Documento sin título
Contenido creado por Sofia Durand
Cine
Cannes y el cine

Paolo Sorrentino: “Creo que la antropología y el cine van de la mano”

El director de “La gran belleza” y “Fue la mano de dios” estrenó su nueva película en el Festival de Cannes.

15.08.2024 14:16

Lectura: 10'

2024-08-15T14:16:00-03:00
Compartir en

Por Nicolás Medina
nicomedav

Sorrentino tiene 54 años, pero bien podría aparentar unos cuantos más. No solo por su apariencia: un rostro marcado por arrugas y una mirada cansada que parece cargar el peso de experiencias, o quizás de unos cuantos rodajes. Su cabello, cuando menos desordenado y salpicado de canas, va acompañado de una caravana en la oreja izquierda que se resiste al paso de la edad. Sin embargo, su seriedad, que puede confundirse con apatía, es un retrato de una madurez que parece haber llegado muy temprano. Y es que el napolitano perdió a sus dos padres cuando tenía solo 16 años.

El evento, retratado en su película cuasi autobiográfica Fue la mano de dios (The Hand of God), de 2021, muestra como en 1987, madre y padre de Sorrentino fallecen a causa de una fuga de gas accidental mientras se encontraban de vacaciones. Paolo, que originalmente viajaría con sus padres, había decidido quedarse en casa para ver un partido de futbol, el de su adorado Napoli contra el Empoli. Más específicamente, el motivo de ver ese partido era la presencia de Diego Armando Maradona, que en los 80 se había mudado a Italia para vestir la casaca azul de los Partenopeos.

El napolitano es uno de los tantos convencidos de que el Diego no llegó, sino que se apareció, y como tantos otros, afirma que fue su mano quien lo salvó de la muerte. Junto a Fellini y Scorsese, entre otros, a Maradona, Paolo le dedicó su premio Óscar en 2014 por La gran belleza (The Great Beauty).

Este año, el director y guionista italiano estrenó en la competencia oficial del Festival de Cannes su décima película, Parthenope, y Latido BEAT accedió a una entrevista exclusiva que se llevó a cabo en el Club Albane, en la azotea del JW Marriott Hotel de la Riviera francesa.

La primera en llegar a la azotea del Marriot es Celeste Dalla Porta, la musa de Sorrentino para la historia de Parthenope, una joven actriz oriunda de Milán que luego de un par de cortometrajes y una serie de TV, auspicia de protagonista para Paolo. Detrás de ella, alguien con un prontuario mucho más conocido: Gary Oldman, que en la película interpreta al escritor estadounidense John Cheever. Finalmente, llega el hombre detrás de la película. Sorrentino entiende y habla inglés de manera extremadamente fluida, sin embargo, lo acompaña una traductora. Su presencia parece agotada, o quizás, desganada. Puede que sea porque en lo que va del mes, el Napoli lleva dos partidos empatados y uno perdido, y aunque Paolo no lo sabe, se avecina otro empate. O tal vez, simplemente, no quiera gastar más energía de la que el estreno de la película le está demandando.

En sus manos lleva dos anillos. En la izquierda, una alianza. En la derecha, uno considerablemente más grande que tiene grabada la cara de Diego Armando Maradona.

Parthenope es el nombre que llevaba una sirena de la mitología griega. Tras ella se nombro lo que hoy se conoce como la ciudad de Nápoles en el sur de Italia. Tras esa ciudad, refiriendo a su origen, porta su título la nueva película de Sorrentino.

El relato podría definirse como una epopeya femenina que da inicio en 1950, luego del nacimiento de Parthenope, quien refleja a esta sirena, a través de una mujer (Dalla Porta), con una pasión indomable por la libertad, por Nápoles, por el amor, por lo efímero, por lo austero. Todo con cierta ligereza y una sensación de tiempo detenido que Sorrentino acompaña de una manera extremadamente bella con música, movimientos de cámara sutiles y composiciones que bien podrían ser pinturas o retratos de un verano.

“En parte esta es una película muy veraniega. Y en el verano bajas el ritmo. Para mí, Nápoles es una ciudad que relaciono con las vacaciones, y de nuevo, en vacaciones tienes un ritmo más pasivo y lento que en el resto del año", explica en italiano, a través de su traductora, cuando inicio la conversación preguntándole acerca del ritmo con el que están compuestos sus personajes en la película.

Paolo Sorrentino y Celeste Dalla Porta.

Paolo Sorrentino y Celeste Dalla Porta.

A pesar de lo que se pueda suponer, la filmografía de Sorrentino no se caracteriza precisamente por lo autorreferencial. Fue la mano de dios es una excepción, pero desde su título, queda claro que hay un interés por parte del napolitano por hacer, en diferentes capas, un retrato de Nápoles.

“He filmado diez películas, y en verdad solo las últimas dos se desarrollan en Nápoles. Probablemente es porque siento cierto deseo de descubrir Nápoles como ciudad, porqué viví ahí por 37 años de mi vida, y ahora que ya no vivo allí, me doy cuenta de que no conozco demasiado sobre ella”, expresa el director.

Pareciera haber algo más profundo o personal en esta historia sobre la despreocupación juvenil, la melancolía y hasta cierto dejo de tragedia en la historia napolitana. ¿Qué tan personal será una película donde la protagonista es la viva imagen de una sirena? Al respecto, Sorrentino contesta: “Yo diría que esta película es incluso mucho más personal que la anterior. La anterior era una película mucho más autobiográfica que rememoraba ciertas cosas que me pasaron. Y esas son las cosas que incluí en la película. Pero esta es mucho más personal porque expreso mis emociones y mis sentimientos. Me enfoqué en mi juventud perdida, he centrado mi atención en la niebla de los deseos en mi vida. Y a su vez, quería centrarme en el paso del tiempo como tema principal. Eso para mí la hace mucho más personal”.

