Juan Martín López se ve atravesado por dos vías: la del rédito económico, y la de la contemplación. Pero una contemplación honesta, que no aparenta ser una cosa que no es. Dentro del proyecto musical Tangente, que comenzó en 2006, se encarga de algo que "excede lo que uno podría pensar que es producción". Porque una cosa no es posible sin la otra. Bajo esta denominación de su rol, Juan Martín coordina fletes, se encarga de formalidades como la solicitud de permisos para realizar los shows, y va al taller a cortar los fierros para la estructura que montan para sus "toques": muestras performáticas lejanas a lo tradicional.
Pero aparte de todo esto, que funciona como una vía para llegar a su fin, es una de las voces y mentes compositoras de la banda. Tangente no representa un rédito económico para sus creadores. Pero más allá de los esfuerzos que les requiere, manifiestan sentir la tranquilidad de invertir su tiempo en algo que vale la pena. Con una visión crítica de las exigencias que nos presenta la rutina, pero con una sensibilidad que busca compensarlo, Tangente invita a escuchar. A mirar. A inhalar y exhalar profundo. A ser conscientes de lo que nos rodea. O como bien lo explica Juan Martín, "tratar de, como artistas, generar experiencias sensibles que nos acerquen a la realidad desde otro lugar".
Con una propuesta que "no aguanta la situación de un concierto o de un boliche", se presentan en el Jardín Botánico en dos ocasiones: este 16 y 17 de noviembre. Allí, espera una carpa. Esperan luces y espera el sol. Espera la música y toda la que esta representa, proporcionando la posibilidad de mirar. Permite, por un rato, olvidar las obligaciones y disfrutar del hoy. Las entradas pueden adquirirse aquí.
¿Cómo surge el proyecto Tangente? ¿Cuál dirías que es su búsqueda estética o artística?
Tangente surge inicialmente como un proyecto de banda, y de a poco fuimos incorporando una necesidad de hacer puestas en escena de los dos últimos álbumes. Hoy en día el término "banda" no incluye del todo lo que se hace en Tangente, o todo lo que Tangente es. A veces pensamos que podía ser una especie de compañía, como un colectivo que aborda por ejemplo este tema de pensar una puesta en escena, también en torno a una búsqueda conceptual de la música. Más allá de que la dinámica de banda sea un grupo más cerrado, que somos los músicos, que mantenemos cierta lógica de banda; el funcionamiento, los ensayos y demás, y quizás lo particular es que todas las propuestas escénicas, y en particular esta de Solsticio en caverna, son ideas que surgen desde lo musical.
El abordaje de cómo preparar la escena está hecho por músicos, o ideada originalmente por músicos. Después, en términos de influencias, siempre es una pregunta muy difícil de contestar, porque no sé hasta qué punto uno controla lo que cree que son sus influencias, o quizá es una respuesta que tiene que ver con darle a la gente alguna referencia de por dónde viene su música y la propuesta. En ese sentido creo que, en términos de géneros, podemos pensar en influencias del arte experimental, también de las artes visuales, pero también del rock y de algunas culturas más under, de noise, o como de improvisación libre.
A nivel escénico no sé, también te puedo contar un poco las influencias que tenemos cada uno de nosotros. Somos todos personas que hacemos muchas cosas en el mundo de la música; desde carnaval, pasando por música tropical, hardcore, tango, algunos hemos hecho música para teatro, cosas para cine o televisión, entonces creo que es un abanico de influencias muy grande, que no pasa por nombrarte una banda o un artista. En ese sentido creo que hay una cosa muy plástica en lo que hacemos, que creo que tiene que ver con esas influencias de experiencias también escénicas y no puramente musicales.
¿A la hora de componer se guían más por la experimentación, o ya van con ideas concretas, quizás temas, sobre lo que quieren transmitir?
