Por Eduardo Blasina
Una vez más la región nos impulsa. En Brasil un accidente, un posible caso atípico de vaca loca que a la espera de los análisis confirmatorios paralizan el mercado, ya que los frigoríficos han paralizado las faenas.
En Argentina la prolongación de un cepo que tal vez reditúa en votos populistas pero es un golpe más a una ganadería donde lo único seguro es la incertidumbre. En Uruguay aplica el “no news, good news”, no somos noticia en el mundo, compramos vendemos, exportamos, sin disrupciones.
Y así el stock permanece estable rejuvenecido en su composición que tiene cada vez menos categorías ociosas, cada vez más terneros y vaquillonas. En particular es un stock en el que hay cada vez menos novillos de más de tres años y más terneros.
De modo que no solo se trata de una mayor eficiencia económica, un novillo precoz emitió menos metano a lo largo de su vida. Potencialmente en algún momento un novillo precoz será más certificable por sus virtudes respecto al cambio climático. Uruguay sigue dándole garantías diferenciales a los compradores del mundo, en lo sanitario y en la regularidad del abastecimiento.
A diferencia de 2019, los precios de 2021 bien pueden prolongarse durante 2022. Y con estas lluvias, porqué no pensar que la producción de terneros mantiene chance de consolidar los tres millones. Si La Niña, como dicen los meteorólogos es más suave que la del año pasado, setiembre ya garantiza un rebrote temprano, la perspectiva productiva y comercial de la ganadería mantiene plena firmeza.
La mayor parte de esto es mérito de Uruguay, pero esta semana la región da una ayuda adicional a nuestra diferenciación.