Parthenope trabaja durante gran parte de su metraje con el deseo como elemento central: el deseo por el otro, el deseo por entender, el deseo por escapar, el deseo de su protagonista por ser deseada. El napolitano afirma que no es tanto sobre sus deseos perdidos, sino de cómo tuvo que "prohibir" ciertas cosas en su juventud: “Me tuve que convertir en adulto a una edad muy temprana. Tuve que volverme muy responsable muy temprano. Y no tuve la posibilidad de vivir estas experiencias que la gente joven tiene permitidas vivir normalmente, esta vida sin preocupaciones. El único deseo que realmente pude perseguir fue el de hacer cine y películas”.

La película propone algo interesante: si bien Sorrentino plasma en cada plano su característico estilo visual, su acercamiento emocional, y su intención por retratar Nápoles como si se tratara un personaje con vida propia que vive, goza, y sufre las tragedias de sus habitantes, todo se siente bastante pragmático. Por momentos, la película es más una pintura hecha de diferentes fragmentos de memorias.

“Lidia mucho con la memoria y, de hecho, es la manera en la que el personaje de Parthenope adulta recuerda los aspectos más memorables de su vida, de su biografía. La memoria funciona de una manera que nos permite recordar únicamente lo que es sagrado en nuestra vida. La memoria es como un filtro que recordará qué es importante en términos de lo que ha ocurrido en nuestra vida. Y que nos permitirá determinar en quienes nos hemos convertido. Y creo que es inteligente en su forma de funcionamiento, porque solo tomará los elementos icónicos de nuestra vida”, comenta entre italiano e inglés con cierta melancolía, como la del personaje de Gary Oldman, John Cheever, a quien Sorrentino analiza a través de una Parthenope.

Parthenope es curiosa, y busca entender las sutilezas de la existencia. Este acercamiento del personaje de Celeste Dalla Porta opera de manera similar, a veces un tanto reiterativa, ante cada personaje con el que se cruza, lo explora y lo desentraña. Cada personaje es una transformación hacia la adultez y la pérdida de inocencia, y de cierta manera, de libertad. ¿Cuánto habrá de este Paolo Sorrentino de mirada cansada reflexivo y en Parthenope? 

Este asume que, si bien hay diferencias, se ve en el personaje de Parthenope: “El aspecto de la seducción, por ejemplo, ella ama seducir y yo también hago eso. Yo intento seducir con mis películas. Ella es consciente de que capta la atención y las miradas de otros, y eso es algo que el cine también hace. También la manera en la que percibimos el paso del tiempo. Parthenope se vuelve cada vez más consciente de cómo su juventud está terminando. Tenemos este aspecto en común, de darnos cuenta cuando las cosas se están por terminar. Las mujeres, en particular, son conscientes de esto. Son mucho mejores que los hombres en darse cuenta cuando las cosas están cambiando o han cambiado. Ellas saben cómo abordar eso. Mientras que los hombres están muy vinculados a las actitudes infantiles, a considerar las cosas como están, como si nunca fueran a cambiar. Y otro aspecto que me vincula a Parthenope es la manera en que la antropología y el hecho de mirar y observar están relacionados”.

Parthenope y el cine. Ambos son ejercicios antropológicos. De eso no hay duda, de hecho, la antropología es el origen de Parthenope ciudad, y el fin de Parthenope personaje. “Creo que la antropología y el cine van de la mano. Y es una forma de investigar e indagar en ciertos personajes, en ciertos rasgos humanos, en ciertos tipos de humanos, están totalmente conectados”, dice Sorrentino. 

Es de esas películas que dejan una sensación de calidez cuando empiezan a correr los créditos. Para ese momento, Sorrentino dedica una pequeña carta de amor a Nápoles, a Napoli, y hacia su personaje que, de manera inevitable, ha llegado a su vejez y ha hecho crecer y despojarse de la ligereza y seducción que la caracterizaron durante casi toda la película. El futbol juega un rol sumamente importante en la vida del italiano, algo que lo mantiene vivo, y por eso, parece querer incorporarlo sobre el final con una celebración de hinchas del Napoli a los que Parthenope admira asombrada y esbozando una sonrisa mientras camina por las calles de Nápoles.

Su justificación al respecto es clara: “Algo ocurre cuando crecés, y es que cuando te convertís en adulto cambias tu relación con cómo sorprenderte o asombrarte ante los hechos que ocurren. Y este aspecto de la victoria del Napoli en el Campeonato Italiano, es algo que ocurrió realmente en el momento en que se ubica la película—, la victoria del Napoli en 2023 —, y en parte por eso está en la película. Hubo un camión que se transformó en un barco y salió a recorrer las calles cuando se celebró la victoria del campeonato. Y eso fue algo que fue capaz de sorprenderme de nuevo, aunque soy un adulto y esto es algo que quería poner en la película, porque quería un final optimista. En este caso Parthenope vuelve a Nápoles, ahora tiene 73 años y piensa que nada puede volver a sorprenderla, y sucede eso. Y es una muestra de que efectivamente siempre se tiene la capacidad de sorprenderse y asombrarse”. 

Por Nicolás Medina
nicomedav