No somos Vietnam, no somos Ucrania, no sufrimos guerras, ni cargamos en hombros grandes tragedias. Tampoco estamos atravesados por placas tectónicas, ni portamos la elegancia de collares volcánicos o montañosos. Por suerte, podemos decir. O por ventaja del destino. O de alguno que nos neutraliza. Un puerto, tres gauchos, la parsimonia de la llegada tarde, el clima de la llanura y la penillanura (tan halagadas por las maestras), la marihuana legalizada para todes. Quizás la aparente calma se explique por esos lados. O no. ¿No?
Porque lo cierto es que la historia no da tregua y las marcas del tiempo punzan como sus agujas. Lo cierto es que más allá del changüí político, los pocos años de vida, o la geografía light, estamos en este mundo. Y mientras el mundo sea mundo, no estaremos exentos del conflicto. De alguna batallita.
Y lo cierto, también, es que noche por medio, más menos, me desvelo, doy una vueltita por Instagram, buscando algo, porque siempre andamos hurgando con ojos de flaneur en ese París digital.
Paseo. Y en el recorrido me sorprende cada vez más encontrarme con retratos de miserias impregnadas en rostros, tatuadas en ciudades, representadas con el dramatismo estático de la imagen. Ese que dice y dice, sin chistar. La mayoría con alguna inscripción. Menor. Por lo general, es la imagen misma por la imagen misma quien baja de golpe. Y si son curiosos como asumo, ya habrán entendido por qué hay que nombrar a la aplicación por su nombre.
Los tonos grises –es de notar que muchos aparecen en esa edición de color– hablan en código, encriptan la poética del dolor detrás de ese juego de claroscuros y mosaicos, a veces con movimiento o algún foco corrido. Y muchas veces el detalle minimalista ruega ser escuchado en su súplica. Y sí. Hay que saber mirar para no perderse el espectáculo.
La fotografía documental, el fotorreportaje ganan terreno en las redes sociales (valga la cursiva) y devuelven la fotografía a su lugar de origen. Como queriendo evitar que la esencia fotográfica se esfume, desde la subjetividad estética de quien hace la toma y en la efervescencia del posteo diario, los grams se desesperan por comunicar objetivamente las guerras sutiles que atravesamos en el paisito.
Ah! Por si quedó ahí picando la intriga, Instagram significa imágenes al instante. Y en este meollo, creo que el nombre, ese nombre, algo de ruido hace.
Las imágenes, en sus respectivos perfiles de Instagram, son de
- Alessandro Maradei @alessandro.maradei
- Marcia Casarino @mar_casarini
- Nicolás Blanco @nick_mclarry
- Pablo Sosa @pablososaph
- Patricia Rijo @rijopatricia
- Santiago Mazzarovich @smazzarovich
- Colectivo Yeca @colectivoyeca
Integrado por
Agostina Vilardo @tina_peache
Andrés González @cosasqueveomvd
Ernesto Ryan @ryanernesto
Jorge Tricarico @jorge_tricarico
Marcelo Casacuberta @marcelocasacuberta
Marcos Elgue @marcoselgue
Mariana Greif @mgeuy
Martín Cerchiari @_cerch
Pamela Dasilva @pamedasilva_