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Contenido creado por Catalina Zabala
Cine
Cannes y el cine

Lorenzo “Toto” Ferro: “Cuando no hay desafíos es como que se nubla el cielo”

El actor argentino conocido por sus papeles en "El Ángel" y "El marginal", volvió al Festival de Cannes de la mano de "Simón de la montaña".

12.09.2024 14:49

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2024-09-12T14:49:00-03:00
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Por Nicolás Medina
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Lorenzo Ferro, apodado “Toto”, es un actor, cantante y compositor multifacético. Su infancia fue posiblemente lo que lo llevó a meterse en el mundo del cine, ya que estuvo marcada por la influencia de sus padres: el reconocido actor argentino Rafael Ferro, y la vestuarista Cecilia Allassia, quienes seguramente de manera más o menos intencional, pusieron ante sus ojos la posibilidad de hacer cine.

El debut de Ferro en la pantalla grande llegó con un papel que catapultó su nombre, y lo mandó directo a Francia. En El Ángel (2018), dirigida por Luis Ortega, interpretó al infame asesino en serie argentino, Carlos Eduardo Robledo. El papel le valió no solo para acaparar la atención del público argentino, sino que lo llevó a caminar por la alfombra roja en el Festival de Cannes de 2018, tras el estreno de la película en la sección competitiva, Un Certain Regard.

El éxito de El Ángel marcó el inicio de una carrera prometedora para Ferro, que se ha tomado con cautela pero con firmeza. Formó parte de los elencos de El Marginal y Narcos: México. Este año regresó al cine, y al mismo festival que le abrió las puertas en 2018, protagonizando Simón de la montaña.

Lorenzo “Toto” Ferro – El Ángel

Lorenzo “Toto” Ferro – El Ángel

El film es el primer largometraje como solista del argentino Federico Luis, y es una coproducción entre Argentina, Chile y Uruguay, que se fue de Francia con el Grand Prix de la Semana de la Crítica. En ella, Ferro interpreta a Simón, de 21 años, que vive en la Patagonia y está extremadamente inconforme con su vida. Buscando alejarse de su intrincada vida familiar, Simón termina por encontrar un lugar que le fascina, en un grupo de jóvenes con discapacidades. Para ser aceptado en este entorno, Simón decide fingir que él también es una persona discapacitada, pero conforme el relato avanza, los límites entre el Simón real y el personaje se confunden cada vez más.

La película es íntima y provocadora, y logra generar en el espectador cierta reflexión acerca de la identidad, el sentido de pertenencia, y los estereotipos que creamos tanto para nosotros como para el resto.

Ferro vuelca por completo todo de sí mismo para entregar un papel extremadamente complejo, que, al margen de proceder meticuloso con los aspectos más superficiales de su personaje, logra dar una dimensión visceral a Simón y a los temas que subyacen bajo la película.

Desde Latido BEAT, entre el sonido de las olas y el bullicio de la rambla de Cannes, charlamos con Lorenzo Ferro en la Plague de La Semaine de la Critique, acerca de su trabajo en la película.

Es la segunda vez que visitas el festival, ¿se siente más real?

Sí, yo lo tomo como Disney, porque vienen películas muy buenas, directores muy buenos, competís contra gente que es muy buena haciendo cine, que es lo que amamos, o por lo menos estás en el mismo lugar que los mejores cineastas que uno creció viendo, entonces sí. Uno se siente un poco estando en Disney al venir acá. De hecho esta la siento un poco más, la anterior fue tan rápido todo que fueron tres días de no entender nada, no sabía ni donde estaba.

Solo sabía que me tenía que poner un traje y caminar por una alfombra roja. Pero no entendía nada. Estaba conociendo el mundo, tenía 18 o 19 años. Ahora, al tener más conciencia, es un poco más Disney. Siempre es mejor tener menos conciencia y saber menos, porque vivís las cosas de una manera que le quitás un peso a todo. Después se te crea como una fantasía, y sentís que todas las buenas películas nada más van a Cannes, y nada que ver.

Hay una presencia argentina fuerte en el festival. ¿Qué sentís sobre eso, teniendo en cuenta el momento complicado que esta viviendo Argentina con el cine?

