En mayo de este año, Gurí Pescador presentó en el Sodre su disco debut, No se va a acabar el amor. Se trata de canciones que representan un nuevo comienzo para Matías Piedra Cueva, que creó el grupo luego de tocar por más de una década con Dejavu. En este disco, resalta una mirada luminosa sobre la oscuridad y defiende la escuela del amor.
El próximo sábado 16 de setiembre, Gurí Pescador se presenta en Inmigrantes (Paullier y Guaná) para tocar estas canciones y también repasar la obra de Dejavu y El Último Ciclista, que antecede al disco. A Piedra Cueva lo acompañan Pedro Tournier en teclados, Andrés Coniberti en bajo y voces, Juan Martino en batería y Federico Dinamita Pereda en guitarras.
Además, también se presentará Gavilán, con canciones de su último disco Doble ilusión (nominado a los Premios Graffiti edición 2022). Son Federico Buono en bajo y voz, Nicolás Millot en batería, Ignacio Oguez en teclado y voz, y Beth Suzacq en voz.
Las entradas están a la venta en RedTickets.
Iniciaste este proyecto como solista, sin embargo, lo llamaste Gurí Pescador. ¿Por qué?
Siempre es difícil ponerle nombre a algo nuevo y un proyecto musical no es la excepción. “Gurí pescador” fue la primera canción que aprendí a tocar en la guitarra del gran cantor Osiris Castillo. De alguna forma, me identifica ese detalle personal, pero también el concepto de un niño pescador me entusiasma. Si bien ya tengo varios años encima, intento tomarme el oficio de hacer canciones de esa forma. También me aburría firmar estas 12 canciones con mi nombre y apellido. Aunque soy el compositor del disco, no quería cerrar el proyecto a mi persona. Al ser bicho de banda, quería dejar abierto el espacio de creación para los músicos, que se fueran subiendo a la gurí, y por suerte es lo que está sucediendo hoy en día y nos tiene muy contentos.
En la promoción de tu música también aparecen fotos de cuando eras niño. ¿Cómo vivías la música en ese tiempo tiempo?
Desde que tengo recuerdo, la música en casa siempre estuvo. Creo que la primera imagen que tengo es pellizcando el polifón de un parlante Philips, como para poder acercarme a esos sonidos hermosos que salían de ahí. Mi viejo es un gran guitarrista de conservatorio y las canciones siempre le brotaban. Bueno, él me enseñó a tocar los primeros acordes. Luego, a los 10 años, le regalaron una batería a mi hermano Lucas, que en ese momento tenía 5. A partir de ahí hicimos un dúo y un montón de casetes, en los que grabamos los primeros temas. Por suerte, hasta el día de hoy, seguimos con esa linda conexión que nos regala la música. Me pareció un lindo homenaje utilizar algunas de esas imágenes como portada de los sencillos del disco debut.
¿Cuál fue el primer disco que te marcó? ¿A qué músicos admirás? ¿Identificás influencias en tus composiciones?
Creo que el primer disco que me marcó fue Bridges to Babylon de los Rolling Stones. El mismo año que salió, el padre de un vecino lo había comprado y no podía entender el sonido, me acuerdo de ponerlo una y otra vez. Pero también, de más chico, en casa sonaban mucho Los Iracundos, banda que vuelvo a visitar todos los años y no deja de sorprenderme. Básicamente, admiro las buenas canciones, del género que sean. Creo que en las composiciones de este disco hay influencias de Gaston Dino Ciarlo, Andrés Calamaro, Jaime Roos, Cristina Rosenvinge, Tama Deus, Wilco y seguramente varios más.
¿Por qué quisiste empezar de nuevo y formar Gurí Pescador?
De alguna forma, siempre mantuve latente el ejercicio de la composición. Desde el 2013 que Dejavu dejó de tocar, pero hasta hoy ese músculo siguió activo. No lo siento como empezar de nuevo, aunque realmente así sea. Pero luego del 2020, con la paternidad a flor de piel y por una necesidad vital de sacarle una foto al momento, quise grabar estas canciones y siento que interpretarlas en directo con banda es parte del cierre o del comienzo de algo nuevo. Realmente no hubo una estrategia de cómo encarar el proyecto, la idea siempre fue que sea lo más genuino posible. Sin presiones, sin apuros ni plazos y sin otra pretensión más que disfrutar la música y la obra con las personas que, poco a poco, fueron acercándose al proyecto, y que sin ellas Gurí Pescador como tal no existiría.
¿Te acordás del primer ensayo?
El primer ensayo de Gurí Pescador en formato banda fue hermoso. Tenía el disco a medio camino, estábamos mezclando y nos invitaron a participar de un pequeño festival. Así que con esa excusa empecé a armar el cuadro, para ese entonces Bambino Coniberti (productor del álbum) tocó el bajo, luego lo despedimos porque su agenda estaba muy intensa con No Te Va Gustar y convoqué a su hermano, Coni [Andrés Coniberti], con quien, además de generar una gran amistad, ya estamos componiendo. Sin duda es el socio que me faltaba para seguir explorando el mundo de las canciones.
¿Qué te llevó a pensar en que “no se va a acabar el amor”?
Las 12 canciones hablan de temas variados; hay personajes que están marginados de alguna situación dada, historias mías, de mis amigos. Pero, sobre todo, el concepto fundamental es que de la oscuridad que impregna la mayor parte del disco exista un lugar de luz, de esperanza, de optimismo. El nombre del disco apareció al final, se fue descubriendo, siempre estuvo ahí. Si bien puede sonar un poco cliché, me encanta el nombre. Reafirma la escuela de la que vengo y me hago cargo. El amor en todas sus formas puede salvarnos, creo que es lo único seguro. El resto de las cosas pueden y van a cambiar siempre.
Además, te dedicás al audiovisual. ¿Te inspira para hacer música? ¿Se mezclan los dos mundos?
Sí, creo que ambas disciplinas se conectan y se retroalimentan. En este disco, puntualmente, hay varias imágenes visuales que luego se transformaron en canción. Y muchas veces el trabajo es inverso, por ejemplo cuando me toca dirigir videoclips. Pero disfruto mucho ambas, es un privilegio.
¿Hubo algún toque que sea memorable para ustedes?
El show más importante fue este año, en la presentación del disco en la Sala Hugo Balzo que, por suerte, lo registramos. Me di el permiso de hacer lo que tenía ganas de hacer, armamos el show en dos partes, una bien estructurada, en términos técnicos, y otra parte que, si bien estaba preparada, le di un espacio a la improvisación. Tenía ganas de probar elementos performáticos, más allá de interpretar la propia canción, y así sorprender al espectador y a mí mismo. Hubo algunos amigos que casi se levantan de la sala. Funcionó.
¿Hay alguna canción que te hubiera gustado componer?
Muchas, pero justo hoy en día ando con una de Tulsa en la cabeza, que se llama “Autorretrato”, una canción preciosa.
¿Tienen alguna cábala antes de tocar?
No necesariamente, pero sí estar un rato concentrados y distendidos con la banda para ir con una energía en común. Alguna vez que otra prendo algún palo santo para ahuyentar a los duendes malos.