Por Federica Bordaberry
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La explicación rápida sobre por qué hace teatro, es porque su papá es actor. Entonces, se lo inculcaron desde ahí. Él cree que cuando alguien se dedica al teatro, absorbe a su entorno hacia eso. Y quizá sí, porque los recuerdos de su infancia suelen tener el medio a actrices, actores, maniquíes, vestuarios.
Y la explicación, no tan rápida, sobre por qué hace teatro ahora, es porque ahora siente que lo eligió. Que él lo eligió al teatro. Y no es que el teatro lo defina, pero sí considera que “es la mejor herramienta que tengo para entender a mi entorno, el mundo, mi mundo interior”.
Hay otra explicación, una tercera, que es sobre por qué es actor. Porque antes de ser dramaturgo, antes de ser director, empezó siendo actor. Y lo que sucede es esto:
“Soy actor porque hay algo que se salda solo actuando, en su gran sentido. No solo interpretar un personaje, que es de las cosas que más me gusta, sino también estar en un escenario en otros términos. Me gusta mucho cantar. Hago canciones, entonces, ese momento de estar en el escenario en ese presente comunicativo con un público desde ese lugar intercambiable (…) esa sensación es un poco de lo que me conmueve y lo que me mueve, estar en esa línea fina, un presente casi absoluto y en comunicación con las demás personas en vivo y en directo”.
Ese que explica, que responde a preguntas pensando de a poco, lento, cada experiencia, es Mateo Altez. Es montevideano, es nacido en 1993, estudió en la EMAD, se desempeñó como director en “Agujas”, de Vittoria Robano en el año 2020. Ese que estrenó por primera vez una obra de su autoría con “X siglos de cordura” en 2021 y que, actualmente, dirige la segunda obra de su autoría “Se nos pasaba”. Ese que decidió estrenar con una gira por los barrios de Montevideo entre julio y agosto de 2022.
Que escribe, sobre “Se nos pasaba”, esto: “Dejando de lado todo lo posible, aquí estamos, yo escribiente, tú leyente, y el ardor...”. Que aclara que la compra de entradas se realiza mediante TickAntel, Abitab o en boletería de cada teatro.
En 2020 debutaste como director con una obra que no habías escrito tú, pero en 2021 como director con una obra que sí era tuya. ¿Cuál es la diferencia entre ser director de la obra de uno y ser director de la obra de otro?
Como director, ninguna. Yo no la siento, en el sentido de que la labor que el director tiene es la misma. Yo no siento ninguna diferencia como director. Como algo más grande, que no es el trabajo de director, que es cuál es tu posición como artista y qué discurso estás diciendo, sí hay algo ahí que se mueve cuando estás haciendo una obra tuya o cuando ,en el caso de la obra anterior que yo no era el autor, la autora era la actriz. Entonces, igual había algo como estar al servicio de qué será el discurso de ella. Hay algo ahí que se mueve, sí, te diría como creador, del lugar que te parás para crear, pero la labor del director me parece que es la misma, sea una obra mía, sea una obra de la actriz, o sea Florencio Sánchez.
¿Sentís necesidad de dirigir tus obras? "Se nos pasaba", es tu segunda obra y es la segunda que vas a dirigir.
Tiene dos acepciones esa pregunta. Por un lado, siento la necesidad una vez que escribí una obra de dirigirla yo porque siento que eso que está escrito no va a ser entendido sino por mí. Es decir, yo no escribo para que la lea otro director, sino que la escribo como premisa para mí, sabiendo muchas cosas que no están escritas. En ese sentido, sí.
En el sentido de si tengo la necesidad de dirigir obras mías, en contraposición de dirigir obras de otros, no. En este momento, calzó que justo quise explorar en la escritura y por eso calza que es una seguidilla de dos obras que son mías, pero me tienta mucho otros proyectos que son obras de otras personas y eso me encanta también. Mi sueño es dirigir a Florencio Sánchez.
