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Contenido creado por Valentina Temesio
Entrevistas
Siempre habla y suena

Julieta Díaz, Diego Presa y el nacer de un caudal de poesía, música y profundidades

El dúo tocará junto con su banda su primer disco de larga duración, "Río", este sábado 18 de noviembre en la Sala Zitarrosa a las 21:00.

16.11.2023 15:13

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2023-11-16T15:13:00-03:00
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Por Valentina Temesio

“El río cuenta, el río siempre habla y suena”, dice Julieta Díaz, actriz y cantante argentina que desde 2020 toca con el uruguayo Diego Presa. Es que el río separa y une, traslada, fluye; nunca, aunque lo intente, para. Al río siempre lo separan dos orillas, dos puntas, dos extremos; el río es lo que circula en el medio, una vía.  

Pero, para Presa, fundador de Buceo Invisible y cantautor, un río podría ser un fluir de palabras y de gestos, “como una conversación, un diálogo”. Un río, dice, tiene una superficie, pero también profundidades, que son oscuras, barrosas. Entonces, un río podría ser un conjunto de dualidades y capas, de estructuras.

Río es también el primer disco de larga duración que sacó el dúo que conforman Julieta Díaz y Diego Presa (el primero fue El revés de la sombra (2021)), dos desconocidos que se conocieron a través de una computadora y en el medio de una pandemia y congeniaron entre la música, las palabras, la poesía.

Este sábado 18 de noviembre, el dúo que coquetea entre la canción del Río de la Plata, el rock, el blues y la balada, pero no se ata a ningún género y versiona a Gabo Ferro y Alfredo Zitarrosa. Tocarán junto con su banda en la Sala Zitarrosa a las 21:00. Las entradas se pueden adquirir aquí.

Río es el nombre de su primer disco de larga duración, también es lo que separa sus países de origen: Uruguay y Argentina. Para ustedes, ¿qué más hay detrás de esa palabra?

Julieta Díaz (JD): Diego cuenta con su voz y su margen del río y yo con mi voz —tanto literal como poética— y con el mío. Entonces, de alguna manera, como a veces dice Diego, el tercer margen de ese río es el dúo en sí mismo. Mi persona como artista termina siendo una tercera voz, una tercera posición. Río significa eso. De alguna manera, el río puede tener diferentes miradas. A nuestro trabajo lo consideramos atravesado por las que son las canciones del Río de la Plata, por lo que son nuestras miradas; es el encuentro y es la separación, pero siempre es el encuentro.

Esa agua por la que uno puede viajar por arriba; en una embarcación y sentir el viento en la cara, el rocío y moverse un poquito. También uno puede elegir tirarse o quizá termina cayéndose en ese río y lo remolina un poco las corrientes y las profundidades y vuelve a salir, y sentimos que nuestro disco un poco cuenta esa mirada. Nosotros sentimos que contamos y cantamos las historias; somos un hombre y una mujer que cantan y cuentan historias. Estamos apoyados, por supuesto, en un universo musical tan maravilloso y también poético de Diego, pero también muy apoyados en esa lírica. En esa tercera lírica que aparece con nuestra unión. 

Se encontraron a distancia y desde la virtualidad conectaron con la música, las canciones y la palabra. ¿Qué les queda de aquella aproximación ahora que ya no son más extraños?

JD: Seguimos confirmando, avanzando, como todos los vínculos artísticos. También somos amigos, así que la vida nos va traspasando a los dos de diferente manera y vamos compartiendo eso. Todas las charlas que tenemos, lo que nos contamos, las cosas artísticas o de la vida que compartimos, o de lo que fue generacionalmente, de nuestros países, de nuestra diferencia o similitud, todo eso también está en las canciones. Porque se empieza a sumar, queda en el inconsciente, quizá, a la hora de ponerle una música o una letra, o de pensar una letra para una música, pero que sea para el dúo. Creo que pasa por ahí, por esa profundización de ese primer encuentro. 

