Por María Antonella | @antoinella.jpg
Crestas, camperas largas de gabardina, cuero, paño, todo de negro. Peinados un poco raros, el pelo graso, muchos piercings. Tatuajes en la cara, pero no como traperos, eran otras temáticas. Accesorios metálicos, cadenas, pulseras de tela, excesivas y pesadas.
El centro cultural está llenísimo hasta la puerta. Es miércoles de noche y hay alerta roja. Ciudad Vieja. Adentro, toca una banda anarco-feminista, crustcore, ítalo-franca.
Un grupo de personas empujan para pasar, todos tienen esa misma estética, se dan besos en la boca entre ellos, entran al pogo. Fue como si se estuvieran despidiendo. Mientras la banda toca sus temas, alguien tira muchos panfletos al aire. La gente los agarra, los lee, los dejan arriba de una mesa, o los guardan en sus bolsillos. No los tiran al piso. Se trataba de un enfrentamiento entre punks y neonazis en Uruguay. Se supone que eso no pasa acá.
¿Cómo es el proceso de transmitir una identidad europea marginalizada, a un país como Uruguay?
En 1975, Malcolm McLaren produce a los Sex Pistols, una de las primeras bandas punks a lo largo de la historia. Es importante saber que el punk tiene como uno de sus lemas principales el "Do It Yourself". Pero a ellos, los vestuarios se los hacía Vivienne Westwood, la esposa de Malcolm.
Ella tenía una tienda llamada SEX, era un recoveco ubicado en 430 King´s Road, en Londres. Por fuera, las paredes y su nombre eran rosados. Adentro no había luz porque no había plata para eso, usaban velas. Usaron velas por muchísimos años. La prioridad no era facturar, era tener un punto de encuentro entre músicos, diseño y una suerte de militancia anarco-comunista.
Hoy en día, las personas a las que nos interesa la moda conocemos a Vivienne por sus muy especiales y precarias prendas, que tenían la característica de ser subversivas, rupturistas, pero también pervertidas.
Vivienne fue la persona que le puso ropa a la cultura punk. En un momento, se dio cuenta de que no quería estar en el sector que la reafirmaba, quería irrumpir en la hegemonía. Fue así que trabajó para convertirse muy pronto en una marca de alta costura.
Empezó a participar en pasarelas haute couture en París y Londres. Veía sus desfiles como una oportunidad de exponer sus expresiones y su forma de vida, pero también le gustaba coquetear con la idea de burlarse de la clase alta. Podías ver a modelos como Kate Moss (a la cual le dijo una vez que no era lesbiana, pero que estaría con ella si lo fuese) usando tapados animal print, pero notoriamente falsos.
Confeccionaba corsets, vestuarios de la realeza, pero en tonos rojo, bordeaux, negro, tonalidades azuladas, en telas como seda, encaje y gaza, aludiendo como contraposición provocativa, a una idea de lencería erótica.
El maquillaje era sobreactuado, las modelos salían como si estuviesen a medio preparar, con ruleros y pinzas por todos lados. Muchas prendas estaban rotas intencionalmente, pero eso no la alejaba de su contexto.
En 1976, Malcolm lleva a los Pistols a un toque compartido con The Clash y con los Stinky Toys. A The Clash, ya los conocemos, pero los Stinky Toys eran una banda francesa punk, conformada por Jacno, Bruno Carone, Albin Dériat, Hervé Zénouda, y por una vocalista femenina llamada Elli Medeiros, la única que no es completamente francesa, sino que también es uruguaya.
Elli nació en Uruguay, en 1956, pero desde sus 14 años vive en París. Formó en un principio los Stinky Toys, pero luego se volvió una actriz reconocida y cambió de carrera artística. Realizó dos álbumes, pero la banda se disolvió. En el medio, armó un conjunto de tecno-pop con Jacno, esto la mantiene como una persona constante en el mundo del arte.
Como toda mujer ocupada, nunca tiene tiempo de arreglar su ropa rota. Entonces, volviendo al momento en el que se encuentra con McLaren, en el 100 CLUB, un bar en Londres donde se hace este festival sin nombre, él observa que la rotura de sus prendas están unidas por alfileres. Un poco después, sin dar mucho crédito, Vivienne lo vuelve un símbolo propio y un recurso que todos reconocemos como un accesorio.
