Violencia. Barras bravas. Armas. Drogas. Apariencia delictiva. Tatuajes, muchos tatuajes. El 77, número que utiliza la Policía para distinguir a una persona que es inocente de otra que no. La calle, lo border. El trap. Abuelas que también son narcos; pistolas, rangos. Sobre delitos y hacer apologías. Ese universo, a grandes rasgos, envolvió la esencia el trapero uruguayo que tocó el cielo con las manos y, después, se cayó.

“Supe sonar bien, hoy en día me apagué un poco, pero estoy tratando de repuntar y creo que lo voy a hacer bien. Tuve que alejarme de la música para volver a encontrarme conmigo mismo en otro sentido porque ya estaba abrumado por la fama. Digo que sueno menos porque es la realidad, yo no la oculto: es como es”, dice Pekeño 77.

Facundo Cedrés nació en Montes de Solymar, un barrio “complicado”. Desde chico estuvo en contacto con situaciones fuertes y, también, le enseñaron cuáles evitar. Cuando su madre se iba a trabajar lo dejaba en la verdulería para que lo cuidaran. A los siete años, entre frutas y verduras, conoció su destino. El hijo de la verdulera, que era unos años más grande que él, también pasaba sus tardes en el local comercial. Pero tenía una computadora —al Peke le llegaría la suya tres años después como regalo de los Reyes Magos—. La diversión era ver videos de música. Así, de repente, en la vida de aquel niño empezaron a aparecer 50 Cent, Eminem y Tupac. “Yo era chico para ver esos videos”, dice ahora, años después. De inglés poco entendía.

“Lo que pasa es que vos mirás los videos y te hacés la película. Me gustaba verlos porque eran de gángsters y todas esas cosas. Los mostraban desde un punto de vista que es algo que cae bien, no es la parte fea de esa vida, sino la mejor: la de los pandilleros y todo eso”, dice. Por esa misma razón le encantaba el videoclip de “You don’t know”, una canción de Eminem, 50 Cent, Cashis y Lloyd Banks.

A los 10 le llegó su primera computadora y se “fisuró”. Siguió la línea del rap, el género que conoció en la verdulería y, aunque un poco se desvió, no dejó. En 2018, su música traspasó fronteras y el éxito tocó su puerta. De toques clandestinos en su barrio y sonar en Uruguay a Argentina, a colaboraciones con Ruben Rada —una de las que más disfrutó—, con Duki, con Trueno. También, en otro hemisferio, con el estadounidense Snap Dogg.

Este 2 de febrero, el trapero se presenta por primera vez en su departamento, en el marco del ciclo Canelones suena bien, que organiza la Comuna Canaria. Y el Peke está motivado: “Porque va la gente de acá a la vuelta, son todos conocidos. Además, es mi lugar: presentarme acá no es lo mismo que en Buenos Aires, o en otro lado. Voy a estar acá en mi zona haciendo presencia”, cuenta. Por eso va a estar “polenta, polenta”. También tiene expectativas: “Se va a llenar”. Aunque, tiempo después, dará ese crédito a Trueno, el argentino con el que compartirá fecha, además de Clipper. 

Pegarla y volver a hacerlo

“De a poquito vamos intentando hacer las cosas. Cuesta, obviamente, por la cantidad de gente, es como todo. Pero veo que se está formando algo y es lindo. Esperemos que salga adelante”, opina.

La escena del trap en Uruguay es chica. Sin embargo, al Peke, que hace énfasis en que su éxito no es el mismo que antes de la pandemia, lo escuchan unas 500.000 personas al mes en Spotify. Aunque, insiste: en Argentina son 40 millones, en Uruguay tres. Para el Peke los números determinan. Es evidente que del país vecino “van a salir muchos más artistas”. 

En Argentina, además, “saben hacer bien las cosas” porque son “profesionales a nivel mundial”. Para el Peke, “los argentinos están mucho más despegados en el sentido musical”.

“Yo considero que supe estar al nivel de ellos”, afirma.

El Peke supo ser parte de esa escena que hoy, de alguna manera, venera. Pasó por el dormitorio de Bizarrap, cuando aún Shakira no se había separado de Piqué y no era un fenómeno viral; colaboró con El Doctor, con Cazzu, con Neo Pistea, John C, C. R. O y con muchos otros. Tocó, hizo saltar, hizo bailar. Hasta que se “boludeó” y su nombre, de a poco, se alejó.

“Dejé la música de lado, y bueno, el tren se pasa. Es como todo. Si la otra gente sigue trabajando y vos parás, los resultados van a ser obvios: los demás siguen avanzando y vos vas a quedar estancado”, reflexiona.

Y ahora quiere volver. Con “fuerza”, para “dar el nivel, así como los argentinos”. Ya no quiere hacer cosas “medio pelo”. Entonces, como buen uruguayo, trae analogías de fútbol y dice: “Es como la selección, para entrar tenés que jugar bien a la pelota. Esto es lo mismo. Para entrar a esa escena tenés que hacer las cosas bien, tenés que cantar bien”. 

Es que el Peke tuvo la oportunidad. Y no la aprovechó.

Por ejemplo, cuando colaboró con Duki, un trapero que le gusta “mucho”, aunque no es su favorito porque lo inspira la música de Estados Unidos. Sin embargo, dice que en 2021, cuando grabó “Otra vez”, no tenía la cabeza que tiene hoy. También que, si lo pudiera hacer de nuevo, se manejaría distinto y se “esforzaría, capaz, que hasta más”. En aquel momento no dimensionó la situación, lo tomó como algo normal. Si esta colaboración fuera ahora, en 2023, el Peke escribiría la letra o haría las cosas con un “énfasis”.

“Como yo estaba en el ruido y acostumbrado a la movida, no me estresé, dije: ‘Una canción con Duki. Bueno, vamo’ a hacerla’”. Y la hizo. 

Solo trap

El Peke busca pegarla. En 2022, al igual que otros artistas, cambió, al menos por un rato, de género. Intentó con el reguetón, pero no funcionó.

“No siento que sea mi esencia. Tampoco voy a hacer más. Lo que pasa es que hoy en día los géneros han cambiado mucho. Trap es género urbano, que se inició siendo trap. Pero después hubo otros artistas que lo llevaron más para la cumbia, para el funk, para el reguetón. Últimamente, lo que había pasado es que el trap había decaído y pila de artistas se habían ido al reguetón. Entonces, quise probar, pero en el proceso me di cuenta de que no es lo mío, no me gusta, no me hace feliz. Prefiero hacer otras cosas”, dice.

La diferencia entre el Peke que hace reguetón y el que hace trap es que solo uno es real. Cuando cambió de género sintió que fue “un intento de algo”. 

Aunque, también, hay una diferencia entre el trapero de antes y el de ahora. El Peke que inició en la música era atrevido y “no le importaba nada”. Hoy en día, con la música que produce siente que da un mensaje, que está más centrado. El flow es diferente. Ahora hace las cosas de una manera “más ordenada”. El sonido es “más maduro”. 

“Hoy en día me gustaría poder despegarme nuevamente y saber aprovechar las oportunidades. Creo que ese fue el error que yo cometí, por ser chico y eso: no aprovechar bien las cosas. Siento que si hoy en día se me da de nuevo, puedo llegar lejos. Tengo tremenda fe también, pienso que lo voy hacer”, confiesa.