Diego Presa (DP): El revés de la sombra, de alguna manera, intentó capturar —y creo que lo logra— la frescura del primer encuentro, son las primeras canciones que compusimos. En un momento, sentí que en el intercambio que estábamos teniendo de letras y músicas de manera virtual, habíamos llegado a una estructura, a un cuerpo de canciones que merecía ser editado y compartido con la gente. De alguna manera, era una prueba para nosotros como dupla creativa y novísima parcería compositiva, una prueba de meternos en el estudio, tomar decisiones y concretar el dúo que estaba en ciernes. Fue una apuesta ambiciosa, riesgosa, pero que estuvo buenísima y que el resultado a mí me deja muy contento.

En varias entrevistas hacen mucho hincapié en las palabras, en lo que significan para ustedes, tanto a la hora de crear como de consumirla. ¿Cuál es el valor que tienen las palabras para ustedes?

JD: La palabra tiene mucha importancia para nosotros. Creo que, como seres humanos, como personas, sabemos todo lo que se dice, todo lo que genera; somos conscientes. En eso creo que me espejo [con Diego] y sabemos, somos cuidadosos. Cuando nosotros tenemos que trabajar juntos se hacen muchísimos intercambios que no tienen que ver con lo artístico, sino con lo vincular. Desde un principio hubo mucha confianza, mucho respeto y mucho diálogo en nuestra manera de trabajar. Hay una parte que es muy fácil y fluye muy bien porque, evidentemente, hay algo que conectó en todo sentido, hubo una coincidencia. Pero más allá de eso, también siempre hay pequeños conflictos o cosas o pruebas o lo que sea; de eso se trata la vida y lo llevamos de esa manera.

Con respecto a la palabra poética, cuando nosotros compartimos música o coincidimos no solamente nos encanta lo musical, sino que prestamos mucha atención a qué dicen las canciones. Una de las cosas que más me llamó la atención cuando lo conocí a él como solista fue la manera, su manera poética de decir las cosas y qué cosas elegía decir. Él también, cuando me redobló la apuesta y me dijo mandame uno de tus textos y veo si le puedo poner música y qué pasa, había visto algo en mis palabras que le había resonado. Para nosotros, inclusive a la hora de mezclar las canciones y de pensarlas, siempre la letra tiene que ser muy soberana en eso, la poesía.

No porque la música sea menos importante, absolutamente que no, pero sí es verdad que algunos músicos o bandas le dan más importancia a lo musical y quizá la letra pasa más por otro lado. Nosotros, en ese sentido, le damos importancia a las dos cosas; a que la palabra se entienda. Porque, además, yo vengo de ahí: de ser una intérprete de la palabra hablada, le doy mucha importancia a lo que se está diciendo, a la manera en la que se está diciendo. Y la música no es que acompaña las palabras, sino que es una amalgama de diferentes tipos de poesías que terminan contando algo que, por suerte, a veces no se puede ni explicar con palabras. Sino que termina llevándonos a un lugar más abstracto y enraizado con cosas más inexplicables que, sobre todo la poesía tiene eso. Por eso nos podemos encontrar todos ahí, porque son lugares más inasibles e inmensos, pero tan reconocibles de cualquier manera.

Río es su primer disco de larga duración y tiene diez canciones. ¿Cómo es producir un disco así en un mundo en el que todo va rápido y la música, muchas veces, se difunde en cortes?

DP: Con Río ya veníamos de más tiempo de trabajo juntos, habíamos seguido componiendo, habíamos empezado a tocar en vivo. La profundidad del vínculo, tanto creativa como personal, se había ahondado. Río muestra esto de sumergirse en aguas más profundas, tanto musicalmente como líricamente, es un trabajo más ambicioso. Los dos fuimos adolescentes en la década del '90 y ambos nos enamoramos de los discos.