Todo esto sigue pasando en Europa, por más que su nacionalidad la condicione, a Uruguay todavía no llegó nada de esto. ¿Cuándo empieza?
“Llegó acá cómo llegó a Argentina, a Brasil, por gente que viajaba, ¿viste? Ahí siempre hay una discusión. El punk entró acá por las clases más altas, realmente por los que tenían posibilidades económicas, de otra forma, no hubiese llegado. Siempre se decía que el punk era de Avenida Italia para este lado, no hay que asustarse ni tener miedo a decirlo. Gente que traía discos, se los pasaba a un amigo y después ese amigo se lo pasaba a otro amigo y así llegó el punk a Uruguay”, comenta Marcos Clash, dueño de The Clash City Rockers, un bar ubicado en el centro de Montevideo, donde se considera que es importante tocar si sos un músico del género del cual estamos hablando.
Por otra parte, desde el punto de vista de Gerardo Michelin, quien vivía “del otro lado de Av. Italia”, pero que también fue mánager de Los Esto´magos y de Cadáveres Ilustres en los 80, y además periodista del film Mamá era Punk (1988).
“El punk irrumpió en Reino Unido a finales de los 70, como reacción al "establishment" de la industria discográfica. Fue un movimiento que, viéndolo a la distancia, estaba muy pensado y que tenía, por ejemplo, a diseñadoras como Vivienne Westwood detrás de la estética de los Sex Pistols. Toda esta ola del punk británico luego pasa a Estados Unidos y mantiene algunas características musicales y estéticas en común", explica Marcos.
También agrega: "Hay que tener en cuenta que, en Uruguay, llega casi una década más tarde, por lo que hay que pensar en términos ´postpunk´. No hay que olvidar que es una época preinternet, y que nuestros canales de información eran programas de radios, revistas (argentinas y españolas), los discos que pasaban de mano en mano, y que terminábamos copiándolos en un casete. Las pocas fotos que veíamos de esos grupos, nos disparaban la imaginación para entender la propuesta musical y estética de las bandas. Los distintos grupos mostraban (descaradamente) su inspiración: es muy fácil reconocer que´ bandas emulaban a The Clash, U2, The Cure, entre otras”.
¿Cómo es que a la gente le llega la idea de que escuchar punk o ser punk viene con un vestuario?
“En realidad no es importante, pero sí es importante. ¿Lo más importante del punk, es la vestimenta? No. Pero es lo que a vos te representa estéticamente, es como todo un combo. No es que te ponés un alfiler, o salís de negro. Te ponés un sobretodo, te parás los pelos y sos punk. No... sos punk por las otras cosas, y yo nunca pude entender como alguien puede sentirse diferente y no reflejarlo en todos los ámbitos de la vida. Yo no le tengo que demostrar a nadie que soy punk. Sí yo mañana quiero salir de jogging, lo hago. Pero me miro y digo ‘yo no soy eso’, yo necesito estar con lo que soy”, comenta Marcos.
Me señala sus botas estilo Dr. Martens, pero en color azul eléctrico, con cordones negros, mientras me comenta que, “acá casi nadie tenía una campera de cuero, pero para campera de jean daba. Precariamente, sí, había una Hering negra, pintada por nosotros mismos, Sex Pistols, The Clash. En los 90 tampoco se conseguían remeras de bandas. Entonces, te las tenías que hacer vos. Quizá, alguno que andaba bien, pintaba para alguno más, hacíamos parches, los cosíamos a mano, comprábamos tachitas. Así es como aprendí a coser, me afinaba los pantalones, ¡pantalones afinados no existían!”.
Se emociona, se mete en una habitación que no logro ver, y sale con una campera ajustada, de color verde desgastado, que tiñó, pintó y emparchó él mismo, con frases como “rock against racism” y nombres de bandas como Cock Sparrer y Sham 69. “¡Mira´ esta obra de arte!”, culmina.
Más que nada, ahora mismo, frente a las situaciones sociopolíticas complejas de nuestra generación, pospandemia, guerras, movimientos políticos y otros tantos factores, volvemos a sentirnos identificados con estas dinámicas. Esto no es casualidad, ya que la última vez que esta estética (y la hippie) cobraban sentido, fue en los 70 y 80, con situaciones históricas complejas. Pero hoy en día, necesitamos estar obsesivamente atados a una narrativa literal. No creamos, compramos en grandes marcas explotadoras pantalones que ya vienen rotos y remeras de poliéster que dicen "Metálica made in Bangladesh".
