Por Valentina Temesio
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Cuando María Becerra se convirtió en la mujer más escuchada de Argentina, la cultura estaba, de cierto modo, en pausa. Los números marcaron el crecimiento de su audiencia, los clicks hicieron su nombre más conocido de lo que ya era, pero ella nunca se había subido a un escenario.
En plena pandemia, era la persona más escuchada de su país, pero nadie sabía lo que era verla en vivo, cómo era su show, y qué tenía para dar. Se convirtió así en un fenómeno viral. Más allá de sus videos de Youtube, se consolidó como una cantante detrás de una pantalla, de las redes sociales. Era intocable, intangible. Era, entonces, una artista digital.
Para subirse por primera vez a un escenario frente a un público masivo, Becerra tuvo que cruzar una frontera. No tocó en Argentina, lo hizo en Uruguay. Ahora, dos años después, volverá a Uruguay, y si bien sigue siendo de las mujeres más escuchadas de su país, ahora ya conoce el escenario como si fuera el patio de su casa. Pero nunca olvida la primera vez.
Ese día sintió muchas cosas; sobre todo, “miedo, incertidumbre”.
Cuando la artista se presentó en el America Rockstars, aquel festival que se celebró en Punta del Este y tuvo críticas de los músicos uruguayos que debían cumplir con aforos y medidas para tocar, Becerra “no tenía idea de lo que era enfrentarse a un público tan grande”, según dijo en entrevista con LatidoBEAT.
Tampoco conocía, según recuerda a la distancia, cuáles son las cosas que “rodean a un show”. Estar atenta y pensar en muchas cosas al mismo tiempo, escuchar otras; entretener al público, medir su energía, su entrega. Si la energía es mala, considera Becerra, debe intentar que no le afecte; y si es buena, procurar no confiarse y mantener un equilibrio.
“Es un mundo subirse a un escenario y hacer un show. Hay que pasar por muchos hasta que te acostumbrás y podés asimilarlo. Al principio tuve incomodidad, pero está bien estar incómoda y ponerse en situaciones así porque uno aprende. Tuve muchos miedos, dudas e inseguridades, pero bueno, con el tiempo todo fue mejorando. Hoy es completamente otro mundo”, dice.
Desde aquel día de 2021 en el que tuvo que sentarse y respirar, a este octubre de 2023, las cosas cambiaron.
Becerra no lo podía creer. Pensaba que estaba “en una realidad paralela”. La artista lanzó dos discos —Animal (2021) y La nena de Argentina (2022)—, recorrió el mundo, colaboró con Enrique Iglesias, Martina Tini Stoessel, Miranda!, y Pablo Alborán. Fue nominada a los premios Grammy Latino. Aprendió a manejarse, a lidiar con los productores, a no perderse, a ser: a no escuchar a los demás.
“Al principio me comía mucho la cabeza con los comentarios hacia mi cuerpo, hacia cómo me tenía que vestir, me decían que tenía que ser más sexy, que me tenía que vestir diferente”, dice la artista. “Antes yo me vestía ancha por un tema 100% de inseguridad. Me gustaba el flow, a la ropa ancha la uso todo el tiempo, pero en ese momento la usaba para tapar mi cuerpo, para que no se notaran mis medidas”, agrega.
Además se convirtió en la primera mujer argentina que se presentará en el estadio de River Plate en Buenos Aires, y también en agotarlo.
Este 19 de noviembre la artista volverá a Uruguay, tocará en el Velódromo Municipal a las 21:00, y LatidoBEAT conversó con Becerra sobre el lugar donde todo empezó, el camino recorrido y lo que viene en su carrera. A continuación un resumen de la entrevista.
¿Te imaginabas que podías llegar a esto?
Realmente no. Tenía mucho miedo de cómo me iba a recibir la gente. Yo venía de estar dos años encerrada; sacando música y grabando los videos en mi casa o en un estudio con una sola persona por el covid. No había chocado con la realidad, ni siquiera iba al supermercado casi, no tenía gente que me dijera: “Yo te conozco, escucho tu música”. Y de repente, fue en un show completamente masivo. Fue algo muy zarpado, nunca me lo hubiera imaginado.
¿Cómo transitaste ese cambio?
Para mí el cambio fue brusquísimo. Pasé de no estar haciendo mucho en mi casa, todo el día encerrada, pasada de ansiedad... Creo que todos hemos experimentado, lamentablemente, ataques de ansiedad, de pánico, porque ya no se aguanta más el encierro, el no poder hacer nada y tener esa incertidumbre. De repente, salir a la realidad y encontrarme con que era una persona que tenía que ir a realizar entrevistas, encontrarme con los ensayos, con la banda, con las clases de baile a full, con que me querían de acá, de allá, con cerrar shows. De repente fueron muchísimas cosas. Obviamente, en un momento me sobrepasaron. Pero como a todo el mundo, hasta que te nivelás.
De repente te convertiste en un fenómeno, ¿qué sentís cuando te nombran así?