Probablemente, la escena musical que me fascinó en los principios de mi adolescencia, su funcionamiento y su simbología quizá ya no exista más. Ha cambiado muchísimo todo, pero a los dos nos siguen enamorando los discos, como estructuras más allá de las canciones por separado, como cuerpos en sí mismos, que tienen un sentido, un viaje, un recorrido particular. Río es un disco que tiene un paisaje, un viaje particular entre sus canciones, y se puede encontrar un dibujo, una estructura plástica incluso entre las canciones. No es un disco conceptual, pero hay varios conceptos que dialogan a lo largo de los minutos que dura.

 Julieta Díaz y Diego Presa. Foto: Gisela Filc

 Julieta Díaz y Diego Presa. Foto: Gisela Filc

El disco atraviesa varios géneros: milonga, pop, rock, blues. ¿Cómo los fusionaron?

DP: El norte fue la curiosidad y las ganas de probar cosas, de experimentar. Nosotros no hacemos música de género, pero visitamos y sobrevolamos distintos géneros que tienen que ver tanto con la canción rioplatense, con la historia de la canción rioplatense y tierra adentro, como con la tradición de la canción de autor, que va desde Leonard Cohen hasta Joni Mitchell. Tanto del norte como de acá, más locales. Nosotros, desde un primer momento conversamos mucho acerca de las influencias, de las cosas que nos tocaban, que nos emocionaban, y había nombres que se iban repitiendo. Es tomar un poco esa tradición de la canción de autor, que tiene un peso especial en la lírica, por supuesto también en la melodía y en la forma de interpretarlas, pero un peso especial en la palabra.

¿Qué significan para ustedes Gabo Ferro y Alfredo Zitarrosa, dos artistas que versionan en el disco?

JD: Río tiene ocho canciones originales y dos homenajes a Alfredo Zitarrosa y Gabo Ferro. Mi sensación es que son pistas, son elecciones, son homenajes, canciones que nos gustan, artistas que nos gustan a los dos. Decidimos hacerlo así, pero la realidad es que también es una pista, no para compararse con ellos, pero sí para decir es por acá, es esto lo que nosotros miramos y sabemos que, quizá, la gente que se acerca a nosotros puede llegar también a mirar para ese lado por la inquietud de la poesía, por la cercanía de los artistas rioplatenses.

DP: Gabo apareció en nuestras primeras conversaciones. Hace muchos años en el espacio Guambia, con Buceo Invisible, la banda de toda mi vida, compartimos ese escenario con él en una de sus primeras visitas a Montevideo. Ya, ahí, su obra me resultó especialmente potente. Creo que es probablemente el autor de canciones más fuerte, en su lírica, sobre todo, de las últimas dos décadas. Es un autor de canciones con una gran potencia. Desde un primer momento, con Julieta compartimos un poco esa mirada sobre la obra de Gabo. Ella venía cantando alguna de sus canciones, yo también por mi lado, y nos pareció natural —y también un desafío— incorporar su obra a esto que nosotros estábamos mostrando. Que funcionara como una especie de faro, de seña; una referencia para quién escucha Río: de dónde venimos, cuáles son las cosas que nos interesan, cuáles son las cosas que nos emocionan. Fueron dos poetas y músicos extraordinarios. En el caso de Zitarrosa, un militante con muchísima potencia es un símbolo también del otro lado del río, en Argentina. Gabo también tiene un reconocimiento en Uruguay, que es más nuevo, pero un mito, lamentablemente, con su partida. 

Zitarrosa, también, es otro de los nombres que aparecieron siempre en nuestras conversaciones desde que nos conocemos con Julieta. Una de las cosas que nos suceden cuando tocamos allá e interpretamos esta canción es el cariño y el respeto que Zitarrosa ha generado en Argentina, es una canción que hemos hecho en Tucumán, en Buenos Aires, y siempre se genera algo especial cuando mencionamos su nombre. Es algo que también nosotros decimos: la voz de Zitarrosa es la encarnación de lo que se puede llamar un espíritu nacional, un espíritu del pueblo, como una cuestión arquetípica casi.

Por Valentina Temesio