Rogelio Gracia tuvo dos nacimientos. El primero en una cama de hospital. El segundo, en un estudio contable: frente al escritorio de su padre, le anunciaba que dejaba de "negarse su naturaleza", una que él describe como interpretativa, desde que tiene memoria. 

Frente a la desorientación de su padre ante tal planteo, Rogelio ponía un punto final en forma de tres líneas. 

"Hay una posibilidad de que yo a los 40 esté viviendo en el cuarto de una pensión muerto de hambre, pero por lo menos lo voy a haber intentado". Tres líneas, y vértigo. Pero a la vez, gran determinación. 

Años después, Rogelio se agradece a sí mismo por haber tomado esa difícil decisión. También le agradece al escenario, por haberle regalado un amor que describe como "recíproco", como un amor correspondido. 

Se presenta todos los sábados de septiembre en La Cretina, interpretando su rol en la obra unipersonal Tom Pain: basado en nada, una obra "de mucha humanidad". El espectáculo tiene lugar a partir de las 20.00 horas, y las entradas pueden adquirirse aquí

Fotos: Javier Noceti

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¿Cómo comenzó tu interés por la interpretación?

De chico tuve una naturaleza interpretativa. Cuando pedíamos para el Judas en mi época, el Judas era yo. Estando enfermo, mi entretenimiento era agarrar el radiograbador y grabar voces. Y con los amigos que he tenido a lo largo de mi vida, los amigos inseparables, tanto de la niñez como más adelante, en las otras etapas de la vida, siempre mi juego es interpretar personajes. No recuerdo cuándo me interesó, porque nací con eso.

Lo que sí recuerdo cómo nació y cuándo fue, es el interés por desarrollar una carrera y una profesión. Después de probar un poco más en el lado formal de la vida, mi papá era contador, mi mamá funcionaria pública, trabajé en un estudio contable durante mucho tiempo, estudié economía, comunicación social también. Pero después de haber dado esas vueltas, descubrí que lo mío era arriba de un escenario. Siempre fui muy intuitivo. Cuando yo iba a ver un espectáculo, decía: "Lo lindo pasa ahí arriba, no acá abajo". Y de chico mis padres me llevaban a los shows y yo no sé como hacía, pero terminaba arriba del escenario.

Cortesía de producción

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Nació así, y lo único que hice en un momento fue dejar de negarme esa naturaleza, que me la negué durante tanto tiempo. En un momento fue entender que no había más remedio, y que iba a ser un infeliz de por vida si seguía intentando por otro lado. Ya siendo un poquito más grande, empecé primero con un grupo de teatro para jóvenes, después con un taller de teatro en el Circular, luego en la EMAD, y después en formación permanente hasta el día de hoy, que cada vez que puedo me meto en grupos de entrenamiento.

Estuve años con Augusto Fernandes en Argentina, un gran maestro, estuve con Corazza en Madrid, otro gran maestro. Estuve en el Actors Studio en Nueva York, en Los Ángeles, y siempre que puedo trato de hacer alguna clínica, algún entrenamiento como para ir siempre juntando elementos en la caja de herramientas. Para cuando la inspiración o el personaje no calzan tan bien, tener elementos a los que echar mano para poder suplir a veces esa falta de inspiración, o esos lugares más difíciles a los que llegar.

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¿Cómo describirías lo que fue tu carrera hasta hoy?

Fue linda, fue desafiante, fue mucho más de lo que yo imaginaba hasta ahora. Espero que la vida y la carrera me lleven por otros lados, también inexplorados. Pero realmente, cuando yo empecé nunca imaginé que iba a terminar haciendo Hamlet, que iba a terminar viajando por tantos países filmando, haciendo obras teatrales. Lo mío fue darme cuenta de que no me quedaba otro remedio. Pero me permitió recorrer un montón de teatros y rodajes acá y en el exterior, y me permitió desarrollarme personalmente.

Yo creo que las herramientas que desarrollás en el teatro, tienen la virtud de que enriquecen la vida también. No sabría describir cómo fue mi carrera hasta ahora. Pero sí que fue muy linda, es muy linda, muy llena de contradicciones, se sufre mucho, se expresa mucho uno. Hay que saber lidiar con la incertidumbre, lo cual es muy duro, para todos los que somos freelance. Es durísimo, e imaginate lo que es además en el mundo artístico, donde el mercado es tan chiquito y los valores son tan chiquitos. Yo he tenido mucha suerte, en el sentido de que he podido abrir otras tienditas y he sido ordenado, pero quizás un poco para sacar esta cosa romántica de la vida del actor, del "qué divertido", te digo: se sufre mucho.

