Por Sofía Durand Fernández
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Julieta Rada se ha presentado en diferentes escenarios de Nueva York, ciudad en la que ahora vive, sin cambiar lo que la caracteriza. La fusión de géneros al ritmo del candombe. Aún con la influencia de artistas como Stevie Wonder y géneros como el R&B, el pulso musical de Julieta está en los tambores.
El término nepo baby está en auge. Julieta lo sabe y no lo niega. Su apellido pertenece a la más rica historia de la música uruguaya. Desde la intensidad de subirse a un escenario con toda su familia, hasta el prejuicio de que es su padre quien la puso en donde está. Lo tangible es que comenzó su carrera a los 17 años, tiene tres álbumes publicados y uno en camino, que sale el 26 de septiembre y contará con la participación de artistas como Fito Páez y Juan Campodónico.
"Aceptar el camino de las cosas" o "aceptar las cosas como vienen", es un concepto que repite en varias ocasiones, para hablar de su paso por la Escuela de Música Contemporánea de Buenos Aires, o para explicar que, en estos momentos, vive entre dos países. Las cosas se dieron así para Julieta Rada, que soñaba con ser bailarina y una lesión la terminó llevando hacia la música, que prueba nuevas formas de crear en cada álbum y que ahora, tras varios años sin poder lograr estar lo suficientemente encasillada en un género para integrar la grilla de un festival, será parte del Buena Vibra.
Las entradas para el Festival Buena Vibra se pueden adquirir aquí.
¿Cómo es pasar de vivir en Montevideo a vivir en Nueva York?
Al principio es un golpe, porque una cosa es venir a pasear, que es la mejor ciudad del mundo. Me costó ver que era todo gigante, las distancias, ir a encontrarte con alguien y tardar una hora en ir y otra en volver, en comparación con Montevideo que estás en diez minutos en todos lados. Eso me costó, pero me fui adaptando. Una vez que fui haciendo más amigos, una comunidad latina, como muchos argentinos que conozco, me adapté muchísimo más.
Has presentado tu música en Nueva York en varias ocasiones. ¿Cuál ha sido la respuesta del público?
Se toma bien acá. Es el núcleo, entonces la gente está acostumbrada a escuchar música de Latinoamérica, de África, de Europa, siempre es bien recibida. Yo lo disfruto y estando acá uno conecta más con sus raíces. Por eso estoy haciendo este disco que está por salir, que es un homenaje al candombe y a las músicas que me gustan, versionadas y llevadas a un estilo más propio, pero que no deja de ser candombe.
Este va a ser el cuarto álbum que lanzás. ¿Qué tanto te involucrás en el proceso de producción y cómo ha variado en el correr de estos años?
El productor siempre mete mano, pero uno está atento y las últimas decisiones las tiene una. Yo me involucro mucho. Todos mis discos fueron distintos en la manera de hacer. El primero (Afrozen, 2011) fue explorar y casi que algo lúdico. Si bien está buenísimo y re bien producido, era la primera vez que lo hacía, yo iba aprendiendo ciertas cosas. Lo grabé en Argentina y en Uruguay, fui y volví, eso fue bastante agotador. Entonces dije, "el segundo lo hago en Uruguay" (Corazón Diamante, 2015). Lo grabé en vivo con la banda tocando, a diferencia del anterior, que grabé un bajo en Argentina, una batería en Uruguay, iba en un ida y vuelta. En ese dije, "bueno, lo grabo en vivo", obviamente fui sumando cosas después, pero se fue dando así. Y en el tercero (Bosque, 2019) quise hacer una cosa más tranqui, que lo hice con mi hermano, y básicamente fue una máquina de ritmos, una guitarra, y en cada tema un color distinto. Este es un disco súper power, con distintos arreglos en distintos instrumentos y con invitados.
Bosque tuvo buena recepción.
Se puede dar de muchas maneras. Mi pensamiento es que en Uruguay uno termina ganando por cansancio, por insistir e insistir. Mis otros discos fueron bien recibidos, pero son mejor recibidos ahora, con el tiempo. Obviamente, yo tuve que pasar por ese filtro de lo que se dicen los nepo babies. Y entonces, me costó al principio, porque todos me re criticaban porque soy la hija de Rada y hay un concepto de que tu padre te pone ahí y estás ahí por tu padre. Al principio, recibía muchísima crítica. Después se fue diluyendo y la gente fue aceptando y entendiendo y capaz que ya con Bosque se terminó eso y la gente me empezó a aceptar más, con buena onda.
