Por Gustavo Kreiman | @guskreiman
Lo hermoso de tener amigas es que aprendes de ellas. Y así, aprendiendo, crecen en conjunto.
"Cada Niña Lobo, de adolescente, había estado como una desquiciada manifestando que quería hacer esto, y también laburando para que esto pase", dice Camila Rodríguez, integrante de la banda, en entrevista con Latido BEAT.
Lo hermoso de Niña Lobo es que te llevan al fondo y ahí, te abrazan. Cuando volvés a la superficie, las escuchas. Todo está bien.
Entonces, hay vida, dulzura y calma. Podés escucharlas desde tus auriculares y llorar en la rambla con una sonrisa en la cara y el cuerpo suave, pero firme. Podés pensar en lo que desaparece pero también en todo lo que va naciendo.
Son inteligentes. Suenan increíble. Se aman. Y si no las molestamos, también pueden amarnos.
Niña Lobo integra la grilla de la edición montevideana del Festival Buena Vibra, junto a Nafta, Él Mató A Un Policía Motorizado, Julieta Rada, entre otros.
Latido BEAT conversó con Camila Rodríguez, Isabel Palomeque y Andrea "Chane" Pérez, integrantes de Niña Lobo. Julia Guerriero y Camila Bustillo no pudieron venir, pero estuvieron presentes.
¿Cómo viven el proyecto siendo un grupo de amigas?
Chane Pérez (C.P.): Lo que pasa siempre, un desafío. Se te cruza la vida personal con el proyecto, y te encuentra todo el tiempo buscando maneras de que Niña Lobo sea ese espacio para estar bien, para poder hacer las canciones. Que más allá de estar mal o discutir, ese espacio siga existiendo, para nosotras, y para que las canciones puedan sobrevivir.
Tenemos un amor tan grande por lo que hacemos, que es necesario cuidarlo y que el espacio de la banda esté protegido. El objetivo es ese, lo que más nos importa es eso: las canciones, las cosas que queremos hacer. El resto lo vamos moldeando, apoyándonos entre nosotras.
No es tan fácil trabajar en equipo…
C.P.: Por eso. Nosotras nos conocimos en la banda. Cami y yo nos conocíamos de antes, pero las otras gurisas se conocieron por la banda. Nos encontramos acá, la amistad nació a raíz de la banda. Es todo muy la misma cosa, y es muy especial.
Isabel Palomeque (I.S.): Hay cosas que se filtran. Siempre se quiere estar bien, pero bueno, la vida. Lo que intentamos es que las cosas que se filtren le aporten al proyecto musical y que no sea un derrumbe total de todo. Creo que cada tiene muy fuerte eso, de que Niña Lobo es lo que más importa, y cada una sabe que tiene que cuidarlo, y tratar de que el resto no le pegue una patada a eso.
Camila Rodríguez (C.R.): Y a veces sale, y a veces no, y a veces le errás.
Si pudieran contar el cuento de Niña Lobo desde el origen hasta el presente, en pocas palabras, ¿cómo lo harían?
C.R.: Para mí, es como haber empezado algo sin una expectativa, o al menos una tangible, creo. Fue, y sigue siendo, una sorpresa, en el sentido de que todo el tiempo estamos redescubriendo nuevas.
C.P.: Ganas, deseos.
C.R.: Sí, y formas, facetas. Voy a decir algo que capaz es un poco polémico, pero bueno. Siento que vivimos un momento en que siempre estamos queriendo ponerle romanticismo o épica a determinados procesos, contar alguna historia solemne sobre cómo escribiste tal canción. Nuestro inicio fue re logístico.
I.S.: Sí, re. Estoy totalmente de acuerdo. Fue así como dice ella. Re como, “no te conozco, pero bueno, dale, vamos”, y por suerte, nos encontramos y seguimos juntas.
C.P.: Es un huevo decidir jugártela. Yo creo que nosotras no tuvimos la opción, pasó. Empezó a ser todo medio demente. Nos miramos entre nosotras y decimos, “estamos acá”. Obviamente fue una decisión, pero no hubo una planificación. La vida no funciona así.