En el repertorio nuestro hay canciones, y después también hay otros momentos que quizás sí son más experimentales. Cuando hablamos de algo experimental yo tiendo a pensar en que uno tiene una idea de cosas que pueden llegar a pasar, pero que no está del todo seguro, y a medida que empieza a explorar, conoce los resultados. De ahí uno va eligiendo, con base en esos experimentos, qué es lo que le gusta de eso que pasa. Y esa dinámica de trabajo creo que se da en todo, incluso en las canciones. A nivel de arreglos, alguien trae una idea y después el resto del grupo empieza a probar cosas arriba de eso, y nos empezamos a preguntar si nos gusta.
Después, es difícil hablar de experimentación con un grupo que tiene tantos años también. En algún momento se consolida un método de trabajo, y la incertidumbre en relación a los resultados musicales quizás empieza a ser un poco menor. Encontrás un lenguaje y una forma de hacer las cosas, entonces ya hay una idea más clara de a dónde se puede llegar, más allá de que igual nos sigamos sorprendiendo. Por ejemplo, ahora con este tema de la puesta en escena, todas las hipótesis que teníamos sobre cómo iba a funcionar esta estructura, y cómo iban a funcionar determinados efectos de luz.
Entonces ahí hay como una suerte de vínculo experimental con los resultados, más allá de que estos sean inicialmente buscados por una idea original, como una especie de primera intuición. Pero yo creo que eso puede ser común a muchas propuestas artísticas. Claramente hay otras manifestaciones musicales o escénicas que tienen un punto de llegada mucho más definido. En ese sentido, Tangente siempre tiene sorpresas, incluso en el momento de tocar en vivo. La realización final de la obra, el toque, siempre tiene cosas que no están previstas, que suceden ahí. Incluso no solo a nivel de lo que tocó una persona cuando hizo una improvisación, o lo que se dice un "solo", que son lugares más acotados y definidos para las libertades, pero muchas veces en los toques de Tangente hay cosas no definidas, incluso a nivel estructural. Qué tema va a venir después del otro, cosas así, que hasta en eso puede cambiar.
Los años de experiencia, entonces, reducen el margen posible de experimentación.
Yo diría que el nivel de sorpresa que puede haber sobre algunos resultados está en un ángulo más fino. Pero a su vez, dentro de esos márgenes, que capaz que son más acotados de sorpresa, el tiempo nos hizo encontrar ahí otra nueva apertura, en otros matices en otras cosas, algo más fino. Por ponerte un ejemplo, cuando recién arrancamos a tocar con el Mauri, nos llamaban muchísimo la atención cuestiones sobre polirritmias, que es la superposición de distintas pulsaciones y demás. Con los años seguimos investigando en eso, pero ya sobre otras capas. Hay una base que se va acumulado de lo que somos capaces de hacer, de escuchar, de tocar, de probar.
Siempre está esa experimentación, pero creo que con más experiencia, con más capas, con más complejidad, y a su vez con más soltura también. Cuando recién arrancamos a tocar con Mauri, y también los primeros toques con Nacho, había cosas que resultaban re difíciles de escuchar, de sentir, y hoy podemos soltar esas cosas mucho más, y quizás no estamos tan pendientes de tocar una parte y que salga bien medida y demás. Hoy eso ya lo superamos un poco y de repente estamos más pendientes de otros niveles de la música. En cómo estamos en el escenario, qué cosas nos rodean, se va agrandando y vas naturalizando cosas que al principio nos eran poco familiares. Cuando recién empezamos había cosas que nos resultaban difíciles de hacer. No teníamos el oído muy acostumbrado, y hoy estamos más familiarizados con nuestro propio lenguaje, por así decirlo.
Tocan en el Jardín Botánico, ya lo habían hecho antes. ¿Qué permite realizar toques en lugares quizás más alternativos?
La pregunta está muy buena. La primera vez que hicimos esto en el Botánico, organizamos nueve funciones de una obra que se llamaba Arbueleños, que era básicamente la puesta en escena de ese álbum. Cuando empezamos a buscar un espacio escénico para esta música, que hablaba sobre los árboles, pensamos que un lugar escénico para eso era un lugar en el que, lógicamente, hubiera árboles. Al principio fue esa la motivación, y a medida que lo íbamos haciendo nos íbamos dando cuenta de otras virtudes que tenía estar tocando en un lugar que no es un teatro, un boliche o una sala.
