendo la nube, no hay nada ahí, solo aire claro, pero esas masas de diferente densidad causan la turbulencia”.
En contrapartida, otro tipo de agitaciones atmosféricas sí pueden anticiparse. “No es lo mismo un cumulonimbus, que puede detectarse con el radar que tienen en el avión”, ejemplificó.
“La CAT no hay ningún radar que la detecte”, y aunque existiera uno, “en el mar no se puede instalar”, añadió el profesional del clima.
“Le ha pasado a muchos aviones”, y en algunos casos “hubo fracturados y fallecidos”, dijo, y agregó que a mediados del siglo pasado, “cuando los aviones empezaban a cruzar el atlántico y eran a hélice, o recién empezaba la turbohélice, se iban a pique” porque “encontraban las CAT y pasaban por dificultades”.
De acuerdo con la web especializada en aeronáutica Hispaviación, la turbulencia en aire claro se define como aquella que se produce en la atmósfera libre de fricción, es decir, por encima de unos 3.000 pies, y que no está asociada a nubes convectivas, es decir, nubes cúmulos y cumulonimbus.
Para el piloto, la gran dificultad que presenta un encuentro con turbulencia en aire claro se debe a su invisibilidad, ya que suele presentarse en ausencia de nubes, de manera inesperada y repentina, por lo que prácticamente no da tiempo a tomar medidas tales como ajustarse los cinturones de seguridad. Esto provoca un gran número de incidentes asociados con la turbulencia en aire claro que, aun sin ser fatales, causan grandes pérdidas económicas a las compañías aéreas. Para el meteorólogo, la dificultad de su predicción estriba en que se trata de un fenómeno de pequeña escala, no resuelto por los modelos numéricos.
La turbulencia en aire claro se forma cuando capas de aire adyacentes se mueven a distintas velocidades, en la zona de contacto de ambas capas aparece una fuerte cizalladura que da lugar a una ondulación del flujo. Si dichas ondas rompen, se forman remolinos que viajan en el viento medio generando las CAT.
Por ese motivo, una razonable medida de seguridad es usar el cinturón durante todo el vuelo, y no solo en los momentos en los que la tripulación lo ordena.