Entrevista por Martín Inca | @inca_martin
Si los baños son testigos de inconmensurables emociones de todo tipo, también tienen otra característica que todavía no habíamos investigado. Las marcas del ser humano que los visita cambia, a su vez, por su lugar y su geografía. Lo más obvio: una pared de toilette parisino va a ser diferente de la de una en Uruguay. Muy posiblemente, estén en diferente idioma. O idiomas, más bien.
Sin embargo, simplemente un río, “charco” u “orilla” de distancia, puede ser significativo a los ojos. O no. Por ello, cuando nos cruzamos con Leo de Cecco, baterista de la legendaria banda Attaque 77 desde 1988 y dueño del bar Strummer de Buenos Aires, en La Cretina (Soriano 1236), no dudamos en hacerlo pasar a la zona de los retretes. Donde, con una buena disposición contagiosa, se entregó a nuestro interrogatorio.
“Al fondo de un wáter iría a buscar un flyer del próximo show, un lugar a donde ir. Algo para seguir adelante”, aseguró, entre tantas cosas, el argentino, que venía a nuestro país en el marco del Festival Nuevo Día. A su vez, tocó puntos muy interesantes sobre la materia que nos atañe y también se animó a analizar los cambios que han sufrido las paredes de los recintos para hacer las necesidades fisiológicos con el paso del tiempo.
Como siempre decimos, ¡los baños hablan! Por eso, seguimos con este ciclo de notas donde entre LatidoBEAT y la propia Cretina realizamos entrevistas en el baño del bar. Y le damos rienda suelta a la palabra.
Imagino que con tu larga carrera de giras, yendo de un lado a otro, has conocido muchos lugares, bares y demás.
La verdad que sí. En todos estos años, he tenido la posibilidad de conocer muchos lugares, algunos emblemáticos, tanto de Argentina como de otros países.
De esos sitios, ¿recordás algo de sus baños?
Mirá, a mí lo que me lo que me flashea de los baños de los diferentes lugares donde he tocado es, por ejemplo, que tanto acá o en Argentina como en otros países, la cantidad de stickers que hay por metro cuadrado, ¿viste? Es una cosa increíble. Además, en cada lugar es diferente; digo, están buenísimos los stickers y, por qué no, también los grafitis. Eso es como algo bastante particular que se da en los baños, aparte que cada uno es diferente, hay grafitis en diferentes idiomas y diferentes estilos. No solo frases, sino también hay mucho arte, son lugares muy propicios para que los artistas se expresen, ¿eh? Sumale los stencils, que hace tiempo también se ven mucho en las paredes. Quiero decir, de un momento a esta parte, los baños se han convertido en algo particular de cada lugar, cada uno tiene su encanto… que más allá de lo que uno vaya a hacer, hay una cuota de arte urbano dentro de cada uno. Y está bien reflejada esa especie de expresión social y popular. Y, si vos te tomás el tiempo de leer, podés encontrar millones de mensajes y millones de cosas muy buenas.
En toda tu carrera, que aparte es muy larga, ¿has notado cambios en lo que reflejan las paredes?
He notado cambios, obvio. Creo que hoy estamos en un tiempo en donde en las paredes muestran más musicalidad digamos, con más stickers y grafitis de bandas. Y muy diversas. Esto no sé si es en todos los baños; es así en los que yo frecuento que son espacios de cultura, de rock, en fin...
No es lo mismo el baño de un espacio punk que el de un club de música en vivo. Hay diferencias entre lo que dice uno y lo que dice otro: cada lugar tiene su impronta y se ve reflejada en los mensajes en sus paredes, como que acompañan cierta identidad. Además, los mensajes han ido acompañando las distintas coyunturas sociopolíticas. Antes recuerdo más mensajes políticos y hoy son más usados marketineramente. Hay otro tipo de enfoque, aunque lo político sigue estando presente.
Estamos acá en el baño de La Cretina. Para vos, ¿qué significa ser cretino? ¿En algún momento vos te consideraste un ser cretino?
Me parece que ser cretino tiene que ver, o está muy cerca, de ser un cabrón, pero sin mala onda. Hay algo de poder vivir de manera que cada uno quiera vivir, ser un poco disruptivo y rebelde en algunos aspectos. Tiene su estilo. Creo que ser cretino va por ese lado: es como ser un cabrón sin maldad. Aunque la línea entre cretino y cabrón es muy delgada. Por eso hay que tener cuidado, ¿no? Pero bueno, hay diferencias, matices que hacen que te diferencies de los cabrones. Tiene mucho de rebeldía, algo de no respetar la autoridad también, que me gusta. Y le sumo otra característica, al ser cretino lo asocio con ser bastante sarcástico e irónico. Pienso que eso también podría ser un acto de cretinaje en un punto. Pero sin maldad tampoco, ¿eh? Ojo, que si hago algún comentario sarcástico, no hay mala leche. Hay un acto de creatividad irónica con la maldad justa.
Estamos hablando, casi, sentados en el wáter. ¿Qué irías a buscar ahí dentro?
Iría a buscar un flyer del próximo show. O un espacio en limpio también. Un espacio de pulcritud dentro de wáter, digamos. Pero, más que nada, un flyer del próximo show, un lugar a donde ir, eso es lo que iría a buscar. Algo para seguir adelante.
¿Y qué tirarías para que nadie más encuentre?
La mala onda tiraría ahí. Toda la mala onda que quede en lo más profundo de la cloaca. Enterremos bien en ese fondo toda la energía negativa.
Hablando de cretinos y baños, ¿alguna anécdota que tenga dentro de un baño?
La funcionalidad de los baños hace que uno no esté mucho tiempo en ellos; orinar lleva segundos, pero así y todo hay muchas cosas que pasan ahí. Recuerdo el baño de Cemento, que era una discoteca mítica de Buenos Aires… el baño del camarín era un lugar tremendo. O sea, inimaginable, pero era un lugar donde sucedían cosas reales. Porque en los baños sucede mucho. Como grandes conversaciones en donde se ha tratado siempre de arreglar el mundo; en esos dos minutos que vos tenés para compartir con otra persona en los retretes, de repente, salen conversaciones de la nada misma y tratás de solucionar esos problemas que se plantean. Hay mucha sinceridad en esas charlas, aunque luego eso no vaya a ningún lado, ni llegue a ningún puerto. Pero lo que tiene esa conversación es que iguala: suceden charlas con el de al lado y está haciendo sus necesidades fisiológicas o está metido en su viaje, y ahí nos damos cuenta de que somos todos iguales. O sea, estamos en un punto donde se habla de vos a vos; esa vulnerabilidad de estar en esa situación nos llega a igualar y uno comparte sinceramente las cosas con el de al lado. Aunque, repito, las cosas queden ahí y pocas veces lleguen a algo.
Leo, te invitamos a dejar tu propia frase para que la gente que venga a La Cretina te lea. Gracias por venir y responder.
Gracias a ustedes. Y cuando vayan por Buenos Aires pasen a conocer Strummer y, ya de paso, conocen el baño (risas).
Te invitamos a buscar la frase entre los stickers, pintadas y graffitis de los baños de La Cretina y a subirla a las stories de Instagram etiquetando a @latidobeat y @lacretinacasa, que las reposteareamos con nuestras cuentas. Eso sí, no nos hacemos cargo con las cosas que se vayan encontrando durante la búsqueda. ¡Suerte en la odisea!
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