Por Juampa Barbero | @juampabarbero

Tras una pausa de cinco años, Jim Jarmusch vuelve al cine con Father Mother Sister Brother, una odisea introspectiva sobre la familia. Con un formato que conoce muy bien, la sucesora de The Dead Don't Die (2019) estará dividida en tres relatos independientes que suceden en el noreste de EE. UU, Dublín y París. El maestro del indie norteamericano hace su regreso triunfal con lo que promete ser una obra fiel a su visión primitiva, un eco de sus raíces.

Extraña y minimalista, pero sumamente magnética, esta filmografía se caracteriza por una profunda empatía hacia los personajes que habitan en los márgenes de la sociedad. Individuos que, a menudo son invisibles para el mainstream, pero encuentran un espacio en el alma del cineasta, donde sus historias son contadas con humanidad.

Jarmusch se aparta de los héroes convencionales para centrarse en figuras que no encajan en los moldes tradicionales: inmigrantes, vagabundos, criminales de bajo perfil, músicos fracasados, o simplemente personas que viven al margen de lo que se considera "normal". Como dijo Boom Boom Kid: La normalidad apesta.

En su obra más conocida, Stranger Than Paradise (1984), conocemos a Willie, un inmigrante húngaro que adoptó un estilo de vida apático y desarraigado en Nueva York. Willie, junto con su amigo Eddie y su prima Eva, representan un tridente de personajes que parecen desconectados tanto de su entorno, como de sus propias identidades.

A través de su viaje por Estados Unidos, con constantes elipsis que se funden en negro, estos jóvenes buscan, sin éxito, un sentido de pertenencia. La película no ofrece resoluciones ni arcos dramáticos clásicos; en cambio, se centra en la inercia y el desencanto de sus protagonistas, creando un retrato honesto de la alienación.

Down By Law (1986), Jim Jarmusch.

Down by Law (1986) sigue una estructura similar, pero esta vez se adentra en el mundo de tres hombres que se encuentran atrapados en una prisión de Nueva Orleans: un DJ, un proxeneta y un turista italiano. A pesar de sus circunstancias, la película no se centra en la injusticia del encarcelamiento, sino en las interacciones humanas entre estos individuos tan diferentes.

La prisión se convierte en un microcosmos donde las barreras sociales y culturales se desmoronan, y Jarmusch escarba minuciosamente en cómo estos personajes, marginados por diferentes razones, encuentran solidaridad y amistad en las circunstancias más adversas.

Jim Jarmusch cultiva un cine lento y contemplativo. Su estilo se caracteriza por planos largos, diálogos lacónicos y un humor seco. La melancolía y la búsqueda de sentidos son temas recurrentes, envueltos en una atmósfera de desolación poética.

En Night on Earth (1991), Jarmusch expande su mirada antropológica a una escala global, contando cinco historias que transcurren en cinco ciudades diferentes del mundo, todas ellas enfocadas en conductores de taxi y sus pasajeros. Cada historia aborda de manera única la interacción entre personas de diferentes estratos sociales, culturas y formas de vida.

Desde Los Ángeles hasta Helsinki, pasando por New York, París y Roma, Jarmusch utiliza el taxi como un espacio liminal donde sus personajes, que a menudo son excluidos o ignorados en sus respectivas sociedades, pueden revelarse con toda su humanidad.

Stranger Than Paradise (1984), Jim Jarmusch. 

Para Jarmusch, trabajar con la recientemente fallecida Gena Rowlands fue más que un logro profesional; fue el tributo a un legado que lo había influenciado profundamente. John Cassavetes, considerado el padrino del cine independiente estadounidense, fue una figura clave en su formación.

Con su enfoque en la exploración emocional cruda y su rechazo a los clichés de Hollywood, Cassavetes sentó las bases para un tipo de cine que privilegia la autenticidad y la libertad creativa, denominado New American Cinema. Al igual que los dadaístas y surrealistas, tuvieron su propio manifiesto que plantea su postura antisistema: No queremos films rosas, los queremos del color de la sangre.

Este es un fragmento de la carta de Jim Jarmusch a John Cassavetes:

“Espero algo con ansiedad, una especie de iluminación cinematográfica, tanto como director como cinéfilo (no hay realmente una clara línea divisoria para mí). Espero un estallido de inspiración. Quiero ser un iluminado. Necesito que se me revelen las consecuencias secretas del corte de una escena a otra. Quiero entender cómo la crudeza de las posiciones de cámara o el granulado del material configuran la ecuación emocional. Quiero aprender de actuación a partir de los personajes, de la atmósfera a partir de la luz y los escenarios. Estoy listo, completamente preparado para absorber ‘la verdad a 24 cuadros por segundo’”.

