El precio del ternero, como todos los precios ganaderos, es récord. Pero aún así, cabe plantear la hipótesis de que es un precio notoriamente bajo desde dos puntos de vista. Si se lo referencia al precio del ganado gordo, una relación de reposición de 1,10 sigue dando la señal de que es mejor comprar un ternero que producirlo. En algún momento el mercado tendrá que llevar la cotización del ternero a un nivel tal, que para los productores de ciclo completo o los invernadores la cría pase a ser un buen negocio, aún mejor que el engorde. Porque si no habrá una caída de la faena importante en algún momento.
Para sostener los niveles actuales de faena la única solución sería la importación, pero Uruguay lo ha intentado muchas veces, sin éxito.
Con estos precios, es difícil que el rodeo de vientres aumente. Los productores siguen prefiriendo hacer caja a retener para una producción futura que está a tres años de distancia, entre entore, destete y venta del producto. Nadie puede saber qué mundo tendremos dentro de tres años. El crecimiento de la faena es tanto de novillos como de vacas y vaquillonas.
La faena de vientres arriba de 1,3 millones hace casi imposible que suba la cantidad de vientres.
Por eso un precio del ternero de tres dólares por kilo no es señal suficiente. Lo mismo vale para el precio de la vaca preñada. Abajo de US$ 1.000 por cabeza no compite con los frigoríficos. La escasez de ganado gordo es creciente y es posible que esa situación se vaya agudizando. Y si no se logran producir más de tres millones de terneros no habrá manera de seguir creciendo. A US$ 5.000 por tonelada exportada la señal es que la producción de terneros debe crecer, pero para eso el precio tiene que ir más arriba aún del récord actual.
Por Eduardo Blasina