Siento que en este momento tan crítico es importante, para remarcarle a esta gente que está tan en contra de la cultura y el cine argentino, que las cosas que se hacen en Argentina tienen un valor en todo el mundo. En competencias muy importantes como lo es Cannes, como es la Semana de la Crítica. Es muy importante, para que se den cuenta que están nadando en contra de la corriente. Para mí no se van a dar cuenta, igual, porque son unos cabeza dura.

Pero bueno, te enorgullece que incluso en los momentos más difíciles, uno pueda pararse y decir: “todavía estamos acá”. Y nadie quiere bajar la cabeza, todos quieren seguir dando lucha. Cuando nos dicen que vengamos a Francia a presentar la película, pensás que la lucha vale la pena, y más en este momento.

A mí me pasa que hablamos del momento que está pasando el cine argentino, y me tengo que poner racional para no putear, pero lo primero que haría sería subirme al escenario y putearía a esta gente que quiere destruir algo que es tan hermoso y tan importante para nosotros. Es triste. Pero la tristeza es una herramienta para luchar de otra manera.

Federico Luis y Lorenzo “Toto” Ferro – Festival de Cannes

Federico Luis y Lorenzo “Toto” Ferro – Festival de Cannes

Desde tu lugar de actor, ¿ya notás que te llegan menos proyectos de cara al resto del año?

Sí, obvio. Igual a mí no me llegan muchos proyectos porque dije a mucha cosa que no. Y no lo digo presumiéndolo, ojo. Lo digo como una mala jugada que hice. Pero lo veo en mis pares, en mi padre que también es actor. Veo que no se produce nada. A esta altura del año por ahí en Argentina se estaban haciendo un montón de películas, y ahora las contas con los dedos de una mano. Pero por suerte el pueblo argentino es muy luchador y muy resistente, y muy defensor de sus ideales.

¿Cómo te llega el proyecto? ¿Qué te atrae para agarrarlo?

La película primero me llegó a través de un personaje que era el hermano de Simón, que ahora en la película no está porque el guión tuvo muchos cambios y se fue transformando muchísimo, y era un personaje menos desafiante para hacer. Al menos para mí. Cuando el guión fue cambiando, Fede me propone hacer de Simón. Yo le dije que me parecía un delirio. Nosotros somos amigos desde antes y estábamos en su casa viendo una película, y como que me pareció que me estaba pidiendo algo delirante, y le dije que no.

Pasaron dos meses y él de a poquito fue haciendo un trabajo en mí, como que me fue convenciendo. Y de hecho de eso se trata ser un buen director, de poder seducir a personas para que se suban a tu barco y naveguen el mundo de fantasía que tenés en tu cabeza. Yo la única condición que le puse fue que lo tomáramos como un show de música, que hay que ensayarlo para que salga bien.

Y fue lo que hicimos. Ensayar tres meses con Fede, con Pehuén [Pedre], y con Sofía Grillo, que es una actriz medio directora de actores. Preparar este personaje, que aparte es muy complejo, porque es Lorenzo haciendo de Simón, Simón haciendo de Pehuén, que después vuelve a ser Simón, había muchas capas. Y al ser una película tan de personajes, si no está bien el personaje se te cae la película.

Es que de hecho es el nombre de la película, el póster, todo. Todo eso hace a la película también.

Sí, es todo. Lo bueno es que yo ayer veía el poster y no sentía que era yo. Y ahí me di cuenta de que fue porque se hizo un buen trabajo. Veo la película y digo: “No es Lorenzo esta persona”. Hay algo muy difícil de ser actor, que es verte. Incluso para poder concentrarte en la película. Porque estás tan atento a tu trabajo que por ahí no ves la fotografía, o no escuchas bien el sonido. Y esta vez acá, presentándola, por primera vez me pude desprender de eso, y apreciarla de otra manera.

A eso se llega también a través de Fede, y de una amistad que tiene muchos años más que la película, y que siempre tratamos de que trascienda a algo distinto. Como lo que pasa un poco en el amor, cuando uno siente que el amor se esta estancando, tiene que hacer un acto de magia para que trascienda y no se estanque. La calma es lo más alejado al amor. Y hoy, después del gesto que fue hacer la película, nuestra amistad está trascendiendo nuevamente.