Me parece algo tremendo. Yo creo que es cierto, este año cumplí cuatro años desde que me lancé como artista y realmente siento que es como un fenómeno todo lo que sucedió, porque en cuatro años han pasado tantas cosas que no lo puedo creer. Me pasa con todo el mundo: me cruzo artistas que me dicen que no pueden creer lo que he logrado. Es increíble. Realmente no puedo creer la rapidez con la que todo está sucediendo, las cosas que hemos logrado en tan poco tiempo, los lugares en los que hemos estado. No lo puedo creer. Obviamente eso es fruto del trabajo duro. Nos gusta mucho, nos apasiona, creo que eso también es gran parte de que podamos trabajar tanto. Pero, sin embargo, hay gente que ha trabajado muy duro y le ha llevado muchos años. No sé cómo explicar lo que sucedió, hubo un algo y ahí empezó todo.
¿Cómo es para vos ser una mujer en la industria musical?
Creo que ha tenido sus momentos en los que sentí que, tal vez, por ser la mujer que estaba ahí, me han hecho sentir mal o me han subestimado. La verdad es que muchas veces me ha pasado, en estudios más que nada, cuando te quieren meter un compositor a toda costa. Coordinás una sesión con un productor porque te gusta lo que hace y de repente te cae con dos compositores. Y no: yo quería hacer música con vos, no quería compositores. Te empiezan a querer endulzar, que el otro te cante. No les apasiona el proyecto, se mueren por un porcentaje de mierda y lamentablemente son situaciones que te dan ganas de meterle un sopapo para que dejen de estar tan cegados por querer rascar la olla. Es tremendo. Me han pasado muchas situaciones así, o que alguien llegue y de repente no quiera hablar conmigo, que esté esperando al hombre para hablar.
Pasa mucho que te subestiman. Una vez fui a cantar a un programa y yo tenía un ineer y el micrófono estaba abierto en el back de alguien y dijo: “No, porque la pendeja no sé qué”. Me pasaron mucho esas situaciones, pero hoy en día cero; no me ha vuelto a pasar algo así. Creo que también es mucho por cómo yo empecé a formar mi personalidad. Yo hablo con la gente, estoy al tanto de todo, me hago respetar. Antes no pasaba así, antes era más sumisa y la gente te ve en esa posición también. Hoy en día no dejo que sea así ni un solo segundo y no he vuelto a tener experiencias así.
¿Sentís que tenés que cumplir con ciertos mandatos por ser una mujer en el mundo del reguetón y el pop?
Al principio me comía mucho la cabeza con los comentarios hacia mi cuerpo, hacia cómo me tenía que vestir, me decían que tenía que ser más sexy, que me tenía que vestir diferente. Me preguntaban cuándo me iba a poner un escote. Cuando arranqué me vestía con ropa oversized, súper ancha, ese era mi flow. Mucha gente se indignaba por eso.
Ahora es diferente.
Sí, pero cambió por una cuestión de que yo me siento más segura con mi cuerpo. Antes yo me vestía ancha por un tema 100% de inseguridad. Me gustaba el flow, a la ropa ancha la uso todo el tiempo, pero en ese momento la usaba para tapar mi cuerpo, para que no se notaran mis medidas. Con el tiempo fui ganando seguridad, laburando mucho el amor propio con la psicóloga, laburando los ejercicios hacia mí, a quererme y mostrarme cómo soy, y de repente empecé a vestirme diferente y gané una confianza distinta.
Pero antes era algo que la gente me quería imponer porque así tenía que ser: tenía que saber bailar, hacer 27 piruetas en el aire, era todo muy así. Había mucha exigencia; siento que bastante más que a muchos artistas hombres que conozco. Pero nada, la verdad, hoy en día hago lo que a mí me apetece, lo que me completa, lo que me llena.
¿Cómo es tu proceso creativo?
Mi proceso creativo varía mucho, realmente. Puede suceder en algún momento en mi casa, ahí tengo un montón. No solo escribiendo canciones. Me interesa mucho pintar, me gusta hacer manualidades, decorar la casa. Realmente soy una señora, todo el tiempo, es lo único que me gusta hacer. No salgo a bailar, no me gusta la noche, me la paso en casa haciendo cositas de manualidades y necesito constantemente tener momentos creativos. No puedo estar quieta en ningún momento. Tengo que estar haciendo algo que estimule la creatividad, que me estimule la cabeza. Hay que aprovechar los momentos de creatividad, porque cuando llegan tenés que agarrarlos, se te prende la lamparita y la tenés que agarrar y guardar. Literalmente, no dejo que el momento creativo se interrumpa por nada. Si había algo que hacer, pero estoy en el estudio y está saliendo un temón, lamentablemente, si se puede, hay que cancelar eso que había que hacer. No hay que perder ese momento de creatividad porque andá a saber cuándo te vuelve a llegar. O, si te llega, va a ser diferente. La idea va a cambiar.
Por Valentina Temesio
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