Ahora que vas a estar con "Se nos pasaba", ¿qué pretende esta obra?
Pretende dialogar con el medio teatral, de acá, de Montevideo. Digo “acá, en Montevideo” porque es donde efectivamente va a dialogar, pero si fuera posible me encantaría dialogar con el medio nacional y poder ir al interior. Pretende dialogar con el medio en el sentido de cómo producimos, desde qué lugar producimos. Apuntando a qué producimos. Y después pretende encontrarse con el público y charlar sobre algunas cosas que son importantes que para comunicarnos, para charlar.
Es raro que sea así en el teatro donde, en general, son unos los que hablan arriba del escenario y otros los que escuchan o ven, pero yo igual lo siento como una conversación y, sobre todo, me importa eso, que ese público continúe esa conversación y eso es la pretensión. Yo diría que en esos dos caminos, la pretensión es dialogar sobre algunos temas que me parecen importantes, como la relación con la muerte, la belleza, las ganas de controlar las cosas en la vida y producir de un modo particular que responda un poco a lo que yo veo del medio teatral en el que estamos.
Hablando de producir de cierto modo, ¿cuál es tu sello como director?
Todavía no lo sé, te podría decir cuál es mi sello dentro del trabajo, pero no sé de qué modo eso se ve reflejado en la obra. Porque es eso, al estar pensando tanto en el modo de producir no termino de distinguir cuál es el resultado de eso. El sello es producir en un corto lapso de tiempo, muy intensamente, por las condiciones que tiene el medio, y producir muy centrado en la actuación y en las posibilidades que la actuación tiene para narrar una historia. Todo centrándolo en la actuacion.
O sea, que el texto esté al servicio de la actuación y sea una plataforma para la actuación. Y que la escenografía y las luces sean plataformas para la actuación y que la actuación sea el centro del asunto, de lo que vamos a ver, y de esa experiencia. La actuación también como ese lugar comunicativo directo. La comunicación que tiene la iluminadora es filtrado por una materialidad. En la actuación es directo, es yo y el espectador, y esa manera de producir yo no sé si genera un resultado estético en particular.
Pienso que esta obra es muy distinta a la anterior y muy distinta a la anterior a esa también, pero las tres mantienen ese modo de producir y de hacer foco en el trabajo. El teatro es un gran juego donde eso que va a suceder ahí, ese día, es el centro.
Prepararnos para ese día, eso es el modo de producir. Entonces, se generan no solo obras distintas, estéticas distintas, en el caso de pensar en las tres obras, sino también cada función va a ser distinta, va a ser especial, y estamos preparados para eso, más en ese formato de gira que vamos a hacer. Eso va a quedar más demostrado, es también poner en escena un poco eso de que la actuación es el centro del hecho comunicativo.
El sello, entonces, ¿lo determina el público?
Sí, se podría decir que sí. El público en sus términos más amplios. Pero también nos estamos entrenando para que los ejecutantes, los actores y las actrices, puedan jugar al juego y saber cuándo ellos sienten que el juego se está jugando bien también, independientemente que después al público le pueda no interesar el juego, o simplemente no gustar, y que ellos igual sepan que están jugando bien.
Es más difícil que en el fútbol saber si lo hicimos bien o mal porque no existe hacerle más goles al rival, pero sí construimos esa idea de que hay un lugar donde esto se juega y un lugar que, si no estamos ahí, no lo estamos jugando bien y nosotros lo sabemos. Eso es lo ideal. Yo creo que en el público eso se amplifica, porque es para el público que lo hacemos, no es un juego que hacemos para nosotros mismos. Nosotros nos estamos preparando para ese encuentro.
Pero, en realidad, son las dos partes las que dictaminan si lo estamos jugando bien o no. No me quedaría contento porque al público le gustó, si yo siento que no lo estamos jugando bien, ni siquiera yo, si los actores sintieron que no lo están jugando bien, ni me parecería un fracaso si el público sale horrorizado de la sala y nosotros sentimos que en realidad jugamos bien, me parece que ahí es una mezcla.
