Finalmente, el factor precio parece empezar a incidir. Fue un año irregular. La Niña golpeó en el comienzo del entore, luego en enero llegaron lluvias que aliviaron las condiciones. En el balance entre lo muy malo del norte y lo razonablemente bueno del centro y sur, se podría decir que fue una Niña benévola.
En ese marco esperábamos una tasa de preñez de 78% a 79%. El resultado de 80% es bueno, más allá de que falta ver si realmente se traduce en un destete de 70% de acuerdo a la diferencia habitual entre preñeces y destetes.
La diferencia entre el perfil tecnológico de los rodeos encuestados respecto a los generales suele ser un factor que se menciona relativizando resultados. Pero una preñez de más de 80% es poco frecuente y abona a la hipótesis de que la cría reacciona al estímulo de los precios y que hay una apuesta del productor a aumentar la producción de terneros aún con un excelente precio de la vaca gorda para faena.
La próxima producción de terneros quedará cercana a los tres millones, puede ser un poco más o un poco menos. Con una tasa de extracción aumentada por intensificación, es posible que se estabilice un rodeo de 11,4 millones de cabezas y una faena de 2,7 millones de cabezas por año. Hay que ser cautos en la proyección de producción de terneros porque todavía no tenemos el dato de vientres entorados, lo que podría tener un leve descenso respecto a 2021, eventualmente pasando de 4,3 a 4,25 millones de vientres.
La preñez ha pasado de 74,9% a 76,4% en 2021 a este 80% redondo en 2022. El 2023 puede ser confirmatorio de transformaciones en el indicador más inamovible de la cría. Una transformación que complementa a otras que no tienen registros tan precisos como el aumento en la carga, la mejora en el desempeño de los vientres de segundo entore o la menor edad al primer entore.
Como todo reacciona a los precios da la impresión que la cría expresa también sus transformaciones en este auspicioso resultado.
Por Eduardo Blasina