Por ejemplo, esto de que sea un espacio en el que no hay todo un protocolo al rededor. Lo que vas a ver ahí te activa otras maneras de percibir. El estar ahí contemplando un entorno. Una cosa que pertenece, que está viva, en un determinado entorno que también está vivo. En las películas de terror, cuando aprovechan que hay una escena muy de ciencia ficción, algo muy terrorífico, siempre se escucha una música que es muy poco tradicional. Ruidos, sonidos extraños, y eso lo soporta un poco ese clima escénico. A nosotros nos pasaba mucho que la música que hacíamos no aguantaba mucho la situación de un concierto, o de un boliche. No es que no lo hagamos, vamos y tocamos en salas y boliches, barcitos y cosas así, pero había una necesidad de poder meternos y meter a la gente en otro estado de la escucha.
Creíamos que nuestra música precisaba un poco más de eso. Ese otro estado de la escucha capaz que no era una sala, sino que necesitaba eso. Entrar al jardín botánico, caminar una cuadra y algo muy lentamente, con un montón de personas, hasta llegar a un determinado lugar. En este caso era en la noche, abajo de un árbol con luces. Eso ya te colocaba en una situación de contemplación muy diferente a decir "bueno, me siento en una sala a ver a qué hora empieza, a ver el primer tema, a ver cómo canta", y ese tipo de cosas, que de repente no era el cristal por el que queríamos ser vistos.
A partir de ahí nos empezamos a colgar con esta cuestión de lo escénico; y en particular en esta obra, que se llama Solsticio en caverna, justamente construimos eso. Una caverna en la que entra la luz de sol, a través de la cual podemos contemplar el exterior de una manera transfigurada. Ese exterior es el Botánico, que tiene toda esa historia para nosotros y también para la gente que nos fue a ver la primera vez. Esa idea de ir durante el día, a las 2 de la tarde, ingresar en una cámara oscura gigante, y tener una experiencia distinta de estar en ese espacio. De repente podemos ir cualquier otro día, pero va a ser diferente. Con una especie de noche artificial, como carpa de circo o lugar donde sucede alguna cosa más mágica, también.
El otro día hablábamos pila de eso, de la magia de las ilusiones. Creo que la diferencia de construir estos mundos imaginarios es justamente que permite volar a otros lugares. Los espacios para la música están muy determinados en lo que los músicos tienen o pueden hacer, y en lo que el público puede hacer o experimentar en esos espacios. Cuando vamos a una sala o a un toque, todos tenemos cierta serie de rutinas y formas de estar ahí, y Tangente siempre buscó estar "tangente" un poco a las cosas, y esta propuesta de habitar este lugar es eso. Es otra cosa.
¿Cómo sobrevive un proyecto de carácter contemplativo, etéreo, delicado, en una sociedad de rutinas imparables, velocidad impresionante, ritmos acelerados y más dificultad en la atención? ¿Surge por ver una necesidad en el público, o sale de ustedes?
Eso tiene muchas ramas. Hay una que tiene que ver con los modos de vida que cada uno elige. Sostener una propuesta así en mi caso, que estoy en este rol de producción y de llevar adelante esto, con recursos económicos muy bajos, implica no te diría una renuncia, pero sí una cierta dedicación que no se corresponde con los parámetros con los que medimos a qué dedicamos nuestro tiempo.
En general medimos el tiempo que dedicamos a las cosas en función de lo que nos retribuye a nivel de reconocimiento o a nivel económico. Y la retribución, creo que para todos los que estamos en este proyecto, tiene una pequeña pata económica que es muy simbólica, y después tiene una cuestión más espiritual por así decirlo de encontrarse, de hacer posibles cosas que soñamos. Puedo hablar por mí cuando digo que tomás una decisión de abordar tu trabajo como músico en este tipo de propuestas, que te insumen un montón de tiempo, y que eso no te paga las cuentas.