El acceso y las prioridades eran distintas, ¿Había un sentido en comprar algo para romperlo luego? ¿Qué recursos fueron clave a la hora de seleccionar inspiración?
“En esa época había una fuerte influencia de una estética dark/gótica. También hay un toque industrial interesante. En esos tiempos no había tiendas de franquicia y había menos posibilidades de consumir. Para darte una idea: ni siquiera había lugares donde hacerse un tatuaje. De todos modos, había muchas ganas de mostrar la personalidad a través de la estética. La ropa era sobre todo negra y era posible comprar en tiendas de segunda mano, la ropa de donación que venía desde Alemania. Desde sobretodos, hasta camisas del ejército. En los peinados había mucha variedad, pero todo muy en plan DIY. Aparte de esto, había gente que mantenía una estética punk más tradicional -aunque solo se hacía un mohicano (una cresta) para el fin de semana-”, comparte Gerardo.
¿Qué se hace cuando es real el DIY?
“No es lo mismo responderte hoy en 2024 que en Uruguay en el 77, en el 85, en el 99, que en el 2005”. Mauro Correa, fundador de la disquera Little Butterfly Records y también baterista de Pirexia, hace referencia a que el punk no siempre fue algo muy estricto o definido. “Pero también eso se va transformando y va generando muchas escenas dentro de la cultura. Yo vengo de la escena hardcore punk de mediados de los 90, que tiene una corriente más positiva y política. Entonces, más allá de que lo estético nos identifica, también los recursos eran determinados por nuestras limitaciones económicas. No tenía que ver tanto con una pose, era más una cuestión de a lo que podías acceder y de cómo lo usabas”, comenta.
Más allá de lo difícil de acceder, me imagino que se inventaban medios para lograrlo, ¿no es así?
“Siento como algo muy sano, decirte cachivache como algo muy honesto, vos te sentías rompiendo un montón de prejuicios, yo soy de Las Piedras, y me acuerdo de que se habían puesto de moda los pantalones Oxford, también una onda más deportiva, gorrito camionero, como hardcore. Los ‘punki’ que venían de antes, mucha tacha, cuero, bastante roto todo.
Pero sin irme de lo mío, pintó una estética medio garage rock y yo me mandé a hacer un Oxford de pana, uno celeste. Bueno, imagínate, en el barrio te gritaban cualquier cosa, ’puto, ¿hay para hombres de eso?’, una campana de 30 cm, gigante y de color, ya eso te generaba tremenda ruptura.” Afirma Mauro.
Más allá de este proceso que pareciese que fue abrupto, donde todo llegó después del 2000, sigue hasta el día de hoy. Un estigma o una incomodidad frente al vestuario punk.
Aun así, estudiando las vanguardias, podemos ver cómo siguen naciendo constantemente marcas representativas (o que aluden a ello), tanto en Uruguay, como en cualquier parte del mundo.
Con el pasar del tiempo podemos observar cómo el concepto de punk fue modificándose en relación con la búsqueda de elevar los looks. Cualquiera puede performear una estética, ya que nuestro siglo promete llamarte por como te ves. Hay un compromiso no muy tácito en usar nuestros vestuarios, no tanto como algo transgresor, sino como una suerte de disfraz que habilita a una aceptación en cultura.
Es por eso que nos preguntamos si el punk ha muerto o sigue tan solo un poco vivo. La respuesta no la tengo, pero sé que la ropa es cara, pero la creatividad, es infinita. Para ser creativos. Una buena manera de ser desafiante es buscar en este caso el camino más largo, un camino más conectado con los otros. Ir a ferias, a ventas económicas, charlar con tu tío o el padre de tu amigo. Probablemente encuentres algo mucho más valioso y original, la sensación de cacería del tesoro, de conseguir algo con la idea convencional de estar perdiendo el tiempo, es lo que probablemente te dé respuestas a vos, en cuanto a tus gustos y tus necesidades. No va a haber un mercado tan invasivo tomando decisiones, sino un tiempo para encontrar tu identidad, que más allá de todo, es lo que tienen en común las personas que habitaron el principio del punk dejándonos un camino más abierto al cuestionamiento.
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