El origen de Carlos Gardel se disputa, hasta el día de hoy, entre tres países: Francia, Uruguay y Argentina. Pero, al pensar en él, el inconsciente colectivo remite a una sola fotografía, realizada en 1933, y el lugar donde fue hecha está marcado en el mapa de Montevideo.

“Ni los gringos me fotografían mejor que vos”, le dijo alguna vez el cantante a José María Silva, quien no solo fue el autor de “la foto más famosa de Gardel”, sino que también su fotógrafo predilecto. En el estudio Silva, ubicado entre las avenidas Rondeau y Uruguay, la evolución de la carrera del Zorzal Criollo fue capturada bajo una misma lente. Ahora, y en el marco de los 300 años de Uruguay, el Museo de Historia del Arte expone este recorrido hasta el 20 de julio.

Nacido en Galicia, en 1897, llegó a Uruguay con 6 años. “Llegó con una mano adelante y otra atrás”, dice Leo Barizzoni, fotógrafo y curador de la exposición “José María Silva, el inmigrante que nos legó a Gardel”. Una parte importante de la historia de la ciudad incluye a aquellos inmigrantes que ayudaron a conformarla. María José Bolognini, directora del MuHAr, considera que era un protagonista que merecía tener visibilidad a través de su fotografía.

Al igual que tantas historias de inmigración, Silva tuvo que trabajar desde muy pequeño. Con 14 años, y una túnica larga para que pareciera mayor, comenzó como aprendiz y auxiliar en La Fotografía del Indio. Para 1917, hacía la mayoría de los encargos del estudio.

Es en ese mismo año, cuando un representante llega con dos cantantes. Un dúo cuyos integrantes eran conocidos como “El Morocho del Abasto” y “El Oriental”. “Gardel no era Gardel, no cantaba tango, cantaba canciones camperas en lo que se llama fin de fiesta junto a Razzano”, explica Barizzoni. En un momento donde los estudios de fotografía eran furor en Montevideo, la tarea de fotografiar a un artista tenía un propósito diferente al actual. Las piezas se utilizaban con motivo de difusión.

Gardel vestido de camisa blanca y corbata negra, con un semblante más juvenil y sin la sonrisa característica, que delataba la calidad de estrella. Esas fotos serían solo el principio del vínculo entre el cantante y el fotógrafo. Barizzoni afirma que era uno estrictamente comercial, en palabras del mismo Silva, pero uno muy bueno: "Siempre que venía a Uruguay, entre todas las cosas que hacía, se guardaba un tiempo para fotografiarse con él”.

1917 fue, también, el año en el que “El Mago” grabó un tango por primera vez, “Mi noche triste”. En la exposición, también se muestran retratos de cuerpo entero, que datan de 1923, en las que se puede ver al cantante vestido de gaucho. En ese año, el dúo Gardel-Razzano realizó su primera gira por Europa. El vestuario era una estrategia, a raíz de la idea que el público internacional tenía de Argentina.

Foto: José María Silva (1923)

En una entrevista televisiva con Juan Carlos López, Silva reconoció que Gardel era el artista más fácil de fotografiar: “Él dejaba que el fotógrafo hiciera lo que quisiera; era distinto a otros artistas que creen que saben todo y no saben nada, porque no es lo mismo estar en el teatro que sacarse una fotografía. Gardel era tremendamente fotogénico y tenía una extraordinaria condición para posar, lo que hacía mi trabajo fácil y gratificante. Su sonrisa le iluminaba toda la cara”.

En 1925, Gardel continuó su carrera como solista, debido a una lesión de laringe de Razzano. En 1930, incursiona en el cine. En 1934, se estrenó Cuesta Abajo, película protagonizada por él, con Paramount en la producción y cuyo guion fue escrito por Alfredo Le Pera

“Silvita”, como le decía el Zorzal, se independizó y abrió su propio estudio. No solo le tomaba fotografías, sino que Gardel también le encargaba reproducciones. Cuando comenzó a ser un artista reconocido masivamente, le pedía varias copias para entregarle a los espectadores cuando se presentaba en vivo. Algunas también se usaban para hacer afiches.

“Encantado de haber posado para el gran artista Silva. Con admiración, Carlos Gardel”, se puede leer en una de las piezas que integran la exposición.

“Fui un eslabón”, dice Barizzoni, que tuvo la oportunidad de conocer a Silva y es el autor de la fotografía del afiche de la exposición. En ella, “Silvita” está en su casa, con un retrato de Gardel bajo el brazo.

Con acceso al archivo original, Barizzoni realizó un trabajo minucioso: “No hay ni un píxel inventado, porque la calidad con la que se trabajaba en ese momento era increíble. Lo que hice fue reproducir fotográficamente. Tomarle una foto al negativo con la mayor calidad en cuanto a cuestiones técnicas: ISO bajo, diafragma cerrado y lente específico”. Al respecto de la selección, afirmó que no se dejó afuera ninguna sesión. “Las cosas que se dejaron afuera son anexos que terminan de contar una historia, pero Gardel-Silva es esto. No hay otras cosas y si las hubo, no están”, explicó.

El fotógrafo reconoce que este trabajo fue posible gracias a la conservación de los archivos originales, mantenidos por la familia del Silva, ya que, sin ellos, el nivel de calidad obtenido no hubiera sido posible. “Cuando vos obtenés el negativo, tenés toda la información, es el archivo madre”, explica.

Foto: José María Silva (1933)

La idea surgió de María Inés Obaldía, la directora de Cultura de la Intendencia de Montevideo, quien mantuvo un vínculo muy cercano con Silva. Según Bolognini, era algo que Obaldía tenía ganas de hacer desde hace tiempo y enmarcarlo en los 300 años de Montevideo se presentó como una gran oportunidad.

Carlos Gardel falleció el 24 de junio de 1935 en un accidente aéreo. Tenía 44 años. Lo acompañaban, entre otros, Alfredo Le Pera y Guillermo Barbieri, su guitarrista. Al igual que su origen de nacimiento, su lugar de descanso eterno fue igual de disputado. Primero, fue enterrado en Medellín. Luego, tras lograr la repatriación, fue velado en Estados Unidos y enterrado en el Cementerio de la Chacarita, ubicado en Buenos Aires.

José María Silva retrató a personalidades como Juan Domingo Perón y cubrió, como reportero gráfico, el partido final del Mundial de Fútbol de 1930. Trabajó en su estudio hasta 1994 y falleció con 102 años en el año 2000. Jamás cobró un centavo por los derechos de reproducción de las fotografías de Carlos Gardel.

En la actualidad, la fotografía de Carlos Gardel tomada en 1933 recorre el mundo como un sello y un testimonio de aquella figura que generó furor, incluso antes que la llegada de los Beatles y Elvis.