Fotos: Javier Noceti

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Hay que estar fuerte, hay que estar sano, porque lidiar con la incertidumbre es muy duro. Después de más de 20 años lo sigue siendo, sobre todo cuando la vida sigue a pesar de que vos estés con mucho trabajo, estés con poco trabajo, te vaya fantásticamente bien en un espectáculo o en un proyecto, o tengas un tremebundo fracaso. La vida sigue, al día siguiente hay que despertarse, hay que seguir, hay que llevar a los nenes a la escuela, y hay que pagar las cuentas. Entonces, si bien es una carrera absolutamente maravillosa, la cual agradezco todos los días de mi vida y seguiría eligiendo, es una carrera que implica, como cualquier otro oficio y como cualquier otra carrera, muchísimo trabajo, muchos sacrificios, mucha constancia, y saber levantarse cuando no está favorable para uno, que eso pasa más seguido de lo que parece.

No nos educan para levantarnos de los porrazos. No nos educan para los golpes, entonces es un lindo desafío. Creo que como cualquier carrera, tiene lo lindo y lo feo. El tema es que yo estoy enamorado de ésta, y tuve la suerte de poder elegir una carrera, y de que la carrera me eligiera a mí. Fue un amor recíproco.  ¿Cuánta gente elige algo para hacer, y ese amor no es correspondido? Yo elegí el escenario, pero si el escenario no me elegía a mí, no hubiera habido milagro. Yo tuve la suerte de haber elegido el escenario, y de que el escenario me correspondió.

Fotos: Javier Noceti

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¿De qué depende que se dé ese amor recíproco?

No tengo la más pálida idea. No lo sé. No creo que tenga una explicación racional. La parte racional sí te digo que tiene que ver con la determinación, con el trabajo, y con las horas de picar la piedra, que no tiene nada que ver ni con las condiciones, ni con el talento, ni con la magia, ni con la mística de nada. Tiene que ver con sumarle horas de laburo y determinación. Para llegar a un ensayo bien, tengo que haber estudiado mucho la letra, y después de estudiarla mucho, la tengo que estudiar más, y después al final la obra no se hace, y yo me tengo que ir con todo ese trabajo a mi casa. Volver a estudiar para otra, que capaz que se hace y capaz que no. Capaz que le va genial, capaz que es un fracaso rotundo y yo perdí cientos de horas estudiando. Tengo que volver al día siguiente, y llegar en hora, y tener buena cara y presentarme con buena actitud ante los demás.

Va más allá de la parte mágica de esto, que creo que sí existe, porque conozco gente que haciendo todo eso, no hizo carrera. Pero hay una parte de método de trabajo, de constancia, y de determinación, de decir "yo voy a hacer esto, y punto". En el momento en que yo tomé la decisión de dedicarme a esto ya era grande, había pasado por otras profesiones formales, pero el día que dije "voy a esto", fui. No me permití a mí mismo que me fuera mal. Pero me acuerdo que cuando yo hablé con mi papá, que fue al que le dije que iba a dedicarme al teatro y que no iba a trabajar más en su estudio contable, y que no iba a ir más a la facultad, le dije: "hay una posibilidad de que yo a los 40 esté viviendo en el cuarto de una pensión muerto de hambre, pero por lo menos lo voy a haber intentado", y así fue.

Creo que como cualquier oficio, como un sanitario o un carpintero, es laburo, laburo y más laburo.

Cortesía de producción

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Trabajaste en Hamlet. ¿Qué papel tenías y qué importancia considerás que tiene el paso por los clásicos para un artista?

Empezó hace muchos siglos. Por lo menos si tomamos en cuenta a los griegos, hay que entender que estamos en un oficio milenario. Ver a aquellos que trascendieron los siglos siempre es iluminador. Estos grandes maestros, caso Shakespeare, no han sido superados hasta el día de hoy, y Hamlet es del año 1600. Tiene más de 400 años la obra. Todos los referentes en dramaturgia lo dicen, no soy yo, que no conozco sobre dramaturgia. Es uno de los autores más representados y filmados en cine. Shakespeare escribía guiones de cine antes de que existiera el cine. Hablaba de psicología antes de que existiera la psicología, por eso le dicen también a veces "el inventor del ser humano".

Fue un autor que planteó la cuestión humana y el aspecto de la humanidad de una manera única, y yo creo que irrepetible. Me tocó interpretar al mismo Hamlet, y lo consideré un premio y un gusto que me pude dar. Era como el sueño del pibe, después de 20 años de hacer teatro, que te premien dándote el rol más importante del teatro. Cuando estaba ensayando, había venido la pandemia y tuve que parar de ensayar, y dije, "qué ironía, si después de 20 años de hacer teatro me ofrecen Hamlet y no la puedo hacer porque está la pandemia, qué buen chiste de la vida". Pero por suerte la hicimos después de la pandemia.  Después de haber pasado por ese personaje, ya me podría haber retirado, cosa que obviamente no voy a hacer.