Esa pregunta a veces viene con mucha fuerza, y genera muchas dudas. No estamos libres de la fragilidad, es súper frágil. Tenés que ver cuánto podes exigir a tus colegas, cuidar muchísimo el trato, que los ensayos y los preparativos sean todos momentos en lo que más allá de que enfrentemos dificultades, estemos ahí juntos para hacer las cosas con amor y generosidad. Porque pasa un poco eso, lo hacemos porque nos gusta y porque nos llena. Entonces tratamos de que esas cosas que están todo el tiempo ahí, sobre la guita, los problemas, las necesidades del día a día, entenderlas.
Tratar de saber que todo el mundo tiene trabajos, familia, cosas que hacer, y tratar de ser ambiciosos con lo que queremos hacer, pero a la vez no pasar por arriba a la vida, que es sistemática. Por ahí no todos tienen el tiempo para ensayar cuatro veces a la semana, o ese tipo de cosas, y eso es un gran desafío. Porque realmente el proyecto tiene toda esa fragilidad. Y por otro lado, siempre la contrapartida es intentar hacer todo lo más profesional posible. Tratar de incluso con pocos recursos lograr cosas que nos gusten, que nos llamen la atención, que sean experiencias fuertes, y también tomarnos el trabajo de lo que implica producir una obra.
Esta nota que estamos haciendo contigo ahora, tratar de que la gente se entere de esto que estamos haciendo, que no quede en un circulo cerrado de nuestras más cercanas amistades, y tratar de andar ese camino con el tiempo que la gente tiene, con los recursos que tenemos, y pensar estratégicamente cómo construir esta estructura maravillosa. Es una suerte de teatro móvil, que es algo que en un futuro nos abre posibilidades. Invertir en nuestros propios equipos, tratar de que los esfuerzos que hacemos para tocar sean cada vez menores, poder sumar más gente que nos ayude y que nos de una mano. Tratar de generar formas de laburo; que haya un sonidista, que haya un stage, gente que arme el escenario, gente que esté ocupada del tema luces. Todo eso también el resto del equipo lo valora, como una intención de, más allá de que económicamente no sea un proyecto que tenga ese rédito, tiene el rédito de hacer algo lo mejor posible y con mucha generosidad.
¿El público logra entrar en sintonía y desconectar de la rutina para realmente comprometerse con la propuesta?
Yo creo que una de las cosas que más cuestan, es el tema de cómo captar público. Es una ciencia súper compleja, pero sin duda tiene que ver con esto de la comunicación. Cómo despertás en las personas el interés para que se pregunten qué es esto, para qué lo quieran venir a ver. Después, cuando la gente llega y se encuentra con Tangente en este tipo de escenarios, en general la recepción siempre ha sido maravillosa. Sobre todo te diría que en los últimos años de la banda, que hemos llegado como a otro tipo de madurez musical y artística, tanto niños como personas mayores se enganchan.
La forma de hacer lo que hacemos transmite una idea de sinceridad y de entrega a lo que estás haciendo. Y yo creo que eso al final es lo que el público más valora. Que la persona que está ahí actuando sea de verdad. Eso creo que es lo que termina haciendo que al final la gente se cope. Después, a nivel de ver cómo más gente se acerca a esto, yo creo que es una cuestión de laburar, de estar presente. De tener cierta continuidad, de estar tocando, de que la gente te tenga en el radar, y eso creo que es una de las cosas más difíciles.
Sobre todo en proyectos, como te decía, que no se sustentan económicamente del todo, entonces siempre hay que estar sacando tiempo de otros lados para lograr esa continuidad, para lograr estar presentes y demás. También creo que el estar tranquilos con esto de cuáles son las retribuciones, tener claro cuál es el camino que se está haciendo, a veces te calma un poco esa ansiedad de querer estar más presentes o tocar más. Sin que eso te deje en la comodidad de tocar una vez cada tanto cuando podamos y tengamos tiempo, que ese es el otro riesgo de hacer este tipo de cosas así. Pero creo que en estos años de la banda, por lo menos en su círculos más cercanos, ha generado momentos muy importantes, ya sea lo del Botánico como otros toques que hemos tenido, y eso se valora mucho.