C.R.: Creo que sí, ahora, mirando para atrás, tiene sentido. Pila de veces lo hemos hablado entre nosotras esto. En el momento en el que llegó se sentía como algo raro, como algo que de la nada había que ponerse las pilas. En realidad, cada una, cada Niña Lobo de adolescente había estado como una desquiciada manifestando que quería hacer esto, y también laburando para que esto pase.
C.P.: Esta cosa casual de la vida que me parece que es la vida haciendo sus cosas, no es consciente. No sos consciente de cómo van a ocurrir. El inicio, en realidad, siempre es mundano, y cada decisión que tomás es bastante mundana, pero bueno, va generando algo.
¿Ustedes sienten que hay cierto liderazgo en Niña Lobo?
C.R.: La realidad es que hay liderazgos para diferentes cosas. Yo, al menos, siempre tuve la perspectiva de que formar parte de una banda es colectivo. Yo nunca quise ser la frontwoman ni la líder.
C.P.: Y como ella dice que no quiere ser la líder le decimos “Lali”, “Lalíder”.
C.R.: No me siento identificada con eso. No me siento mal, pero tampoco cómoda. En los toques, muchas veces, soy la que menos habla. Es algo particular si la persona que está cantando es la que más habla. Yo, al menos, siento que quiero tener la libertad de hacer lo que tenga ganas en el escenario. No tener por qué hacer algo que no quiera por ser frontwoman, o lo que sea. Y como somos un equipo, podemos hacer lo mismo, todas.
I.S.: Es bastante horizontal también. Con el público eso acontece, se dan cuenta y nos vinculamos desde ahí.
C.P.: Lo que nos decimos más que nada es: “Yo no quiero tal cosa”. Con saber eso alcanza, lo aceptamos, y después lo que sí queremos, lo vamos viendo, un poco en colectivo y también cada una por la suya. Cuando arrancamos el proyecto era claro que es una banda de todas, que es democrática. Todas votamos todo. Y por eso también llega un momento en el que decís “basta”.
I.S.: Lo bueno es que somos cinco, entonces siempre hay una que desempata. Y ahí es el momento de confiar en tus amigas. Si no salió lo que vos querías, a veces te enfrentás con cosas que estás en desacuerdo, y a veces después decís, “ah, mirá, no estaba tan mal, tenían razón”.
C.P.: Y si no tenía razón, te quedás quemada un día, te la aguantás y después también se te pasa.
¿Qué es lo fértil de habitar el territorio del rock? ¿Qué hay ahí que no encuentran en otros territorios?
C.R.: Yo lo tengo muy vinculado con ser mujer. Pienso en los momentos en que vi a alguien tocar y fue como: “Yo quiero eso”. Pasó después de ver a mujeres tocando rock. Tengo una experiencia intransferible. Si pienso en mi niña interior, ser rockera es el abrazo más grande que le puedo dar. Mi niña interior se lo merece.
C.P.: La música tiene una cualidad un poco religiosa que no lo tiene todo. Y el rock es muy físico. Ponés el cuerpo, en el escenario, la gente en el público salta, se encima, hace pogo, se pegotea. En escena si quiero yo puedo gritar, puedo moverme, porque no estoy pensando en qué debería hacer o qué no. Es una experiencia que no te la da nada. Nada suena así, nada te mueve así. Es tremendo, es un privilegio: hay gente que viene a verme gritar. Y por eso hay que ser responsables.
I.S.: Yo también lo siento muy vinculado al rock a mi niña de chica. Pienso en lo que escuchaba con mi madre, con mi hermana y va re hondo. Crecí escuchando La Vela Puerca, ¿qué otra cosa puedo hacer? Y eso también tiene el rock, que si escuchás otras cosas porque te gusta otro tipo de música, no es que estás traicionando a nadie, ni que cambiás de personalidad. Es un lugar del que podés ir y volver.
¿Qué es lo que hace bien de estar en un lugar que no es el suyo?