También he pasado por Lope de Vega en el caso de La Gatomaquia (1634), y son maestros, entonces como todo maestro deja una enseñanza grande. Lo que uno aprenda en una clase, en una escuela, no es nada al lado de lo que uno aprende trabajando con grandes autores, grandes directores y grandes compañeros al lado. Lo que me dejaron estos clásicos a mí fue un aprendizaje muy grande, y una vivencia de la cual estoy muy agradecido, porque al final creo que eso es lo que nos llevamos. Una serie de experiencias y vivencias, otra cosa no nos podemos llevar.

Cortesía de producción

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Proyecto Tom Pain: ¿Cómo llegó a tí la propuesta? ¿Te interesó desde un principio?

Llegó de una manera bien atípica. Una persona que estaba en un ensayo, cuando yo hacía Séptimo Cielo en el teatro El Notariado, se acercó con una hoja traducida por él mismo, de un texto que se había estrenado en Nueva York, y me dijo: "Esta obra es fantástica, la acabo de ver en Nueva York, hay que hacerla acá y la tenés que hacer vos". Me dio una hoja con 20 líneas traducidas, y yo vi un comienzo de algo interesante y dije, "¿y esto qué es?" Compré la obra, te estoy hablando del año 2005- 2006, cuando no se compraba mucho en Amazon. La gente decía "no metas la tarjeta de crédito ahí". Compré el texto por Amazon, lo leía en inglés, siempre que lo leía me cautivaba.

Pasaron los años y tuve que hacer un "parate" en el teatro y en mi vida, por un tema de salud que me tuvo quieto un buen tiempo, y ahí, revisando y pensando qué iba a hacer después, cuando pudiera volver, siempre esta obra la dejaba arriba del estante, siempre ahí. Yo me mudaba y el librito siempre estaba ahí a la vista. Hasta que en un momento, la volví a leer, y dije: "es ahora". Consideré que tenía la edad, el tiempo, la experiencia, y que era el momento. Y más una obra que hablaba de cómo uno arrastra los dolores de su vida, cómo lidia uno, y yo estaba atravesando una situación de bastante dolor.

Cortesía de producción

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Ahí empezó el proceso de contactarnos con el autor, traducirla, pedir sala, empezar proceso de ensayos y todo, hasta que la empezamos a hacer. La estrenamos por cinco funciones en la sala Zavala Muniz del Teatro Solís, y hoy ya estamos llegando a las cien funciones en cinco países diferentes, en casi 25 teatros diferentes. Y justamente para sumar un teatro más, es que vamos a un nuevo espacio para la obra que es La Cretina, donde yo considero que la obra tiene un lugar bastante adecuado. Esperemos que sea así, vamos a ver qué pasa.

¿Qué rasgos destacarías de tu personaje, si lo pensaras en clave de luces y sombras?

Creo que es un tipo que cuenta los dolores de su infancia en clave esperanzadora, o en clave de poder reírse de sí mismo. Es un tipo que sufre ciertos dolores en su infancia y vive para contarlo. Una persona que atraviesa un par de situaciones traumáticas de su infancia, y una historia de amor con una mujer. Eso lo atraviesa, y en base a esas tres anécdotas que cuenta, que son dos de su niñez, y una de su vida adulta, refleja la vida de casi todo ser humano. En este caso, este es un chico que de niño tiene ciertos temas, que quizás no todos tenemos.

Es un chico poco querido, un poco desafortunado. Tiene algunas situaciones que no todos tenemos. Pero los temas que él cuenta en esta obra, nos atraviesan a todos. ¿Porque quién no tuvo dolores en la infancia, y quién no tuvo un desamor en su vida adulta? Creo que nadie. Entonces, a través de las historias de este hombre es que creo que nos podemos reflejar todos. Es una obra de mucha humanidad. La luz que tiene, es que creo que se trata de reír de estos mismos absurdos que hay en la existencia humana.

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Nosotros decimos, ¡Qué manera de sufrir a veces! Cómo nos impactan las cosas, cómo duele determinada cosa, por qué duele tanto esto, por ejemplo. Y este hombre me parece que se permite compartirlo con la gente, y en un punto reírse un poquito de esto también. Esa es la parte que yo creo que tiene muchísima luz, que es que sobre esas anécdotas, que las cuenta para que entendamos que no estamos tan solos cuando nos duele tanto algo, se permite el humor, y se permite reírse de lo que nos pasa. Hay una línea que a mí me encanta, que es: "¿No es genial cómo nunca nos recuperamos?" Hablando de los dolores de la infancia.