Tanto su música como su escenografía presenta una fuerte relación con la naturaleza. ¿Es el arte un buen lugar para generar esa conexión hombre- naturaleza?
En lo personal, trato de incluir en mi obra elementos de nuestro entorno, y lecturas de ese tipo que quizás no predominan tanto. Tratar de tirar otras maneras de leer lo que está a nuestro al rededor. En particular en Tangente, las músicas y las letras muchas veces tienen que ver con contemplaciones del entorno de nuestro medio ambiente.
Por ejemplo "Solsticio", la canción, que habla de que los días son cada vez más largos, y en un momento hace cada vez más calor, después eso se da vuelta y empiezan a ser los días cada vez más cortos y el sol cada vez pega menos en la cara. Y la letra solamente es eso, escrito de una manera muy particular, pero la letra dice eso. Y eso tiene un dramatismo. El estar en esa especie de sinfín, otra vez y otra vez todos los días, y cada uno siente ese dramatismo del tiempo como algo diferente. Pero sin duda que para todos es algo dramático que el tiempo avance y que veamos y sintamos como van cambiando las estaciones, los tiempos, el calor y la luz.
Entonces por lo natural, por la relación con la naturaleza, sí, creo que es algo que está súper presente en lo que hacemos, no solo en Tangente sino en otras cosas que hacemos cada uno en su vida profesional y afectiva también. La contemplación del entorno implica ver cosas que no solemos llamar naturaleza, pero que sí son parte de nuestro medio ambiente. Hay un tema de este álbum que termina con un coro que dice "Por qué no me miraste cuando me moría en la calle".
Entonces hay algo de cómo miramos, de cómo vemos, de qué cosas queremos ver y qué cosas elegimos no ver, y entonces también atraviesa una cosa más social y política. La contemplación no es solo una cosa de disfrute de la naturaleza en su estado más bello, bonito y saludable, sino también de otras cosas que también son duras. A veces justamente se hace difícil frenar, parar, querer verlas y escucharlas, porque nos es difícil seguir adelante si estamos como muy sensibles a todo lo que está a nuestro al rededor. Cada tanto está bueno ponerse un poco en esa perspectiva de dejar entrar lo que nos rodea. Y esta cámara oscura, esta caverna, tiene que ver con que todo lo que está a mi al rededor aparece de una manera transfigurada, invertida, en otro tiempo, en otra luz, y eso es un cambio de perspectiva.
¿Hay filosofía en sus canciones?
Sin duda. Filosofía en el sentido de tratar de generar una manera de entender esto que te decía hoy, de generar verdades escénicas o pequeñas ilusiones verdaderas en un mundo real. Creo que ahí hay una cuestión de pensamiento filosófico, de tratar de como artistas generar experiencias sensibles que nos acerquen a la realidad desde otro lugar.
¿De qué se trata, en concreto, la propuesta en el Botánico?
Se trata de una carpa ubicada en el Jardín Botánico, dentro de la cual se puede contemplar este exterior, estos árboles, de una manera ilusoria, transfigurada o modificada. Se trata de una banda que toca música ahí adentro, una música que responde a sucesos quizá astronómicos o de la luz, representaciones musicales de lo que es una constelación, representaciones musicales de lo que es un solsticio. Se trata también de la luz y de la oscuridad, de una relación con un dispositivo técnico para observar la posición del sol, que de alguna manera marcó nuestro desarrollo como humanidad.
Se trata del sol, se trata también del circo, tiene algo de circo la obra. Y a medida que va avanzando, nos va mostrando distintas facetas de la luz que quiere o logra ingresar adentro de esa caverna. Se trata de Tangente, de nuestra música, y de quienes estemos ahí adentro en ese momento, lo que podamos percibir, y lo que podamos hacer. La obra no tiene una estructura narrativa, no hay un personaje al que le pasan cosas. Sí los hay, pero en un sentido más abstracto, y sí hay posibles asociaciones más directas o concretas que corren por cuenta de cada uno que esté ahí.