Más allá del factor nepo baby, en tu familia todos son talentosos.
Se dio de esa manera. Como dice mi madre, es como en una familia de médicos que salen todos medicos. Acá, en una familia de músicos, salimos todos músicos y lo disfrutamos y lo compartimos. Lo bueno es que cada uno hizo lo suyo. Mi padre, por un lado, después Matías, que toca la guitarra y con un montón de bandas, yo canto y hago mis temas. Lucila, en realidad, fue la primera que sacó su disco, después quiso hacer más cosas de comunicación y actuación, se fue para otro lado. Pero estamos todos en un camino distinto. Después nos unimos todos en la banda de papá.
La experiencia de subirse con tu familia a un escenario es particular, ¿cómo la viven ustedes?
La verdad es que el momento de subirse y tocar es hermoso, yo lo disfruto siempre. Pero, a veces, toda la previa es bastante caótica. Trabajar con la familia es caos, porque también hay que sumar la figura de mi madre, que es ahora la que nos ayuda como si fuera la manager y está siendo la manager de mi padre, entonces estamos todos ahí. Es una cosa intensa, trabajar con la familia es difícil, porque hay muchas discusiones, no estar de acuerdo en un montón de cosas y en otras sí, se arman bandos, se pelea uno y después salimos a tocar medio peleados, terminamos de tocar y nos amamos y nos abrazamos. Es una montaña rusa de sentimientos. Los músicos que nos acompañan son familia, también. Es intenso, pero a la vez es una intensidad hermosa. Lo que importa, que es tocar, estar en el escenario y transmitir la música, eso está siempre bien. Después capaz que por fuera pasan cosas, pero siempre se resuelven.
Comenzaste tu carrera cuando eras adolescente. ¿Cómo decidiste dedicarte a esto? ¿Nunca lo repensaste?
Se fue dando solo. En realidad yo siempre bailé, mi sueño era ser bailarina. Después me jodí la espalda, me vino una hernia de disco y ya vi que no iba a lograr lo que quería, al nivel que quería, con esa lesión. Dije, "bueno, me pongo a cantar", pero como una adolescente hace taller de pintura y después hace piano. Yo hice todas las disciplinas, de adolescente hice todo. Me puse a cantar a los 16, que empecé a estudiar canto con Carmen Pi, y a los 17 empecé a cantar en vivo en Fun Fun. Era menor de edad y me tenían que acompañar mis padres y al día siguiente iba al liceo, era algo natural que se me fue dando. Después, ya estaba en el baile, no es que me cuestioné. Hubo una instancia en la que sí me cuestioné y quise hacer una carrera, iba a hacer Arquitectura. Mi madre me dijo, "no estudies Arquitectura por el mandato de tener que estudiar algo, estudiá música. Si a vos te gusta la música, estudia música". Ahí me fui a Argentina y me metí en una escuela, la EMC (Escuela de Música Contemporánea). Estuve un tiempo allá, pero después no la terminé, me volví a Uruguay y saqué mi primer disco.
¿Disfrutaste de la experiencia de estudiar música en un conservatorio?
A mí me encanta, yo soy una mina a la que le encanta estudiar, me meto en clases de todo. Disfruté de la escuela, pero al mismo tiempo, no. Porque yo tenía 18 años, me mudé a Argentina, estaba medio sola, no tenía muchos amigos, me costó más lo vincular. Hoy sería distinto, capaz un poco me arrepiento de haberla dejado, porque estaba buena la escuela. Pero bueno, las cosas se me fueron dando de una manera y uno tiene que aceptar el camino de las cosas. Me costó eso, estar medio sola en Buenos Aires siendo bastante chica, con 18 años, y por eso me volví a Uruguay.
Tu canción "Stevie" es sobre Stevie Wonder y en varias ocasiones has hablado de músicos como Michael Jackson. ¿Cómo influyen ese tipo de artistas en tu música?