De eso está llena la obra, de poder reírse de estas cosas a veces absurdas, angustiantes y dolorosas de nuestro pasaje por la tierra, para el cual no nos preparan. No nos enseñan que la vida es dura. No nos enseñan que uno se despierta y no es feliz solo, hay que hacer un montón de cosas. No nos lo enseñan. Creo que a veces el teatro con este tipo de obras invita a una reflexión, sobre entender que no es tan sencillo. No voy a levantarme un día y ser feliz. Hay un montón de cosas.

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¿Podríamos decir entonces que un punto fuerte para el éxito que está teniendo la obra, es que habla del ser humano?

Absolutamente. La obra, si vos la ves, tiene un código que por momentos parece absurdo, parece surrealista, parece muy desordenado, pero por otro lado, todo lo que cuenta es de una humanidad absoluta, y te diría que hasta cotidiana por esto que te decía. Al niño se le muere la perrita, al niño lo pican las abejas, crece y tiene una historia de amor que termina mal. ¿Quién no? Eso es un gran acierto. Y después, creo que tiene un elemento dramatúrgico en su escritura muy bueno.

Lo que hace la escritura de este hombre, es que realmente escribe una obra que parece que estuviera siendo improvisada en el momento. El otro día tuve una función en Tacuarembó, se hizo un conversatorio después, y una pregunta de un tipo que estaba ahí fue: "¿Hay guión acá?" Y le digo: "Hay un guión acá, que no te imaginás lo fiel a lo que acabas de ver que es". Tiene tres lugares que son un poco abiertos a la improvisación, pero no llegan a ser 30 segundos en toda la obra.

A veces es un ida y vuelta con alguien, después tiene elementos de una cosa que parecería que estuviera pasando ahí, que eso me parece que es la magia del teatro. Que realmente parezca que está pasando ahí, que no hay nada escrito. Entonces, eso es en parte el arte del actor, pero también la escritura tiene que venir desde ahí, y esa es una gran virtud que tiene la obra, sin duda.

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¿Cómo es la experiencia de defender un papel unipersonal? 

Es un viajecito. Es muy desafiante, en el sentido de que no hay en dónde apoyarse. Exige las mismas cosas que exige una actuación, pero con más intensidad. Exige estar relajado, concentrado, y preparado; pero no es permisiva, no permite mucho el error. Si no estás bien preparado, si no estudiaste bien la obra, si no tenés todo ese texto muy muy fluido en vos como parte de vos, si no estás muy concentrado en el momento de ejecutar, los errores se amplifican.

No es que estás en una escena con un compañero, que sabés que él ese día tiene mucha energía y vos poca, y va a suceder. Acá si tenés poca energía, bueno, no sé. Dormí un rato de siesta, encajate tres cafés, una aspirina y dale para adelante, porque la energía que se requiere para 65 minutos de obra solo, es un montón.

Por otro lado, también decirte que esta es una obra que no se construye solo, es una obra en la que se le habla todo el tiempo a la gente, entonces no me siento tan solo en el sentido de que hay un ida y vuelta a veces. De miradas, de hablar, que alguien te conteste, no es esta obra que sucede y la gente mira, como quien mirara por el ojo de una cerradura. Es una obra donde este personaje le habla a la gente de frente, por momentos le pregunta cosas, busca respuestas, que aunque no vengan no importa, hay mirada. Ahí uno a veces siente que no está tan solo.

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A la hora de trabajar un guión extranjero, ¿sentís que hay mucho contraste de idiosincrasias?

Las hay, pero el tema es que en esta obra, las cosas que no son adaptables son realmente pocas. Una obra traducida, siempre va a ser lo que queda después de la traducción. Pero hay traducciones y traducciones. Si vas a traducir a Lorca al japonés, va a sufrir más que este autor traducido al español. ¿Por qué? Un autor clásico, que escribe en versos, que tiene una musicalidad en las palabras, traducido a un idioma tan ajeno y tan lejano, puede ser más complicado.

Esta es una obra que habla sobre temas que como te digo, atraviesan a toda la humanidad, y no tiene tantos elementos que no puedan ser traducidos. Tiene algunos que tienen que ver con el lenguaje, pero bueno, de eso se trata también la traducción y la adaptación. De tratar de buscar ese análogo en la traducción. Pero esos son realmente muy poquitos detalles, la obra es muy universal.

