El maíz argentino genera 178 gramos de dióxido de carbono equivalente por kilo de maíz producido, lo que resulta 61% inferior al promedio mundial para el cultivo, según un estudio realizado por Leticia Tuninetti y Rodolfo Bongiovanni, técnicos del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) y del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA).
El estudio fue presentado en el reciente Congreso de Maizar, informó La Nación. Para llegar a ese resultado, desarrollaron un trabajo con datos de la campaña 2021/22 de la Bolsa de Cereales.
El estudio tuvo en cuenta, por un lado, las emisiones que se realizan durante la fabricación de los insumos, el cultivo, la cosecha y el transporte del cereal al puerto, y por otro, las capturas, lo que permite calcular el balance de carbono.
“Es decir, se contabilizaron las emisiones de gases de efecto invernadero a lo largo de todo el ciclo de vida del producto, en todo el país, con distintas fechas de siembra y niveles tecnológicos”, señala el artículo.
La huella de carbono es un indicador ambiental que refleja la cantidad de gases de efecto invernadero (GEI), expresada como dióxido de carbono equivalente, que es emitida directa o indirectamente como consecuencia de una actividad determinada.
Los resultados del estudio indicaron que el cultivo de maíz argentino generó, en promedio, una huella de carbono de 1.246 kilos de dióxido de carbono equivalente por hectárea y de 178 gramos por kilo de maíz producido.
Las mayores emisiones fueron por la producción y aplicación de fertilizantes nitrogenados, que sumaron más del 50% del total. También hubo emisiones por los combustibles, herbicidas, fungicidas, labores y residuos de cosecha.
“Las huellas de carbono más altas se verificaron en los lotes con rindes bajos, que recibieron una inversión importante de insumos que no se trasladó a los rendimientos. También hubo huellas altas en lotes con fuertes aplicación de nitrógeno por hectárea, lo que alerta sobre la necesidad de buscar el punto óptimo de la dosis por aplicar”, indicó Tuninetti.
Los técnicos sostienen que la huella de carbono del maíz en el mundo es de 451 gramos de dióxido de carbono equivalente por kilo producido. La del cereal argentino de la campaña 2021/22 fue de 178 gramos, es decir 61% menor. A su vez, es 52% inferior a la de China y Tailandia (los agricultores utilizan mucho nitrógeno); 66% inferior a la de España (queman los rastrojos); 27% inferior a la de Canadá y Estados Unidos (utilizan mayor cantidad de fertilizante nitrogenado).
“Tener una baja huella de carbono es una ventaja al comercializar el maíz y los productos derivados en el mundo. Por ejemplo, un alimento a base de maíz de carbono neutro -es decir producido con un balance cero entre emisiones y captura de carbono- de la firma Mondelez Internacional, se vende a 75 US$/kg”, dijo Bongiovanni.
Una reciente encuesta del Business Value Institute indicó que el 54% de los consumidores está dispuesto a pagar más por estos productos. Además, en países de Europa hay campaña para que la industria de alimentos muestre la huella de carbono en cada envase y en la cartelería.
Con base en La Nación
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