Este estreno va a ser barrio a barrio en Montevideo. ¿De dónde sale esa decisión?
Surge de la pandemia, del atomice que estaban teniendo las salas con la vuelta de la reapertura de los teatros. No de la pandemia, del cierre de los teatros, que fue algo bastante distinto a la pandemia. Y del atomice que tenían las salas más centrales o las primeras en las que nosotros pensamos para hacer la obra, que tenían muchas cosas programadas desde el 2020, 2021 y que tenían todo lleno.
Empezamos a buscar otras alternativas, otros escenarios, que también nos encantan y con los que siempre soñamos ir, pero que siempr,e o por lo menos yo hasta esta expeirencia, los tenía en un segundo plano por las convocatorias que tienen y por esta idea de tener un nivel de producción, una forma de producir, que pretender ser un teatro popular.
Desde esas pretenciones, a cualquiera de estas salas que vamos a ir a hacer una temporada, lo tenía como en un segundo nivel. Y cuando fui a contactar con las salas se me confirmó eso. Las salas me decían que acompaña el público de los barrios nada más, entonces que hacer una temporada ahí no lo recomendaban y que les parecía que iba a ser muy difícil para nosotros y que nos íbamos a frustrar, algo así. Nos lo decían de un modo mucho más formal y burocrático, pero uno entendía eso.
Entonces, decidimos hacer una función en cada sala y pretender que el barrio acompañe a esa función. Nos daba estar oportunidad de generar un nuevo sistema de producción y de jugar con lo que el medio nos propone, producir en función de eso. Entonces, la escenografía son cosas que entran todas en la valija de un auto. Vamos a ir con el auto de la madre de un actor, que nos lo presta amablemente y nosotros vamos a pagar la nafta, por los barrios con pocas cosas, pero con muchos actores y muchas actrices, a intentar generar eso. Entonces, ese sistema de producción nos sedujo también, como para hacer eso. De ahí surge, de la imposibilidad primero y transformar esa imposibilidad en algo creativo.
Al teatro, por lo general, lo que le pasa es que hace su función y se queda quieto. Espera que vengan hacia él. Esto sería más un formato de ir hacia el público. ¿Qué virtudes tiene eso de ir hacia la gente?
Todas. Para mí, todas. Primero, cuestionarnos desde el punto de vista artístico por qué vamos al teatro y cuestionar ese tipo de cosas. Yo, además de ser creador, soy espectador y voy mucho al teatro, y siempre es una pregunta que me hago: ¿por qué estoy yendo a esta obra? ¿Por qué voy a verla? ¿Qué me dio esta obra? ¿Con qué preguntas iba yo? ¿Con qué expectativas?
Entonces, esto también es una oportunidad de ir a charlar con la gente. Esta gira también la vimos como una oportunidad de ir a la feria de Peñarol. Ahora estamos muy en Peñarol porque es donde es el estreno, pero vamos a ir a hacer eso en todos los barrios. Ir a la feria, charlar con la gente, entregarles un volante, preguntarles por qué van al teatro, preguntarles por qué no van al teatro. Pero, sobre todo, eso.
Por un lado esa idea de por qué sí vamos al teatro, ir a cuestionarse esas cosas, qué sí buscamos cuando vamos al teatro. Por otro lado, sería el cuestionamiento de por qué no, por qué eso que para mí es tan maravilloso y tengo un deseo real como espectador cada muy poco tiempo de ver teatro, por qué eso no es tan compartido, tan popular, como otros deseos.
Ir y enterarme de eso también. Capaz que a esta gente le parece que es más cómodo hacer determinadas otras actividades, que ir al teatro, porque el teatro siempre es en el Centro, o siempre es en Montevideo. Y qué pasa si el teatro va a la esquina de tu casa, si te reparten un volante de 2x1 cuando fuiste a la feria y te dicen "es hoy de noche”. No como un lugar de pedir, pero sí ver si eso no tensa un poco la cuerda y si, a partir de ahí, no tenemos algunas conclusiones que sacar también nosotros como compañía emergente, que es algo de lo que siempre hablamos, pero, en realidad, no sabemos mucho.
