Por The New York Times | Elizabeth Landau
Si has sentido que se te llenan los ojos de lágrimas cuando tu perro te saluda entre lengüetazos y movimientos de cola después de un largo día de separación, puede que el sentimiento sea compartido.
Los perros producen más lágrimas cuando se reúnen con sus dueños que con otros humanos, según informaron el lunes los investigadores de un pequeño estudio publicado en la revista Current Biology. De ser cierto, sería la primera prueba de que las emociones provocan lágrimas no solo en los perros, sino en cualquier animal no humano. Los científicos que no formaron parte del estudio no están seguros de que esta conclusión esté justificada.
“Si aceptamos las pruebas de este trabajo, estaríamos ante uno de los descubrimientos más sorprendentes de todos los tiempos en la expresión animal de las emociones”, comentó Clive Wynne, especialista en comportamiento canino de la Universidad Estatal de Arizona. Pero, añadió, “haría falta mucho para convencerme”.
Los escépticos se mostraron menos preocupados por otra de las conclusiones del estudio: que los humanos calificaron de manera más favorable las imágenes de perros con lágrimas artificiales en los ojos aquellas que no las tenían.
Los autores del estudio no sugirieron que los perros lloren de emoción como lo hacen los humanos. Pero cuando los ojos de los perros se ven “acuosos y brillantes”, esto “facilita el cuidado humano”, afirma Takefumi Kikusui, especialista en comportamiento animal y medicina veterinaria de la Universidad de Azabu, Japón, y uno de los autores del estudio.
En estudios previos, los perros han demostrado que están muy conscientes de las emociones humanas. Los científicos también han establecido que los perros tienen categorías emocionales como “eres alguien que me importa, por lo tanto, me alegro de verte” y “no me importas, por lo tanto, puedo ignorarte la mayor parte del tiempo”, explicó Daniel Mills, especialista en Medicina veterinaria del comportamiento en la Universidad de Lincoln, en Inglaterra, que no participó en este estudio.
En el nuevo estudio, los científicos midieron el volumen lagrimal inicial de los perros y luego lo compararon con el volumen lagrimal que los animales tenían cuando se reunieron con sus dueños tras varias horas de separación. También midieron el volumen de lágrimas después de que los perros interactuaron con un miembro del personal de la guardería canina. En el experimento de comparación participaron veinte perros.
Los veterinarios cuantificaron el volumen lagrimal canino con una prueba de Schirmer, que se utiliza para diagnosticar el síndrome del ojo seco en los perros, señaló Mills. Consiste en colocar un fragmento de papel de filtro durante 60 segundos entre el párpado inferior y la córnea del perro. Cuanto más escurran las lágrimas en el papel, mayor será el volumen de lágrimas.
Wynne se mostró escéptico sobre la posibilidad de que este método pueda demostrar una relación entre la emoción y el volumen de lágrimas. Si un perro está emocionado por reunirse con su dueño, podría moverse más y el papel podría rozar más su ojo, lo que provocaría más lágrimas. “Así que no me parece creíble”, afirma.
Sin embargo, Kikusui afirmó que los ojos de los perros sostuvieron la misma cantidad de roce con el papel en las distintas condiciones experimentales.
Los científicos también han investigado la función de la hormona oxitocina en el vínculo entre el humano y el perro. En una investigación publicada en Science en 2015, Kikusui y sus colegas demostraron que un perro experimentaba un aumento de oxitocina cuando se reunía con su dueño. De hecho, descubrieron que los niveles de oxitocina aumentan tanto en los perros como en sus dueños humanos mientras se observan entre sí.
Para el nuevo estudio, los investigadores administraron oxitocina a la glándula lagrimal de los perros, responsable de la secreción de lágrimas. A continuación, midieron el volumen de lágrimas y encontraron más lágrimas en los ojos de los perros con oxitocina que en aquellos a los que se les administró una sustancia de control. Esto indica que la oxitocina se relaciona con el fenómeno del ojo lloroso, escribieron los autores del estudio.
Para ponerle palos —o mejor un hueso— en la rueda: colocar oxitocina o la solución de control directamente sobre el ojo pudo haber irritado los ojos del perro, comentó Lauren Bylsma, psicóloga clínica de la Universidad de Pittsburgh. A pesar de ello, Kikusui afirmó que la sustancia de control no modificó el nivel básico de lágrimas, mientras que la oxitocina sí lo hizo.
Bylsma es coautor de un trabajo de 2018 llamado “Why Only Humans Shed Emotional Tears”, una frase que ella sigue manteniendo. Y Wynne también.
Aun así, Mills apoya la amplia conclusión de los autores de que las lágrimas podrían estar relacionadas con el vínculo entre humanos y perros, a pesar de que también le preocupan sus métodos. “Puede ser que cuestiones como un ojo más brillante o la presencia de lágrimas fomenten en nosotros las tendencias de crianza”, dice Mills, “del mismo modo que las razas de perros de nariz corta y frente alta hacen que queramos cuidarlos más”.
Quizá una de las primeras historias famosas de reunificación entre perros y humanos se encuentre en la “Odisea” de Homero. Tras años de ausencia, Odiseo vuelve a casa pero nadie lo reconoce de inmediato, a excepción de su perro, Argos, que mueve la cola y para las orejas.
Odiseo, queriendo permanecer de incógnito, derrama una lágrima secreta, escribió Homero ¿Y Argos, también lloraría? Se necesita investigarlo más. Un perro. (Madoka Nakamura vía The New York Times) Un perro y un humano interactúan. (Madoka Nakamura via The New York Times)