C.P.: Uruguay es tan especial y extraño. Nosotras vivimos en España un tiempo. Cuando te alejas, extrañás mucho. Creo que nunca escuchamos tanto a Jaime Roos en nuestras vidas. Pero cuando volvés, es como alejarte de vos misma. Ves a la gente, re lenta, es todo muy extraño. En Alemania te apuran, yo soy muy lenta físicamente, y ahí te hacen entender que va más rápido, que no podés demorar, es otro tiempo. Creo que la gente que vive afuera siempre tiene el corazón partido, extrañás para siempre. Creo que hay gente que viene para acá con cierto romanticismo y al final dice, "bueno, es un país como cualquier otro". Esa idea que se tiene de que los uruguayos son todos buenos, y por supuesto que no es así.
C.R.: Yo tuve la experiencia completamente opuesta. Cuando volvimos de Barcelona, llegué acá, salí a caminar por Ciudad Vieja y decía, "wow, qué divino, qué lugar en el que vivimos, por favor". Me encantó esperar el bondi, tener tiempo para pensar, escribir ideas.
C.P.: Uruguay es muy especial, tiene una energía muy introspectiva, amable. Si vos querés descansar, podés. Considerando el bienestar de todos, más o menos. Entiendo que hay gente que venga de otros países y diga que es zarpado, la calma que hay, el mar.
¿Qué hay de poesía y qué hay de testimonio en su perspectiva agridulce del amor?
C.R.: Ayer me apareció una entrevista de Sufjan Stevens y le preguntaban si sus canciones eran muy autorreferenciales, si él consideraba que sus canciones eran ficción o qué eran. Él contesto: “Están basadas en lo que me pasa a mí y están muy ancladas en la realidad, pero una vez que eso está, después hay toda una parte creativa”, y dijo que sus canciones son "fantasyfiction". Y me re gustó eso que dijo. Las canciones que hacemos están muy basadas en la realidad nuestra, pero también tienen algo de los demás. “Jaime R.”, para mí, es como un melodrama, ¿cómo le vas a pedir perdón a una persona por enamorarte? Es como agarrar un sentimiento y llevarlo al extremo. Hacer canciones es eso. Por eso a veces nos gusta gritar. Agarrar una emoción y llevarla a la ficción.
C.P.: La gracia está en llevarlo a su máxima expresión. Hay una canción de Bob Dylan que se llama “Idiot Wing”, “ese viento idiota que sale de tu boca cuando la abrís”, y como que se muestra muy enojado, pero es obvio que no está tan enojado, está jugando con una canción.
I.S.: Ese es el lugar que te dan las canciones. Es el lugar para ser honestos. Por algo salen.
C.R.: Para mí lo mismo con todo, con una novela, con una película. Escapar un poco de la realidad real y tangible que vivimos, y fantasear. Vos hacés canciones de algo que viviste con una persona, o hacés una canción que habla de algo que para mis hermanas es doloroso escuchar, por ponerte un ejemplo.
I.S.: O, a veces, hacés canciones que son doloras para escuchar para vos misma.
¿Cómo están de cara a su participación en el Festival Buena Vibra? ¿Qué es lo lindo de tocar en vivo?
C.P.: Lo más lindo de los festivales es que es muy disfrutable, porque vas, tocás, que es lo que más te gusta, y seguro hay gente que te conoce, pero la gran mayoría seguramente no, porque se cruza mucho público. Además, compartís escenario con gente que admirás.
I.S.: Sí, yo no lo naturalizo todavía. Hemos tenido la suerte de compartir escenario con artistas que admirás y no te cae la ficha. Como decía Chane, compartir con Barbi Recanati, con Él Mató, con Nafta, con la gente que te acompaña todos los días, pero cuando lo escuchás en tu casa. Y es hermoso porque después estás ahí con ellos y ves que son gente, como vos, mortales.
C.R.: Pasaron muchas cosas lindas este año. Tocamos en lugares chiquitos, como el Tazu, y también en la fiesta por los 300 años de Montevideo. Después de nosotras tocó [Fernando] Cabrera.