Gena Rowlands, conocida por su colaboración icónica con Cassavetes en películas como Shadows (1959), A Woman Under the Influence (1974) y Love Streams (1984), toma un taxi conducido por una joven conductora interpretada por Winona Ryder. La interacción entre estas dos mujeres, de generaciones y mundos completamente diferentes, se convierte en un momento de introspección sobre las expectativas de la vida y la lucha por los sueños.

Broken Flowers (2005), Jim Jarmusch. 

La fascinación de Jarmusch por los marginados también se refleja en Ghost Dog: The Way Of The Samurai (1999), donde el protagonista es un asesino a sueldo afroamericano que sigue el código de los samuráis en un entorno urbano contemporáneo. Ghost Dog vive entre dos mundos: el de la filosofía samurái y el de la criminalidad moderna.

Su vida es un acto de equilibrio entre lo antiguo y lo moderno, lo honorable y lo violento y, a través de él, Jarmusch examina cómo la identidad y la moralidad pueden ser moldeadas por un sentido personal del deber y la lealtad, incluso en un entorno que parece haber perdido sus valores tradicionales.

Jim Jarmusch siempre tuvo una afinidad por la nostalgia, y eso no cambió en lo más mínimo. En Broken Flowers (2005), nos presenta a un Don Juan en busca de su pasado, vagabundeando como si fuera el último romántico del planeta. Y, por supuesto, en sus últimas películas sigue con la misma fórmula: personas perdidas, recuerdos difusos y un viaje a través de una añoranza que nunca pasa de moda.

En Paterson (2016), Adam Driver encarna a un conductor de autobús y comparte su nombre con la ciudad. Vive una vida rutinaria: cada día sigue el mismo recorrido, escucha las conversaciones de los pasajeros, vuelve a casa con su pareja, y pasea a su perro. Sin embargo, lo que distingue a Paterson es su amor por la poesía. En su tiempo libre, escribe versos en un cuaderno, inspirándose en las pequeñas cosas que observa en su entorno.

A través de Paterson, Jarmusch profundiza en cómo la vida de una persona puede estar llena de significado y belleza, incluso si esa vida parece insignificante desde el exterior. El trabajo de Paterson lo coloca en un lugar de invisibilidad social, pero su capacidad para encontrar inspiración y creatividad en su entorno cotidiano lo eleva por encima, aunque solo sea en su mundo interior.

Además, la ciudad de Paterson, con su historia como cuna de poetas de la talla de William Carlos Williams, actúa como un reflejo del propio protagonista. Paterson es un lugar donde lo ordinario se entrelaza con lo extraordinario, donde la poesía fluye a través de los elementos más simples y comunes de la vida.

Paterson (2016), Jim Jarmusch. 

No es la primera vez que Jarmusch rinde homenaje a los poetas que lo flecharon. El western cargado de humor negro, titulado Dead Man (1995), sigue a William Blake, un contador interpretado por Johnny Depp, que llega al Oeste en busca de trabajo, solo para encontrarse en un viaje místico y violento hacia la muerte.

Jarmusch utiliza citas y referencias directas al poeta inglés a lo largo de la película, especialmente a través del personaje de Nobody, un nativo americano que cree que el contador es la reencarnación del poeta. Nobody recita versos sus versos, y la película está impregnada de un lirismo que evoca la visión de William Blake en un universo donde lo sagrado y lo profano, lo espiritual y lo terrenal, están inextricablemente atados.

Hay un vínculo mucho más poderoso que él que Jarmusch mantiene con la poesía: la música. En Mystery Train (1989), Elvis Presley es una presencia constante en Memphis, influyendo en los personajes, casi como un personaje más. En Only Lovers Left Alive (2013), Jarmusch presenta a vampiros que llevan una vida de rockstars, inmortales y melancólicos, rodeados de arte, música y decadencia.

Coffee and Cigarettes (2003), Jim Jarmusch. 

En Coffee and Cigarettes (2003), reúne una gran variedad de cameos musicales, incluyendo otra vez a Tom Waits, miembros de Wu-Tang Clan, y The White Stripes, entre otros. Sin embargo, el vínculo más importante es con Iggy Pop, quien no solo también aparece en Dead Man, sino que colaboró estrechamente con Jarmusch en el documental explosivo de The Stooges llamado Gimme Danger (2016), y la desilusionante, The Dead Don’t Die.

Ni la presencia de la Iguana del Rock puede rescatar su última película del somnífero abismo en el que se hunde. Después de haber hecho magia con vampiros en Only Lovers Left Alive, uno esperaría que Jarmusch tuviera un as bajo la manga para los zombies. Pero parece que los muertos vivientes no lograron animar su guion, dejando al público con más bostezo que mordisco.

Por eso mismo, se espera mucho de Father Mother Sister Brother. Después del éxito de Paterson, muchos se preguntan si Jarmusch podrá repetir la fórmula y entregarnos otra joya del cine indie. Sin embargo, conociendo al director, es probable que nos sorprenda con su capacidad para reinventarse y darnos otra dosis de amargura en su forma más pura.