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Además de este reflejo del ser humano, ¿qué dirías que la hace tan disfrutable por el público?

Creo que sería una linda pregunta para el público, pero me parece que la temática es atractiva. Yo veo en el público un agradecimiento a esta historia. Creo que hay varias cosas que el público disfruta. Por un lado, el entretenimiento este de ir a un lugar a contarnos historias es una cosa milenaria, y nos gusta. En este caso creo que hay una linda historia contada, un lindo texto, con una interpretación muy cuidada, está mal que lo diga yo, pero realmente trabajamos mucho para esto.

Siempre que la vamos a reestrenar como ahora, se trabaja mucho por cada detalle, yo de acá me voy a ensayar. La obra funciona, yo creo que logra la comunión con el público. Nosotros nos propusimos realmente conectar con la gente. A veces la obra es más una fiestita, porque esa gente ese día está para el jolgorio, y otras veces hay gente que está más reflexiva. Y ese día la obra es distinta. ¿Por qué? Porque yo trato de realmente conectar en ese día con cómo está la gente, cómo estoy yo, y que sea una conexión verdadera. No es la proyección de una película, que es siempre la misma. Si bien el juego teatral siempre es el mismo, el texto es el mismo, hay una conexión que sucede con las personas que estamos ahí ese día.

Yo trato de conectar con esas personas, de establecer una conexión genuina y verdadera. Creo que la suma de estos elementos la hacen disfrutable. Nos reímos, yo también me río, nos reímos de nuestros propios dolores, y reflexionamos sobre cosas importantes y profundas de la vida, no es que nos riamos de cosas banales. Nos reímos porque nos alivia, pero reflexionamos sobre temas que son ejes centrales de la vida. Me parece que al tener una reunión en la que tenemos esa reflexión profunda sobre temas importantes, salimos realmente pensando muchísimo en cosas que escuchamos en esa obra, pero además, nos saca unas cuantas risas, y yo creo que eso se agradece.

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¿Dirías entonces que nunca se repite la misma obra tal cual?

Absolutamente. Pero eso es en general en el teatro, nunca hay una función igual a otra. Yo tenía un maestro que decía: "hacemos esculturas de humo". Siempre es diferente, es una y se va, como el humo. Eso hacemos nosotros en el teatro.

¿Qué aspiraciones ves a futuro, tanto para la obra como para tu carrera personal?

Esta obra nos va llevando a nosotros, más que nosotros a ella. La realidad es esa, como te decía, empezamos por cinco funciones y vamos a completar cien en pocos días, en bastantes países. Seguramente en el corto plazo surjan algunas funciones en Buenos Aires, y me gustaría llevarla a España. Ya estuve ahí dos veces con esta obra, pero me gustaría volver a llevarla, y tenerla pronta para poder compartirla cuando sea el momento y en el lugar que sea, esa es la aspiración.

No la voy a hacer tampoco demasiado tiempo más, por un tema de cerrar el ciclo también. En cuanto a lo que espero yo a futuro, seguir construyendo esta carrera que es como te decía antes, una carrera de trabajo hormiga, de trabajo diario, y seguir construyendo, poder seguir haciendo buenos roles, contando buenas historias, que es a lo que uno se ha dedicado, y ver hacia donde nos lleva, porque también está cambiando mucho todo.

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Hay formatos nuevos, hay cosas nuevas, yo no me imaginé hace unos años, que iba a grabar una serie que iba a salir en una cosa que se llama "plataforma de streaming", que es como un videoclub que tenés en tu casa, apretando botones. Eso no existía cuando yo empecé a actuar. Sí creo que la industria del entretenimiento está teniendo jugadores nuevos, y que nosotros, que contamos historias, nos vamos teniendo que incorporar, adaptar, tampoco me imaginé que iba a terminar grabando audiolibros, y lo hago.

Yo lo que pretendo es seguir haciendo lo que hago, seguir contando historias, seguir desarrollando este arte, tratando de aprender un poco cada día, como para realmente al momento de dar, cada vez hacerlo mejor. Seguir teniendo ese elemento mágico o acrobático por el que la gente ve y se pregunta: ¿Cómo lo hace? A mí es lo que me fascina cuando voy a ver cualquier un show de música, una escultura, una pintura.

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Creo que eso nos enriquece como sociedad, contarnos historias y reflejarnos en nosotros mismos. "No solo de pan vive el hombre", entonces nosotros necesitamos nuestras historias, necesitamos la cultura, necesitamos el entretenimiento. A mí me toca estar de este lado, y mis aspiraciones son seguir entregando lo mejor a esta carrera, y a la gente que consume las cosas que nosotros hacemos.