Intuimos, sospechamos, pero ver si acá podemos recabar algo, hacer un poquito de trabajo de campo. Después, me parece que el teatro tiene algo de esto que te decía: ¿vienen los espectadores a ver a los personajes o los espectadores vienen a ser vistos por los personajes? Y tocar un poco esa cuerda a mí me gusta, es parte de la razón por la que a mí me gusta actuar. También está puesto. Ir a los barrios, a barrios que yo en particular frecuento menos, es también ver si desde adentro de la obra podemos tensar esa cuerda de transformar cada teatro en nuestra casa. Ver esas posibilidades.
¿Cómo se financia esta obra, siendo teatro independiente o teatro emergente?
Nosotros lo que elegimos fue pedir un préstamo y pagarlo después con la plata de las entradas. Hicimos un cálculo de todos los que somos en el equipo, cuántas entradas deberíamos vender cada uno por función y pagar eso, y quedarnos sin deuda. Y sabemos que tenemos ese mínimo de expectativa, pagarle a las salas sus porcentajes, sus fijos y, a partir de ahí, tomar ese riesgo y saber que tomamos esa opción en lugar de otras opciones, como trabajar nosotros de otras cosas. Por ejemplo, hacer una fiesta o vender comida para juntar la plata que necesitamos para hacer la obra.
Decidimos cuánta plata necesitábamos para hacer la obra, lo mínimo que podíamos hacer. Justo en este caso, nos conviene además que sea austero por esta forma de producción y pedir un préstamo, trabajar en vender las entradas e intentar de compartir, de difundir, y de llegar a la mayor cantidad de gente posible que nos pueda acompañar pagando una entrada. Al mismo tiempo, las salas estas permiten tener 300 personas por función, en promedio.
En ese sentido, eso nos permite tener un precio popular, o el más popular que podemos tener, para que vaya gente y nos acompañe en esas salas, y no con poca gente. Ese fue un poco, en esos cálculos, negociando entre una cosa y la otra, no pensando que van a ir las 300 personas por función, sino pensando en un número posible. Y posible de vender nosotros también, con la difusión que hacemos, con el alcance que tiene el teatro en los medios de comunicación. Con eso, ir negociando y tener un precio intermedio. Llegamos a 300 pesos que, en comparación al mercado, termina siendo un precio popular. Y le sumamos a eso lo que nosotros creemos que es nuestro verdadero precio popular y que queremos incentivar, que es el de 150 pesos por persona y entregar dos por uno a la gente que efectivamente sepa que va a ir y quiere ir, que se puedan contactar con nosotros y que vayan.
Ya has ganado premios en conjunto y solo, ¿qué rol cumple un premio para el teatro independiente?
Ninguno. En algunos casos, más difusión. Me consta. Y, después, siempre depende de quién venga y por qué motivos. Yo los premios que he ganado tienen que ver con concursos específicos a los que me presento ,sabiendo que son un concurso, y, en ese sentido, es un reconocimiento ganarlo porque es un marco, porque me gusta la competencia. No porque piense que la competencia dice algo sobre el arte, pero me gusta competir. Después, ningún premio es real, es ficticio.
Si partimos de la base de que somos un conjunto de influencias, ¿quiénes te componen?
Mi familia en su totalidad, mis primos y mis primas en particular, mis hermanos en particular, mis tíos, mis tías, mi padre y mi madre en particular, y mi familia como un conjunto. Y, después, dentro del teatro, actores y actrices que actúan increíble. Si me pongo a nombrar no termino más, pero sobre todo actores y actrices. Creo que eso es lo que más diría. Viejas generaciones, nuevas generaciones.
Por Federica Bordaberry
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