La música de Los Tontos es la musa inspiradora para la obra que lleva este nombre. El primer disco de la banda es el protagonista de la obra, la cual recrea de manera poética y creativa la realidad de un Montevideo de los años 80, y como órgano vital de ella, el resurgimiento del rock uruguayo. 

La voz de su autora ofrece un viaje a través del tiempo dotado de interpretaciones de las letras, intervenciones de miembros de la banda, así como del célebre músico El Gavilán. 

Rosana Malaneschii es escritora y docente, licenciada en Sociología y diplomada en gestión cultural. A trabajado en diversos géneros literarios, que le han permitido obtener numerosos reconocimientos. Se ha centrado en la fotografía de poesías como protagonistas de pequeñas escenas, componiendo así obras visuales y exposiciones colectivas. Entre sus obras destacan Con Anna Ajmatova (2018), ganadora del Premio Juan Carlos Onetti en 2017, y su novela Leyland (2015).

¿Preferirías viajar al futuro o al pasado?

En general, me es preferible viajar al presente.

¿Qué libro de otro autor/a te afectó de tal manera que te gustaría generar ese mismo efecto en tus lectores?

Ocasionalmente, aparecen libros que logran hacer sentir con vida, hacer pensar, emocionarse, y no se los quiere dejar. Nombraré dos, uno viejo y uno más nuevo. El viejo es El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde (1886), impresionante libro de Stevenson. El nuevo, Hambruna roja: La guerra de Stalin contra Ucrania (2019), cuya autora es Anne Apelbaum. Apasionante. Para responder omito, adrede, la poesía.

Top 3 de libros que más regalaste/recomendaste.

Los libros que más recuerdo haber regalado son libros para niños; libros locales, o sea, libros de autores uruguayos; y libros sin destino en mi biblioteca que alguien se lleva.

Recomendar me es algo muy habitual: además de ser docente, integro un club de lectura con ocho personas más. Recomiendo libros de todo tipo.

¿Qué cinco cosas guardarías en una cápsula del tiempo?

Guardaría cinco registros de cualquier esquina montevideana. En cualquiera de los soportes existentes, posiblemente más de uno: audio, imagen fija, en movimiento, escrito (lineal, hipertextual), transmedia.

Si pudieras coescribir un libro con cualquier autor/a, vivo o muerto, ¿con quién sería y por qué?

Con Italo Calvino, porque sería buenísimo escribir con quien escribió ese librazo, propio de un pensador, llamado Seis propuestas para el próximo milenio (1988). Me encantaría desafiar a este milenio con él.

Si estuvieras en la Biblioteca Nacional de Uruguay y te pudieras robar un libro sin que nadie lo supiera, ¿cuál sería?

Ninguno. No robaría un libro cuyo destino es colectivo.

Tu autobiografía en una frase.

Mi vida es la de una caminante y sé lo siguiente: nadie se baña dos veces en el mismo río, ni camina dos veces por la misma cuadra, por lo tanto, nunca vuelvo al mismo lugar.

Contanos qué estás leyendo ahora.

Acabo de leer El caso Astesiano (2024), de Lucas Silva. Ahora leo Fathers of la Patria (2024), de Gabriel Cardozo.

Si pudieras tener una conversación de una hora con cualquier escritor famoso, pero después nunca más pudieras leer ninguna de sus obras, ¿a quién elegirías para tener esa conversación?

Dante Alighieri.

El primer verso que te viene a la mente.

Heráclito camina por la tarde de Éfeso...

 ¿Qué libro prestaste de tu biblioteca y hasta el día de hoy no fue devuelto? ¿Y al revés?

En mi vida los libros surcan ríos de caudal incontrolable.

¿Como lector/a, qué te gusta encontrar en un cuento?

Dentro de un cuento me gusta encontrar el silencio necesario para pensar a partir de su contenido. O sea, me gusta un cuento que por momentos calla y deja encontrar algo.

Tu idea de felicidad y tu idea de miseria.

No sé si lo tengo muy claro, pero para mí la felicidad es sentirme viva y la miseria es no poder sentirme así, potente, enérgica, vital. Por lo tanto, hay libros que dan felicidad y otros que vuelven miserable.

¿Qué libro nunca te aburrís de releer?

Las reglas del método sociológico (1895), de Emilio Durkheim (1er edición).

Si pudieras invitar a tres personajes literarios a cenar, ¿quiénes serían y por qué?