La música es libre y te permite fusionar miles de estilos. Uno escucha música, pero a veces lo que compone no es lo que escucha. Esa influencia te llega de alguna manera, se ve reflejada en la música que componés, pero no es lo final. El candombe es el género que me identifica porque me crie en una casa con un padre que es un ícono. Lo que pasa es que, cuando uno es chico, va explorando y te vas fijando qué te gusta, qué artistas te conmueven, pero en definitiva, lo que más te acerca a la música o en lo que te mantenés es lo de la raíz. Me pasó que cuando me vine para acá dije, "¿yo qué voy a hacer acá cantando R&B?". Este no es mi lugar, entonces yo tengo que hacer lo que me corresponde a mí, que es el candombe, por eso me puse más tradicional últimamente.
¿Puede ser que la nostalgia haya jugado un rol importante en la composición de este álbum, entonces?
La nostalgia ya es algo más lejano. Hoy en día estamos muy conectados, yo con mi familia hablo todos los días, viajo cada 3 meses. No es la idea, mi idea es quedarme acá y viajar una vez por año. Pero siempre se me da alguna cosa en la que no puedo no estar, tengo que viajar y se me está dando que cada tres meses voy, entonces no puedo extrañar. Pero sí extraño los dos mundos, extraño Uruguay y cuando estoy allá, extraño estar acá. Es difícil estar repartida. A mí siempre me pasó que me cuesta un huevo, la verdad es que me gustaría estar en un solo lugar. Pero bueno, también tengo que aceptar las coas como vienen.
Sos parte de la grilla del Festival Buena Vibra, lo bueno de los festivales es que es una oportunidad para compartir escenario con colegas.
La verdad es que la grilla está relinda y la mayoría son grandes amigos. Está buenísimo para compartir. A mí me encanta porque, en un momento, yo nunca entraba en ningún festival porque quedaba afuera de todos los géneros. Antes era "Tal" Rock, "Festival Folklore", y yo siempre estaba afuera porque no soy rock, no soy folklore, es una fusioneta que no sabés dónde ponerla. Desde que está todo este movimiento feminista se están empezando a ver más caras femeninas en los festivales y eso me pone contenta.
¿Que géneros o artistas has estado escuchando últimamente?
Últimamente no estuve escuchando mucha música, porque cuando me pongo a hacer un disco, me cierro un poco, me concentro en lo que estoy haciendo. Una vez me dijeron que uno tiene una etapa más input y otra más output, yo estoy en esa etapa output, sacando la música. Ahora que estoy en Nueva York estoy escuchando mucho jazz porque te llega. Mi novio es baterista de jazz, entonces lo acompaño mucho a los shows y estoy todo el tiempo viendo mucho jazz, esta es la ciudad para escucharlo. Estoy escuchando muy poca música, es más, ni cuando voy al gimnasio o a caminar, ahora me pongo a escuchar podcasts o videos de YouTube. A diferencia de lo que fui toda la vida, que era una enferma de estar todos los días con los auriculares escuchando miles de cosas.
¿Qué aprendiste en estos años de carrera?
A los 20 años yo era bastante boluda, muy inocente. Todo lo hacía desde el amor, la buena onda y las ganas de querer cantar, una cosa así, muy de soñadora. Después, la vida te va mostrando que el mundo es un poco más cruel, que la ciudad en la que vivís es muy cruel y bastante hostil en lo que se refiere a vivir de la música, entonces te vas golpeando con la realidad y eso te hace cambiar. Hace un ratito estaba pensando eso, yo siempre hice cosas y me sentaba a esperar a que me llegaran las oportunidades. Ahora, ya con 34 años, cambié un poco esa forma de ser. Sobre todo con este disco, que lo encaré de otra manera. Dije, "ahora voy a usar todos los recursos que tengo al máximo y voy a ir a buscar las oportunidades". También, vivir en esta ciudad, estos dos años acá me cambiaron la cabeza. En Uruguay somos pocos, entonces las cosas llegan, yo me puedo sentar a esperar que me llamen de un festival y pasa. Acá, si no te moves, te come el monstruo de la ciudad y estás en la lona. Haber estado un poco acá me hizo despertar un poco, de cómo moverme con mi carrera, cómo hacer networking, me metí en un par de convenciones de música y ahí me tiraron mucha data.
Por Sofía Durand Fernández
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