Al final de eso se trata, de ayudar al otro a cumplir sus sueños, y en el medio uno va cumpliendo los suyos también. Eso es lo hermoso del cine. Y perdón que vuelva a la política, pero eso es lo que me enoja de Milei y todos estos políticos. Que quieren cortar con los sueños de las personas. Y los sueños son lo que nos mantiene vivos; sin sueños no seríamos nada. No soñar es inimaginable.

Lorenzo “Toto” Ferro – Simón de la montaña

Lorenzo “Toto” Ferro – Simón de la montaña


Tu personaje camina en una línea muy gris, muy fina entre lo que está bien y está mal, aparte de que toca un tema que hay que tratar con normalidad, pero con delicadeza. ¿Cómo afrontaste eso?

Lo primero que dije fue que no. Pero después me dije a mí mismo que si decía que sí, tenía que entregarme a esta gente. No decir lo que estaría bien o estaría mal. Fue un salto al vacío de librarme de prejuicios, y seguir a Fede y a Pehuén. Trato de no ser una persona muy moralista. Acá intenté abandonar la moral y que fuera todo intuición. También hay algo de eso en la actuación. De ser un poco animal. De no ser tan racional.

Yo siempre prefiero trastabillar siendo pasional y no racional. Entonces sí, es una línea muy delgada por la que se mueve la película, y muy difícil, y por la que puede ser muy criticada o muy amada. Yo valoro mucho la línea por la que se mueve, pero al momento de hacerla no me cuestioné nada. Porque te lleva a hacerte preguntas. Y todo lo que te hace hacerte preguntas, está bien. Así que me abandoné.

¿Qué tanto interviniste en la creación de ese personaje? Porque da la impresión de que es de esas películas que se van transformando en el camino.

Sí, re. Se fue transformando en el camino, y cada día cambiaba un montón el personaje. Por momentos metíamos mano todos. Como que hacíamos las tomas en dos Simones distintos, uno el que mueve la cabeza y todo eso, y otro el que no. Y de repente íbamos alternando entre uno y otro casi como si fuera un juego, o tocar notas musicales. Eso fue lo más difícil de lograr. Aporté todo lo que pude desde el corazón. La verdad que fue un proyecto que hice desde el corazón, y apagué la mente. Y al final estas jugando. Con compromiso, claro.

Simón de la montaña – Festival de Cannes

Simón de la montaña – Festival de Cannes

¿Y la experiencia del rodaje?

Rodamos en tres semanas, que es poco para la peli. Y algo muy loco del rodaje, era que la mayoría de los chicos de mi edad que estaban actuando, estaban debutando. Y eso me hizo acordar a cuando yo debuté, hace unos cinco años. Me di cuenta de que eso es lo que nunca hay que perder, el siempre estar debutando. También algo muy difícil del rodaje, del día a día, era estar trabajando con esta gente tan especial y tan atrapante, y no distraerse en las cosas que te proponen, y también ayudarlos. Eso fue un desafío muy difícil, pero hermoso.

¿Hay algo de la película que haya supuesto un mayor desafío?

Yo siempre le decía a Fede que había que ensayar mucho la escena en la que yo tiro todo, le digo que me deje de filmar, etc. Y sin embargo no la ensayamos nunca, y en el momento tuvo algo que conlleva el actuar la violencia, que hizo que fluyera. Después actuar con Kiara [Supini], a veces me costaba. La escena del beso. Una escena de un beso me hubiera costado con cualquier persona, y en ese momento me entró  como algo moral. Pero todo era un lindo desafío. Me sentía muy bendecido. Lo malo es que uno se va volviendo como adicto al desafío. Y a veces, cuando no hay desafíos, es como que se nubla el cielo y uno se quiere pegar un tiro en los dientes. Porque uno quiere más.

Es un poco lo que le pasa a tu personaje.

Sí, es con lo que más me siento identificado, con que es un inconformista. No está contento con el mundo que lo rodea, con juntarse siempre con gente parecida a él. Porque a nosotros nos gusta eso, el juntarnos con gente parecida, que sepa de lo mismo, que hablemos de lo mismo. Y este personaje no es así. Es casi como una búsqueda antropológica de espíritu, de ir a buscar en otros lugares otras cosas, y no conformarse con lo que el mundo te da.

Por Nicolás Medina
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