Serían cuatro: los tres hermanos protagonistas de Pepe Corvina y su narrador, porque son una parte entrañable de nuestra realidad montevideana.

¿Por qué Los Tontos?

Porque como primer disco de una banda mítica, me interesaba saber si soportaba el paso del tiempo sin cristalizarse. Quería saber si el tiempo acuña su moneda, la del disco, o si deja resignificar con naturalidad esas canciones. En este esquema; si no hay moneda, si las canciones son, por lo tanto, maleables, hay mito porque un mito debe adaptarse a todos los presentes.

¿Cuánto tiempo te llevó escribir este libro, desde la concepción de la idea hasta la publicación final?

Dos años.

Si tuvieras que describir tu libro en una sola frase, ¿cómo la formularías?

El relato de este libro, acompañado por fotos de la banda, algunas inéditas, cedidas por Mario Marotta, coloca el disco Los Tontos en la Montevideo actual y lo hace moviéndose temporalmente, pues muestra cómo era la ciudad cuando se editó o sea la cuenta en los 80 y, también, cuenta su hoy al mostrar cómo fue prefigurada su actualidad en ese mismo disco.

¿Cuál es la reacción más inesperada qué recibiste con este libro?

Por ahora no ha habido reacción inesperada.

 ¿Qué consejo o frase inspiradora darías a otros escritores que están buscando su voz y estilo literario?

Dos únicas cosas son necesarias para desarrollar una escritura propia: haber sido ratón de biblioteca hasta, más o menos, los 25, y escribir, tarea solitaria; por lo tanto si fuiste un ratón de biblioteca, escribí. Frase inspiradora: ninguna.

Si de la noche a la mañana pudieras hablar de manera fluida cualquier idioma, ¿cuál sería y a qué lugar viajarías para probarlo?

Se me ocurren tres: Primero el romaní, e iría a las páginas de Una soledad demasiado ruidosa (1976) de Bohumil Hrabal, para hablar con la gitanilla del relato. Segundo, el idioma de los gatos, e iría al libro, así llamado, de Spencer Holst (1973) para hablar en cebraico y sonreír con Buda y Mona Lisa entrando al cielo. Por último, mongol, para estar junto al jinete descubierto de manera sorpresiva por Sandor Marai entre las brumas de un río, en su libro Lo que no quise decir (2016).

Escribir para …

Ser imperceptible. Escribir es un arte. De mi manifiesto artístico: Me dedico al arte, porque es una de las formas más perfectas de la imperceptibilidad.

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Fragmento de Los Tontos:

—Menéndez —grito a esos ojos, mientras enfilo mi seguir—. ¿Qué flete se debe meter en el pesebre? —Es un último intento, pienso. Y, de nuevo, no. No hay respuesta. Sigue callando Menéndez. Continúa su silencio, ese, su callar profundo. Y de tanto, de tan profundo, otra vez me hace dudar. O no tiene nada para decir, como pensé en la plaza, o, le doy un changüí, calla por infinita sabiduría. Quién sabe si, por sabio y por prudente, elige callar.

Sigo, empujándome a mí misma. Buba me sigue. Así que nos empujo con mi sola voluntad de no cejar. Y mi miedo. Me voy. Cómo llegó Menéndez hasta acá, tan rápido, si estaba sentado con Einstein y Vaz Ferreira. Pienso, no lo dudo, lo habrá hecho por pasadizos subterráneos de esa Montevideo cuya oscuridad es desconocida. Caminar, caminar, caminar. Las calles nos llevan. El flete de ese negocio abandonado, pienso, me digo, seguramente sea pospandémico. Sur, pospandemia y después. Después sequía, me digo. Montevideo. Pienso. Cualquiera. Así pienso. Cualquiera. Como cualquier ciudad, quiero decir. Qué tiene de propio, además de nosotros, nosotras. Sus habitantes. Y, por supuesto, la esquina no me dio, no llegó a la 18. También yo. No llegué. Lo sé. Laterales, siempre, por ahora. Laterales. Caminar, caminar, caminar. Acaso el encuentro con Menéndez sea una forma de recordar las preguntas medianamente importantes. Las eternas. Y el recuerdo sea bajo la forma de una performance, infinita, en las esquinas de esta ciudad cualquiera. Distinguible solo por 18. Y por nosotros. Y el estuario.

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